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TLCAN: campesinos en marcha “La acción hace la unión”: Respuesta neovillista al TLCAN
Víctor M. Quintana S.
La larga duración de la historia parece predominar en el movimiento campesino. La liberación total del comercio de maíz, frijol, azúcar de caña y leche en polvo en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) ha sido la ocasión para que los agricultores norteños revivan la memoria de Francisco Villa y la División del Norte no sólo en los símbolos, sino también en su manera de movilizarse. Desde el primer minuto del uno de enero se dan cita decenas de activistas campesinos en el Puente Internacional de Córdova, en Ciudad Juárez. Provienen del Frente Democrático Campesino y de El Barzón en el estado de Chihuahua, y de las representaciones en Durango y Zacatecas de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala. El contingente suena a División del Norte, en la población donde Villa combatió en la batalla que liquidó la dictadura porfirista. Muchos de los reunidos en la temperatura bajo cero de ese día son descendientes de los famosos dorados. Ahí comienza un proceso de lucha en el que Villa ha sido no sólo un símbolo clave. Hay una reedición del voluntarismo villista, de un rechazo sin mucho discurso pero sí muchas acciones de la política de la oligarquía. El muro humano que se forma ese día en el puente internacional con la consigna “Sin maíz no hay país” es, más que una acción de presión al régimen, una convocatoria a la nación. Un llamado a levantarse en todo el país contra el TLCAN y para rescatar la agricultura campesina e indígena. Pero los representantes de la acción del uno de enero no se quedan ahí. Elaboran una propuesta y la presentan en la reunión nacional de agrupamientos campesinos el 14 de enero. Plantean iniciar el Movimiento Nacional de Resistencia Campesina Villa-Zapata: un proceso de movilizaciones a lo largo de 2008. No le apuestan a que la megamarcha del 31 de enero obligue al gobierno de Calderón a sentarse a platicar la negociación del TLCAN, sino que contemplan toda una serie de acciones destinadas a ir creando una “voluntad colectiva”, una correlación de fuerzas favorable a los campesinos, un “mandato de la nación” que obligue al Ejecutivo federal y al Congreso de la Unión a comprometerse a renegociar el TLCAN y a dar un viraje sustantivo en el rescate del campo con campesinos e indígenas. Dentro de esas acciones está la celebración de un referéndum nacional, y la adhesión acumulativa de ayuntamientos, congresos de los estados y gobernadores a ese “mandato de la nación”. Solidaridad en el camino. Como en el DF las organizaciones no responden de inmediato a la propuesta norteña, las organizaciones de Chihuahua se lanzan a organizar la caravana de tractores “del Chamizal al Zócalo”, desde Ciudad Juárez hasta el Distrito Federal. La bautizan como el Movimiento de Resistencia Campesina Francisco Villa y el 18 de enero arranca su recorrido en donde la patria comienza. Mientras pasan por tierras villistas –Chihuahua, La Laguna , Durango, Zacatecas–, les sobran los apoyos: diesel para los tractores, comida, hospedaje, cálidas recepciones en los pueblos y ciudades. Aunque no hay nada que se parezca a las derrotas villistas del Bajío, en esta zona, conservadora y blanquiazul, la situación se les torna difícil. Sin embargo, prosiguen, tozudos su camino hasta la ciudad de México en confluencia con otras marchas de Tlaxcala, Morelos y Michoacán. Lo que queda muy claro luego de estos movimientos de las organizaciones campesinas norteñas es que su proceder es una especie de “voluntarismo heterodoxo”. No inician una movilización cuando la correlación de fuerzas les es favorable; su principio no es “la unión hace la fuerza” sino, más bien, “la acción hace la unión”. Su apuesta, basada en la práctica de movilización de las organizaciones rurales de Chihuahua, es que “la gente no se reúne con juntas; se reúne con acciones”. A contracorriente de los medios. Y tienen mucho de razón. Porque ante la andanada desinformativa promovida por el gobierno federal para atacar al movimiento campesino y convencer de las bondades del TLCAN, el muro humano del Puente Internacional y la gran marcha de 2 mil kilómetros con tractores mantienen un foco de contrainformación y de convocatoria a lo largo de enero en todo el país. Los grandes medios electrónicos se pueden desentender del debate sobre el TLCAN o darle voz sólo a los corifeos gubernamentales, pero no pueden ignorar la perseverancia y valentía de los agricultores norteños que, a rueda de tractor, recorren tres cuartos de país. Luego del éxito indudable de la marcha campesina del 31 de enero, de la gran convocatoria clasista, nacional y metapartidista de la misma, la gran enseñanza de la marcha de tractores de los campesinos neovillistas es que ante un gobierno tan cerrado como el actual, no son los cabildeos copulares, ni las grillas con la clase política, la forma más eficaz de resistencia y de avance de las propias propuestas, sino es pedagogía de la acción, esa práctica de la acción comunicativa, parafraseando a Habermas. “Primera llamada”: Jesús Ramírez Cuevas El 31 de enero decenas de miles de personas colmaron las calles del centro de la ciudad de México en la primera protesta masiva del año. La marcha fue una de las más importantes de tiempos recientes ya que unificó la protesta de campesinos, obreros, colonos y estudiantes; y para muchos, anuncia lo que viene. Estos son testimonios recogidos camino al Zócalo de los excluidos del modelo económico neoliberal: Alvaro Cázares atravesó el país arriba de su tractor desde Chihuahua hasta el corazón de la ciudad para protestar en este acto: “Venimos a marchar para que se conozca la situación del campo mexicano. La realidad es que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) está acabando con los campesinos, lo que está en juego es la soberanía alimentaria del país. Pero estamos muy animados por la respuesta de la gente que apoya nuestra lucha en defensa del maíz y del campo”.
Yazmín Ortega , hija de campesinos y residente en la capital: “El campo está de la patada a causa de la política económica, mis hermanos tuvieron que irse al norte. El gobierno tiene que echar abajo el TLCAN porque significa la muerte del campo. No le va a quedar de otra, o se las va tener que ver con los campesinos. No es posible que México sea el origen del maíz y ahora dependamos el exterior”. Rosa María Velásquez, habitante de los márgenes donde la mancha urbana amenaza con acabar con las tierras de cultivo en Villa Nicolás Romero, estado de México: “Venimos a defender al campo y el maíz, nuestras parcelas. Queremos seguir siendo campesinos. No es justo lo que le están haciendo al campo. Ya no podemos dejarnos”. Víctor Álvarez, integrante del sindicato de telefonistas: “Esta manifestación tiene como propósito exigir el cambio de la política económica que sólo beneficia a la oligarquía; la revisión del TLCAN; el rechazo a la reforma laboral, a la ley del ISSSTE y a la entrega de nuestros recursos naturales, como el petróleo, al extranjero. El país está en peligro y aquí estamos todos juntos para salvarlo”.
Esteban Lugo, obrero del Sindicato Mexicano de Electricistas: “Esta marcha es de protesta. Ya era hora de que nos uniéramos campesinos, obreros y trabajadores. Rechazamos la entrega del país a intereses extranjeros, nos oponemos a la privatización de la industria eléctrica y del petróleo; queremos que se revise el TLCAN para defender nuestro maíz y frijol. Esta es la protesta de todos los de abajo. No podemos seguir aceptando a este gobierno entreguista. Tenemos que unirnos la gente del campo y la ciudad para luchar juntos porque tenemos conciencia de que sólo así se hará valer la soberanía popular”. Desde el Valle de Mexicali, Antonio Arévalo de la CNC : “El TLCAN no ha favorecido a los campesinos mexicanos, sólo a los agricultores de Estados Unidos. Hoy no gano nada por sembrar trigo, al contrario, pago. Los apoyos oficiales no llegan a tiempo, diesel con descuento tampoco. Esto no puede seguir, ya no podemos dejarnos. Es la hora de hacerse escuchar”.
Laura Lozada , de Ciudad Sahagún, Hidalgo: “Estamos indignadas con la situación del país. No nos alcanza para comer. La tierra todavía es de los mexicanos, no queremos que se vuelva de los gringos. Tenemos que unirnos porque sólo el pueblo puede salvar al país”. Magdalena Sánchez campesina dePuebla: “Estoy encabronada, ya estuvo suave de que nos vean la cara estos neoliberales, están causando hambre en el campo; mis hermanos, mis primos y mis tíos, todos de fueron al otros lado. El pueblo ya no aguanta: o luchamos o nos morimos de hambre, ya no hay de otra. Ya es hora”. Elba Rodríguez, jornalera del jitomate: “Esta muy bien la protesta. La unión hace la fuerza. No hemos visto beneficios para los campesinos, puros abusos y engaños. Hay que unirnos para protestar. Hay que levantar la cabeza y no dejarnos. Si el campo pierde, México muere”.
Sobre Reforma una enfermera ve pasar a los manifestantes: “Vengo a ver a los campesinos para apoyar su lucha, a nuestro maíz, a nuestra tortilla, a nuestro campo”. Un matrimonio joven con su hija extiende una cartulina al aire que dice: “Hermanos campesinos, el DF está con ustedes en la lucha”. El hombre comenta: “Es una marcha muy importante. Es indignante para los mexicanos que perdamos la capacidad de alimentarnos. Estamos luchando con nuestro pueblo por sus derechos. Aquí nos estamos uniendo el campo y la ciudad”.
María, una estudiante de Ciencias de la UNAM explica: “Cada hora se pagan 1.5 millones de dólares por importaciones de productos agrícolas gringos. Mejor que los inviertan en el campo mexicano”. Heriberto Hernández, campesino maicero de Guanajuato, concluye: “Aquí estamos advirtiendo lo que viene. Si el gobierno no hace caso por la buena, tendrá que hacerlo por la mala, pero ya no nos vamos a dejar. Ésta es la primera llamada”. |