12 de febrero de 2008     Número 5

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada


Sobre las fronteras

Derechos Humanos y Migración:
una mirada desde Estados Unidos

Susan Gzesh


Foto: David Lauer

Hoy, cuado las nominaciones de demócratas y republicanos para las candidaturas a la Presidencia avanzan en sus etapas finales, docenas de comunidades locales en Estados Unidos (EU) están aprobando leyes y modificando prácticas políticas a efecto de hacer suficientemente intolerable la vida, a tal grado que los indocumentados mexicanos simplemente se irán: es la llamada “política del desgaste”.

Al mismo tiempo, la administración Bush aumenta las acciones policíacas y sigue construyendo el impopular y muy probablemente inefectivo muro de la frontera con México.

En momentos de una profunda inseguridad económica entre los estadunidenses (quienes están viendo caer el valor de sus residencias y desaparecer sus pensiones de retiro), las medidas anti inmigratorias son una distracción popular para evadir los problemas reales de la sociedad.

Cualesquiera que sean las medidas de fuerza, la emigración de mexicanos a EU no está reduciéndose o frenándose. Pero la legislación federal para proporcionar estatus legal a los millones de indocumentados mexicanos tendrá que esperar hasta por lo menos enero de 2009, cuando los nuevos miembros del Congreso y el nuevo presidente entren en funciones. Eso da a los inmigrantes y a los defensores de sus derechos un año para planear iniciativas que se entregarían en Washington, DC.

Dada esta realidad, debe subrayarse que en EU, las condiciones económicas, sociales y políticas de México son muy pocas veces abordadas en la discusión del tema inmigración. Si los defensores de derechos de migrantes son serios en su entrega de propuestas a los próximos titulares de los Poderes Ejecutivo y Legislativo, habrán de tener un acercamiento y trabajo conjunto con aliados mexicanos.

Cualquier “solución” duradera al éxodo masivo de mexicanos a EU debe incluir planteamientos para quienes ya viven en este país, una especie de estatus para futuros migrantes y medidas que permitan a los mexicanos que no desean migrar el permanecer en sus tierra. Algunos grupos de defensa de derechos están comenzando a mencionar el “derecho humano a no migrar”.

Los derechos humanos proporcionan un paradigma excelente para un acercamiento a este problema. Los derechos humanos internacionales son universales. Los “migrantes” son primero y antes que nada seres humanos; están incluidos en el concepto de “todo el mundo” de la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Además, los derechos humanos son portátiles; los migrantes no los pierden por el hecho de cruzar la frontera.

Antes que “migrantes”, son seres humanos y poseen derechos humanos. La carencia de empleo o de “condiciones justas y favorables de trabajo”, un inadecuado nivel de vida y la falta de acceso a educación básica y a servicios de salud son razones frecuentemente mencionadas como fundamentales en la inducción de la migración ilegal. Todas esas condiciones también constituyen violaciones a los derechos humanos, y ello se puede constatar en los artículos 6, 7, 11, 12 y 13 de la Convención Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.

Enfocar la atención en los derechos humanos de la gente antes de que se convierta en migrante sería útil para persuadir a los gobiernos de México y EU de que los acuerdos de seguridad migratoria deben incluir medidas de control pero también asistencia. Describir las raíces de la migración ilegal como violaciones a los derechos humanos sería una herramienta para que los migrantes y sus aliados aboguen por la mejoría de condiciones económicas, sociales y políticas en México.

Caracterizar las causas fundamentales de la migración ilegal como violaciones a los derechos humanos coloca en manos de ambos gobiernos una obligación tanto moral como legal de frenar conjuntamente esas violaciones.

Durante 2008, organizaciones mexicanas y de EU, uniones sindicales, asociaciones de inmigrantes con sede en los pueblos de origen, instancias religiosas y sus aliados, deberían examinar la situación de los derechos humanos para hacer un llamado a ambos gobiernos a crear reformas en beneficio de aquellos que han migrado, de aquellos que migrarán y de los que no desean migrar. En una Norteamérica integrada, en el cual vivimos, la política debe ser diseñada con una perspectiva trasnacional e internacional. “No nos moverán”. Nuestros dos países estarán unidos por siempre por nuestra frontera de 2 mil millas. Los derechos humanos proporcionan un marco para los análisis que trascienden esa línea.

Profesora senior y directora del Programa de Derechos Humanos de la Universidad de Chicago


GUATEMALA: Dólares desde EU atenúan la pobreza

  • Suman 150 mil quienes pasaron a México en busca del american dream

Pablo Sigüenza

En los territorios rurales de Guatemala los movimientos migratorios son parte de la dinámica usual de las familias campesinas e indígenas. Las migraciones temporales internas, desde regiones como el altiplano occidental y las tierras altas del norte hacia los latifundios de la costa sur y la zona cafetalera, son movimientos constituyentes de la estructura agraria que por siglos ha estado configurada en beneficio de la clase terrateniente a través de la explotación de la fuerza de trabajo campesina.

Otro destino importante de la migración interna es Ciudad de Guatemala, lugar donde no hay más espacio para nuevos residentes empobrecidos, y por tanto el destino final resulta siendo alguno de los municipios aledaños a la metrópoli: Mixco, Villanueva o San Miguel Petapa.

A pesar de la afanosa migración interna, en la década reciente el mayor impacto en la vida económica y social del país resultado de flujos migratorios ha sido el que tiene como destino Estados Unidos. Se estima que en 2007 alrededor de 150 mil guatemaltecos y guatemaltecas dejaron sus localidades intentando llegar y pasar la frontera entre México y su vecino del norte. De éstos, cerca de 60 mil fueron repatriados vía terrestre y 25 mil fueron devueltos vía aérea desde Estados Unidos. Y se considera que 65 mil lograron quedarse en la Unión Americana.

La Encuesta sobre Remesas 2007 de la Organización Internacional para las Migraciones describe que de una población de Guatemala de casi 13 millones 900 mil personas, un millón y medio se encuentran fuera del país. De ellos, poco más de un millón 250 mil envían remesas que benefician aproximadamente a 3 millones 800 mil familiares que, mes a mes, esperan el efectivo y lo destinan principalmente al consumo.

Según la medición, la entidad estadunidense de la que se recibió mayor cantidad de remesas es California, con más de 500 millones de dólares, seguido por Texas, Florida y Nueva York. El total de remesas recibidas en 2007 sumó 3 mil 899 millones de dólares, aproximadamente 11.7 por ciento del Producto Interno Bruto nacional.

Poca inversión y ahorro. Mucho se ha escrito desde las instituciones internacionales acerca del papel fundamental que tienen las remesas en el impulso del desarrollo y la reducción de la pobreza en nuestros países. Los datos proporcionados por la encuesta demuestran que 64 por ciento de las remesas se usa en consumo o consumo intermedio y únicamente un 23 por ciento se invierte o se ahorra. El consumo ha aumentado de manera acelerada en las distintas regiones del país. Un signo inequívoco de este fenómeno es la construcción, en un lapso de cinco años, de centros comerciales en todas las cabeceras departamentales.

Varios estudios y diagnósticos locales han demostrado que el sector de la población del que salen los migrantes a Estados Unidos no es precisamente el sector bajo la línea de extrema pobreza. Es conocimiento popular la necesidad de contar con cierto capital para poder emprender el viaje al norte. Con mucha dificultad, las familias logran acumular cierta cantidad de bienes que les asegura el primer pago del coyote que llevará a uno de sus miembros al sueño americano.

Como se ve, ni el destino y uso que se está dando al dinero proveniente de las remesas, ni el sector que principalmente está siendo beneficiado con ellas, concuerdan con el discurso de combate a la pobreza que emana de las instituciones internacionales y los gobiernos de la región. Los sectores más empobrecidos mantienen de manera cotidiana una lucha por la sobrevivencia en el campo y en la ciudad, alejados tanto de la posibilidad de un trabajo digno en su tierra, como de la oportunidad de aventurarse tras el supuesto de mejores horizontes fuera de las fronteras nacionales.


El TLCAN y migración chiapaneca

  • Venta de parcelas para financiar salidas a EU
  • Contradicciones sobre efectos de remesas

Daniel Villafuerte Solís

Testimonio

Elvira Arellano entrevistada en el Foro Social Mundial, enero, ciudad de México

Nací en el Valle de Maravatío, Michoacán; mis padres eran campesinos y mis hermanos más grandes trabajaban con ellos; yo no, pues era la más chica. Me fui a Estados Unidos en 1997, después de que en 1995-96 tuvimos la devaluación del peso, la crisis económica. Ahora veo anuncios en televisión que dicen que el TLCAN ha hecho bien a nuestras comunidades. Es mentira. Si hubiera beneficio, no habría 6 millones de mexicanos indocumentados en EU, más los que han podido legalizarse. El TLCAN ha dañado a nuestros agricultores. En mi pueblo, San Miguel Uraguango, que se dedica mayormente al campo, algunos ejidos ya se convirtieron en propiedades privadas; los norteños –migrantes que mandan dinero a su familia– están comprando las tierras. El campesino ya no tiene para trabajar, no le llegan los apoyos públicos y hay muchos problemas. Este verano mi mamá sembró calabazas, pero se quebró su pie y ya no hubo quien fuera a mirar el cultivo y se secó, no hubo cosecha. Ha sido difícil la vida para mis padres. El gobierno debería luchar principalmente para que nuestra gente no tenga que emigrar, pero también debe empezar un diálogo muy enérgico con EU para lograr el respeto de los derechos plenos de los mexicanos que trabajan en ese país (...) Aunque también deberíamos ver nuestras propias leyes. La Cámara de Diputados aprobó un acuerdo para discriminalizar la migración en México, pero está estancado en el Senado. En México hay una situación muy difícil para los migrantes centroamericanos. Nuestro gobierno debe ser humano y generoso con estas personas que lo único que buscan es una vida mejor en EU, no vienen a quedarse aquí pero es el único lugar por el que pueden pasar.

Elvira Arellano, deportada de EU a México en agosto de 2007, y quien desde 2002 sufrió la amenaza de separación de su hijo –Saúl, nacido en EU– pues, por ser migrante ilegal y haber trabajado como limpiadora de aviones en el aeropuerto O'Hare de Chicago, fue relacionada injustamente con los ataques de septiembre 11 de 2001. Desde entonces mantiene una lucha por la defensa de los derechos humanos de los migrantes.

En medio de una virtual recesión económica en Estados Unidos (EU), por lo menos de su sector de construcción y vivienda, se debate en México la renegociación del capítulo agropecuario del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Hay voces que la exigen por considerar que la apertura total ocasionará mayor pobreza y dependencia agroalimentaria.

Los defensores del Tratado argumentan que México ha ganado con la apertura; que es receptor de mayor inversión extranjera directa y mantiene un superávit comercial con EU, el cual en 2003 sumó 33 mil 466 millones de dólares y en 2006 llegó a 81 mil 488 millones. Hay que considerar, sin embargo, que en este lapso los precios del petróleo lograron niveles históricos. La factura por exportaciones petroleras en 2004 fue de 21 mil 257 millones de dólares y en 2006 de 34 mil 707 millones.

¿Quiénes se han beneficiado con la apertura de mercados? En 2006 las exportaciones mexicanas sumaron 249 mil 997.2 millones de dólares, y 44.7 por ciento correspondió a la industria maquiladora y 13.9 al petróleo crudo. Esto es, dos sectores concentran casi 59 por ciento del valor de la exportación.

A esto hay que agregar el peso que tienen la exportación de la industria automotriz que, como se sabe, está en manos de capital extranjero, y la de equipos y aparatos eléctricos y electrónicos. En 2004 la primera representó 18.2 por ciento de las ventas manufactureras al exterior y la segunda casi 4 por ciento. En resumen, el peso de la industria maquiladora y de los sectores de capital extranjero es enorme en la dinámica económica, en el comercio internacional y en la generación de empleos.

La contradicción del TLCAN consiste en que se ha liberado el comercio, pero al mismo tiempo se endurece la política migratoria, a fin de evitar que los campesinos afectados por la apertura emigren a EU. El TLCAN contribuye al intenso flujo migratorio: la apertura produjo modificaciones sin precedentes en las políticas agraria y agropecuaria. Los costos de un superávit comercial con EU y una IED favorables han sido la desnacionalización de la economía nacional y el éxodo de más 500 mil mexicanos al año al país del norte.

¿Qué ha cambiado en el medio rural con el TLCAN? La tierra dejó de ser un factor de arraigo para los campesinos y se convirtió, en algunas regiones, en una mercancía. Ello repercute enormemente en las condiciones de la reproducción familiar y de la vida comunitaria. En muchos casos, vender la parcela ha significado tener un ingreso para emigrar. Para muchos, la parcela ha dejado de ser la principal fuente de ingreso y sólo complementa los ingresos generados por trabajo asalariado o por la economía informal en los centros urbanos.

Podría decirse que el campo ya no es alternativa para el campesino . Hoy migración y remesas ocupan el papel que tenía la parcela en la reproducción del hogar, con enormes costos para la familia y la comunidad. La pérdida de capital humano para el país, el desarraigo, el alto riesgo de cruzar la frontera y buscar empleo en EU, son algunos de estos costos, que ignoran los tecnócratas a la hora de elaborar las Cuentas Nacionales.

En Chiapas se observa que los municipios de Ángel Albino Corzo, Villa Corzo, Villa Flores, Tapachula y Motozintla, que antes del TLCAN eran fuertes productores de maíz y café, ahora son los de mayor intensidad migratoria hacia EU. Frente a la apertura y el desmantelamiento de las instituciones del agro, los pequeños campesinos no han tenido más opción que emigrar.

El este de EU, destino chiapaneco . Las remesas que llegan al país crecieron en 374 por ciento entre 1997 y 2006, al pasar de 4 mil 865 millones de dólares a 23 mil 54 millones. El crecimiento de estos envíos a Chiapas ha sido extraordinario: en 2006 superaron 800 millones de dólares, equivalentes a 12 por ciento del PIB estatal y al valor conjunto de los productos más importantes de la entidad, el café, el maíz y la caña de azúcar. Hoy la mayor presencia de chiapanecos en EU es en los estados de la Costa Este : Florida, Georgia y Carolina del Norte, así como California, y las ciudades de Los Ángeles, Miami, Atlanta y Raleigh los concentran particularmente. Es una ruta, quizá la más importante, que se va extendiendo hacia las ciudades de Washington DC, Filadelfia y Nueva York. La cantidad de muertos en su intento por cruzar la frontera debe considerarse en los costos de las remesas. Chiapas ocupa el primer lugar en fallecimientos en el conjunto de los estados. Sólo en la frontera Sonora-Arizona se registraron 11 migrantes fallecidos en 2006 y 12 entre enero y junio de 2007.


Foto: Antonio Nava

Chiapas además de ser lugar de origen y llegada de migrantes, es tránsito de los que desde el sur aspiran a llegar a EU.

Es de esperarse que los flujos migratorios de Guatemala –que inició un proceso de apertura con EU en 2005– se incrementen de manera significativa. En 2006 Nicaragua, El Salvador y Guatemala, los de mayor intensidad migratoria de Centroamérica, captaron 9 mil 300 millones de dólares, a los que hay que sumar 2 mil 359 millones que recibió Honduras. El mayor cruce de centroamericanos con destino a EU ocurre en la frontera sur. En 2006 se registraron más de 200 mil detenciones de centroamericanos, la mayor parte en Chiapas.

Según el Banco Mundial, las remesas pueden convertirse en palanca del desarrollo; es una tesis muy difundida en los gobiernos de los países de origen de migrantes. Pero muchos estudios la contradicen. Se reconoce que las remesas favorecen la balanza de pagos y la estabilidad cambiaria; sin embargo, hay mayor consumo de productos importados y un fenómeno de polarización social entre quienes reciben los envíos de los migrantes y quienes no. Y la pobreza rural… prevalece.

Investigador titular del Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica-UNICACH
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Zacatecas: emblema de la emigración

  • Previsible que en 2020 sea un “estado fantasma”, despoblado
  • El reto: crear políticas de fomento local trasnacional

Rodolfo García Zamora


Foto: Marco Peláez

Históricamente Zacatecas ha sido y es el principal expulsor de mexicanos hacia Estados Unidos en relación con su población interna (suma un millón 367 mil habitantes en su territorio y 680 mil radicando permanentemente en ese país), y ocupa el primer lugar nacional en intensidad migratoria internacional, así como en proporción de hogares con migrantes, 23.3 por ciento, y en mujeres migrantes respecto de la población estatal, con 1.9.

Además Zacatecas presenta el mayor grado de despoblamiento nacional, con 73 por ciento; el total de sus 58 municipios tiene migrantes en Estados Unidos; ocupa el segundo lugar en remesas recibidas en promedio mensual por los hogares, con 340 dólares, y lo que representan las remesas respecto del PIB estatal es 9.5 por ciento, sólo debajo de 13.2 registrado en Michoacán.

Todos estos datos –del XII Censo Nacional de Población, del Banco de México, del INEGI y del Consejo Nacional de Población– corroboran la debilidad económica estructural de Zacatecas para retener laboralmente a su población, y la importancia de las remesas y de las organizaciones de migrantes como promotoras del bienestar social en sus comunidades de origen mediante los proyectos del Programa 3x1, con los cuales financian obras de infraestructura en combinación con recurso público.

Migrantes generosos. En la medida en que hay más atraso en los estados –como en Oaxaca, Zacatecas, Michoacán y otros–, con una actividad económica tradicional, limitado sector empresarial y poco atractivo para la inversión extranjera, las acciones de las organizaciones de migrantes se vuelven más relevantes. Así, su generosidad y su compromiso con miles de proyectos comunitarios en México demuestran que los migrantes organizados en Estados Unidos pueden jugar la función de un nuevo actor social transnacional para el desarrollo local y regional del país.

Sin embargo, en Zacatecas, como en el resto del país, se requiere un cambio institucional a fondo en los tres niveles de gobierno, la creación de verdaderas políticas públicas de Estado sobre desarrollo y migración, para ser capaces de capitalizar realmente las enormes y generosas contribuciones de los migrantes al desarrollo integral del país, con empleo, democracia y bienestar para todos.

A escala nacional e internacional, Zacatecas es un laboratorio social de los costos de la migración a Estados Unidos en términos de despoblamiento, de marcado envejecimiento de su población y de una creciente adicción a las remesas. Pero también lo es de los aportes de los migrantes (dos mil proyectos 3x1 entre 1993 y 2007) y de su potencial como aliados estratégicos para el futuro de Zacatecas.

El estado tiene así condiciones socioeconómicas y políticas favorables para ser pionero mundial en la creación de un nuevo tipo de políticas públicas de desarrollo local transnacional, con la participación de sus más de 250 clubes de migrantes en la Unión Americana.

Promover el progreso local. Zacatecas se enfrenta a la disyuntiva histórica de continuar sufriendo pasivamente los costos irreversibles de la migración internacional y los beneficios temporales de las remesas, o realizar un cambio radical en la conducción de la economía y la sociedad con verdaderas políticas públicas de desarrollo regional y social. Urge resolver el dilema, pues es previsible que las remesas caerán en 10 años y para el 2020 se perfila un “estado fantasma”, con crecimiento demográfico sólo en los municipios de Guadalupe, Zacatecas y Fresnillo.

El atraso, la marginación y las raíces estructurales de la migración no se resuelven con políticas populistas regalando despensas, cobijas y bicicletas, ni con funcionarios improvisados. Se requiere el diseño y la aplicación rigurosa de verdaderos programas y proyectos de desarrollo económico y social estatal, regional y local, con la concurrencia de todos los sectores económicos y sociales del estado, el país y el extranjero.

Quiebra campesina. Continuar simulando con la simple administración de los programas federales y grandes inversiones publicitarias en la imagen del gobernante actual, frente al intenso despoblamiento, el peligro de quiebra de 60 mil productores de básicos por los efectos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y el eventual retorno de miles de zacatecanos de Estados Unidos a causa de la recesión económica, acortará el tiempo en que Zacatecas se convierta en un páramo, un lugar económica y socialmente inhóspito para la vida de los propios zacatecanos.

El revertir esta situación puede ser mérito del gobierno actual; no hacerlo representará una responsabilidad histórica con la que cargará en forma compartida con las administraciones anteriores que ignoraron el conflicto.

Doctorado en Estudios del Desarrollo, Universidad Autónoma de Zacatecas
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Trayectos jornaleros: de Guerrero a Sinaloa

  • Situación desfavorable para mujeres y niños
  • Programas públicos soslayan inseguridad laboral y accidentes

Beatriz Canabal Cristiani

Los campos agrícolas del noroeste continúan atrayendo a miles de jornaleros que llegan mayoritariamente de regiones indígenas de autosubsistencia como Oaxaca y Guerrero. Si bien la población de la Montaña de Guerrero, nahua, mixteca y tlapaneca, migraba hacia zonas cañeras y cafetaleras, a partir de los años 90 participa en un trabajo eventual que no la desliga de sus comunidades ni de la producción del maíz. Su destino principal es Sinaloa, cuyos campos hortícolas de exportación requieren de grandes contingentes de fuerza de trabajo.

Hasta hace poco, este tipo de migración cíclica, en que salían hombres y mujeres solos o con sus hijos en noviembre y regresaban al inicio de las lluvias para poder sembrar y cumplir con sus obligaciones cívico-religiosas, fue predominante y pronto se convirtió en una estrategia familiar, que aseguraba la vida de amplios sectores de la población que dependía de la agricultura del maíz o de la comercialización regional de frutales o café muy limitada y en crisis.

Las empresas acudieron a buscar esta fuerza de trabajo campesina, ofreciendo condiciones que muchas veces no correspondían con las que encontraban los jornaleros a su llegada a los campos, ya que en este tipo de enganche no media ningún papel firmado. Las viviendas con que cuentan los campos agrícolas; los comedores, escuelas, guarderías, tiendas, los servicios de luz y agua, varían de un campo al otro pues todavía dependen de la voluntad de los empresarios, aunque ahora tienen que someterse a la vigilancia de algunos centros de derechos humanos. Gran parte de la inversión en estas instalaciones ha sido aportada por instancias federales y el personal corresponde a los Programas de Jornaleros Agrícolas.

Trabajo a destajo. Las condiciones laborales de estos miles de trabajadores se sustentan en el carácter flexible y fragmentado de este mercado de trabajo, pues está destinado a población con necesidad de ocuparse y ahorrar lo más posible en un corto tiempo, que llega en condiciones de baja escolaridad o analfabetismo: el pago es por tareas o a destajo, y las jornadas se prolongan más para ganar un poco más de dinero; no hay pago en días de descanso, por enfermedad, accidente o por parto. Sólo se paga el trabajo realizado. A los jornaleros indígenas se les asignan tareas como la preparación de la tierra, la siembra y la cosecha, mientras que los jornaleros locales manejan maquinaria o están en empacadoras y tienen salarios más elevados.

Durante los años recientes, las familias montañeras salen ya completas al trabajo de estos campos. La proporción de hombres y mujeres es similar, al igual que lo es la jornada de trabajo para unos y otras, pero ellas tienen que cumplir también con tareas de aseo en el albergue, con el cuidado de los niños y la elaboración de alimentos, con lo que generan ahorros a la empresa y a la familia. Su jornada inicia dos horas antes y termina dos horas después.

El problema del trabajo infantil constituye un tema de permanente discusión, pues está oficialmente prohibido pero en los hechos se da, porque para las familias migrantes representa un ingreso más, y en los campos se dice que si no reciben a los niños, la familia no se queda a trabajar. En 2006 se registraron oficialmente en Sinaloa 18 mil 843 menores de edad y 67 por ciento de ellos trabajaba. El jornaleo infantil desarraiga a los niños de sus comunidades y les limita la posibilidad de continuar estudiando, pues los ciclos escolares se cortan y no se reconocen los estudios realizados en otros lugares.

Las condiciones de trabajo son irregulares: desde hace años se insiste en la necesidad de reconocer la antigüedad de estos trabajadores que laboran por años en una misma empresa aunque temporalmente, así como su derecho a la seguridad social limitada por la falta de documentación oficial, su jubilación y aguinaldo. Muchas de esas condiciones de trabajo no se cumplen y las empresas prefieren pagar multas que les resultan menos onerosas.

Actualmente se están generando cambios importantes en los sistemas productivos, pues se intensifican los rendimientos, y se diversifican los lugares donde están situadas las empresas, por lo que se requiere mano de obra por periodos más prolongados y en diversos meses del año. Eso hace que la población migrante salga de manera más irregular y por más tiempo de sus comunidades.

Se trata de un tipo de población que requiere de un acompañamiento serio y bien coordinado. Al Programa de Jornaleros Agrícolas encargado de muchas de las acciones en su apoyo, se le ha restringido el presupuesto, y entre las instancias educativas, de salud o laborales no hay coordinación, como no la hay entre las mismas dependencias de los lugares de origen y destino.

Migrantes comuneros. Los programas tampoco se adaptan a las necesidades de esta población, a su doble condición de población jornalera y comunera: los programas educativos y de salud deben tener seguimiento en ambos sitios, el programa Oportunidades debiera reconocer la necesaria movilidad de los niños y de sus madres. Pero es importante destacar que ningún programa para los jornaleros atiende las condiciones laborales en que están trabajando miles de hombres, mujeres y niños con altos niveles de inseguridad en el empleo y sometidos a múltiples riesgos y accidentes.

Estos jornaleros, que son comuneros y trabajadores a la vez, tienen sus ojos y demandas puestos en sus lugares de origen y destino: en algunos sitios hay comités que muestran esta doble vigilancia, esta doble pertenencia y aún no tienen certitud de cuál pesa más, si la que dio sustento a su identidad, o la que les genera ingresos y les permite sobrevivir.

Miembro de la Asociación Mexicana de Estudios Rurales y académica de la UAM-Xochimilco


Remesas: Consumo y Ahorro, No Inversión

  • Comunidades pobres prefieren gastar en vivienda y educación
  • El agro, condenado en zonas marginadas origen de migrantes

Lourdes Edith Rudiño


Foto: Hernán García Crespo

Es paradójico, pero los casi 10 mil millones de dólares que anualmente llegan a las zonas rurales más marginadas de México, por concepto de remesas de los migrantes, no están contribuyendo al desarrollo agrícola de las comunidades –más bien inciden en su contra–, y aunque ese dinero está mejorando la seguridad de las familias y su progreso en términos de educación, alimentación y salud, la principal estrategia de los campesinos es el ahorro, la acumulación de recursos para enfrentar un futuro incierto, y muy poco se invierte en actividades productivas.

Así lo comenta Isabel Cruz Hernández, directora de la Asociación Mexicana de Uniones de Crédito del Sector Social (AMUCSS), instancia que durante los ocho años recientes ha creado 28 microbancos rurales, que ofrecen servicios financieros a personas que no tienen acceso a bancos comerciales en las zonas rurales marginadas de México. Trece de estos microbancos pagan 5 mil remesas mensuales por casi 20 millones de pesos (0.1 por ciento del total nacional).

La estadística muestra que en 2007 México captó 25 mil millones de dólares de remesas (con 70 millones de operaciones de envíos, cada uno de más de 350 dólares en promedio). De ese dinero, 40 por ciento llegó a zonas rurales marginadas, donde sólo 6 por ciento de la población tiene acceso a servicios financieros; el resto cuenta con pocas opciones más allá de guardar el dinero bajo el colchón, o de adquirir activos tales como casas o terrenos.

La AMUCSS ha realizado estudios sociológicos y de mercado en comunidades de Oaxaca, Guerrero y Puebla para detectar las actividades que se podrían financiar, aprovechando los recursos de las remesas, y los resultados chocan con lo que generalmente se piensa.

Isabel Cruz explica: las comunidades pobres con migración son muy focalizadas, pues su éxodo ocurre basado en redes sociales (uno se lleva al hermano, y luego éste apoya al compadre o a la familia para migrar, y así una cadena), y entonces conviven con otras más pobres donde la actividad agrícola –maíz, frijol, chile, calabaza— enfocada al abasto familiar continúa siendo muy importante.

En las comunidades que migran, el excedente monetario genera inflación, y eso daña a las familias donde no hay migrantes y a comunidades vecinas porque aumenta el costo de la mano de obra, “pues la gente compara y dice prefiero trabajar en Estados Unidos (EU) y ganar en dos meses lo que aquí obtengo en un año”. La situación desincentiva el cultivo agrícola y las familias siembran menos superficie (tan sólo lo que pueden trabajar ellas mismas, o lo que logra la esposa del migrante si puede contratar jornaleros).

Además, “vemos que son los viejos los que quieren seguir financiando la producción de maíz, del frijol; los jóvenes migrantes mandan dinero y no están de acuerdo en que se utilice para el campo”. Es previsible que, con el cambio generacional, la agricultura se va a desplomar. Los migrantes que regresan dan la espalda al campo y realizan inversiones en servicios, pequeño comercio, incluso invernaderos, pues quieren replicar lo que vieron en EU.

Artesanías vs agricultura . Hay comunidades que han transformado totalmente su economía, comenta la entrevistada. En la sierra norte de Puebla, en el municipio de Pahuatlán, ya nadie siembra; la gente se dedica a artesanías de papel amate, chaquira y bordados. Las remesas se invierten un poco en financiar el capital de trabajo, pero sobre todo en construcción de casas.

Migrantes otomís de San Pablito, de Pahuatlán, que viven en Carolina del Norte, dicen “estamos ahorrando para regresar, pero vemos que las cosas no se están componiendo en México”. Estas personas hacen previsiones para regresar a México pero no a su comunidad sino a ciudades como Tulancingo, que es la más cercana a su pueblo, o al Distrito Federal donde trabajaron antes de irse a EU. Allí visualizan mejores oportunidades de trabajo. “Siempre es el trabajo el que determina la elección de la migración”, dice Cruz.

Comenta que en las comunidades pobres migrantes las remesas sirven sobre todo para aumentar la inversión en salud, educación y alimentación; y en forma paralela está el construir o mejorar la vivienda. Sin migración, antes los campesinos construían sus casas en lapsos de10 a 15 años. Luego –apoyados por trabajos temporales en las ciudades de México— bajó el tiempo a ocho o 10 años, y ahora, con la migración internacional, lo hacen en cinco años. “Con acceso al crédito, que es algo que estamos haciendo con los microbancos, pueden construir en menos tiempo”.

En educación es “impresionante” lo que invierten los campesinos, comenta. Consideran que el estudio permitirá el progreso de sus hijos, y “vemos que en las comunidades de San Pablito o Xochimilco la gente paga todos los días 50 pesos en transporte para que cada niño vaya a escuelas de las ciudades cercanas. También están muy atentos a observar la calidad de las escuelas, para elegir la mejor opción.

Cobrar cuesta

Los 28 microbancos impulsados por AMUCSS son propiedad de sus 22 mil socios. Trece de estas instituciones ofrecen, sin costo alguno, el pago de envíos de varias remesadoras como Vigo, Moneygram, Intermex y Uniteller. Esto es muy importante, pues para los pobladores rurales –carentes en su gran mayoría de servicios financieros— cobrar el dinero que les mandan los migrantes implica por lo general el traslado a sus cabeceras municipales para ir a las ventanillas de las remesadoras, y tan sólo el transporte les hace erogar entre 15 y 20 dólares.

Créditos pequeños para todo tipo de actividad económica y cuentas de ahorro disponibles en cualquier momento o con inversiones a plazo, son algunos de los servicios que ofrecen los 28 microbancos. También, microseguros de vida desde 5 mil hasta 100 mil pesos; seguros para la repatriación, algo fundamental si se considera que 15 mil mexicanos mueren cada año en territorio estadunidense, y algunos servicios como pago de luz o teléfono.

El conjunto de microbancos (ubicados en Hidalgo, Guerrero, Michoacán, Morelos, Oaxaca y Puebla) manejan 12 mil cuentas de ahorro; han otorgado 50 mil créditos, y en 2006 pagaron 26 mil remesas por 110 millones de pesos.

Isabel Cruz señala que el reto de los microbancos es promover el desarrollo económico de las comunidades, aprovechando las remesas para generar créditos productivos para quienes no migran (para todo tipo de actividades, pues las familias campesinas tienen estrategias de ingreso basado en la diversidad, en la agricultura, el pequeño comercio, el jornaleo temporal), “pues hoy el atesoramiento en casas y terrenos no es algo productivo”.

Parálisis productiva. Pero hay un problema: en las comunidades marginadas se observa una gran demanda por cuentas de ahorro y una muy escasa demanda de crédito. “Esto es un síntoma terrible de estancamiento económico. Hay regiones indígenas donde hemos tenido dos o tres ahorradores por un prestatario”. Hay mucho dinero que no se usa productivamente. “En San Juan Mixtepec, en la Mixteca oaxaqueña hay siete cajas captando ahorro; el año pasado una de esas tronó por fraude y tenía 90 millones acumulados”.

La escasa demanda de crédito se explica por varias razones; una es que la producción agrícola – que ocurre en la lógica de la seguridad alimentaria familiar (con la milpa para garantizar uno o hasta tres meses de autoabasto)— está expuesta a los riesgos climáticos, a huaracanes, heladas, sequías, y a las plagas, y en estas zonas pobres nunca ha habido un sistema extensionismo o de sanidad vegetal que permita orientar a los campesinos. “Ante ello, los campesinos lo que menos quieren es administrar crédito; esto hace que sean poco proactivos y prefieren ahorrar. Y eso es muy racional. Administran los riesgos conocidos, y evitan los que no conocen”.

Hay lugares donde se tienen detectadas oportunidades de desarrollo económico, como la colecta de leche o la instalación de cooperativas para compra de insumos agrícolas y la comercialización. Es el caso de la zona de Álvaro Obregón, a 30 minutos de Morelia, Michoacán, y con vías adecuadas de comunicación, con posibilidades de mercado; allí producen maíz, trigo, frijol, ganadería. Pero no es viable la organización de los campesinos porque hay un pasado de cacicazgo, control político y corrupción con fondos financieros, que impide la confianza social. Y esto es propio de muchos lugares.

Así, los desafíos para los microbancos son muchos. Y debe considerarse también que en las zonas rurales la inseguridad está a la orden del día; a veces las propias policías son responsables de asaltos. Las instituciones financieras deben mover dinero y enfrentan la carestía de servicios profesionales de transporte (que cobran 15 mil pesos mensuales, algo muy caro para el medio rural), así como la ausencia de la aplicación del derecho y la justicia. “En el medio rural no hay o no funcionan las instituciones de justicia, y aún con papeles, no puedes tú recuperar préstamos o meter una demanda o enfrentar problemas laborales. Esto hace costosísima la gestión de los servicios financieros”.


Zonas cafetaleras: expulsión sin freno

  • Salida de productores encarece mano de obra
  • El aromático, cada vez menos redituable

Lorena Paz Paredes

La migración rural trastoca la vida de las poblaciones campesinas. No sólo viven de otra manera los que dejaron su comunidad y cruzaron la frontera; también cambian las condiciones de los quedados, que por el éxodo carecen de la ayuda de los hijos jóvenes para las labores de la milpa y la huerta.

La migración y los pequeños productores de café . A diferencia de la milpa, donde la familia puede atender desde la siembra hasta la pizca, el corte del café requiere mano de obra adicional, que se concentra en dos o tres meses al año. Cuando los jóvenes de la familia se van, merma la capacidad doméstica de atender el cafetal. Ello se combina con la escasez general de jornaleros, por la estampida migratoria, y con la elevación de los salarios rurales, que conlleva no sólo la escasez de brazos sino también el que las remesas en dólares compiten con la opción de contratarse localmente por pesos.

Para los pequeños cafetaleros con una, dos o tres hectáreas, el corte, acarreo y beneficio del café representa entre 30 y 60 por ciento de la inversión laboral. En comunidades del Istmo oaxaqueño, como Santiago Lachiguiri, esas tareas representan casi 50 por ciento del costo en trabajo, del que alrededor de la mitad tiene que ser contratado porque la familia sola no se da abasto. En comunidades tzeltales y tzotziles de los Altos de Chiapas, donde se cultiva café orgánico con rendimientos comparativamente altos (entre 10 y 20 quintales), de cada 10 jornadas de trabajo que invierte el productor en su huerta, nueve son familiares, pues las parcelas son muy pequeñas (una o 1.5 hectáreas ) y las familias numerosas, pero a la hora del corte, hay que contratar un 40 por ciento de la mano de obra.

Aun en huertas muy pequeñas, las familias necesitan trabajadores, algunos externos, para levantar la cosecha. El problema desde hace años es que las comunidades se vacían, hay escasez de mano de obra y los salarios se han elevado. En la base del éxodo en zonas cafetaleras está el desplome de los precios del aromático que se prolongó, casi sin recuperaciones, de 1989 a 2005, año en que empezó a haber una recuperación, la cual sin embargo, fue insuficiente para frenar la migración.

La Mixteca oaxaqueña . Aquí la migración viene de mucho tiempo atrás, pero en comunidades cafetaleras como Zaragoza se agudizó por la prolongada crisis de precios. Hoy en cada una de las 260 familias zaragozeñas hay por lo menos un familiar que trabaja en Estados Unidos (EU) y vive en Nueva York o Nueva Jersey, y las remesas son vitales para la economía de la población.

Los que se marchan: “De esta región mixteca se va mucho joven –cuenta un campesino–; son casi niños, chamacos y chamacas que acaban la secundaria y se van porque ya están con esa mentalidad. Se juntan en grupos de 30 o 40 y agarran camino para el Norte ayudados por polleros o por mismos familiares (...) Hay parientes allá que los reciben y los encaminan desde que salen del pueblo y les consiguen empleo en restoranes y en obras (...) Salen del pueblo a la ciudad de Oaxaca, de ahí vuelan a Nogales donde le entregan al pollero casi 2 mil dólares. Procuran irse a ciudades muy al norte aunque haga frío, porque allá la migra no los persigue tanto como en estados fronterizos (…) El viajecito les va saliendo como en 25 mil o 30 mil pesos. Y nomás para amortizar esa deuda tienen que quedarse trabajando allá por lo menos uno o dos años.” Pocos vuelven. “En Zaragoza –sigue contando– de 50 jóvenes que salen apenas regresan unos 10. Los demás allá se acomodan.”

“En vez de trabajar la huerta con sus padres –dice un viejo cafetalero– prefieren irse y hacer dólares para comprar una casa, una camioneta (...) Ése es el sueño de los jóvenes (…) el que se fue ya regresó con su camioneta, se hizo casa de material y vino a motivar a la juventud de aquí a que siga su ejemplo (…) Y es cierto, algunos salieron de pobres con la migrada, se hicieron de carros y terrenos y ganado. Pero en cambio a muchos otros les va mal, no salen de pobres y se van a morir lejos de su tierra y de su gente. Salen del pueblo por necesidad, y a la mejor, si los precios del café no se hubieran tirado tan de plano, habría menos migración (...) Pero ahora que los precios ya no están tan peores, los mixtecos siguen yéndose (...) Les gana la ambición de conocer otro país, otro idioma, de cargar dinero verde en la cartera.” Y es que la migración es necesidad pero deviene cultura, Con el paso del tiempo se consolidan los destinos laborales en EU y la puerta queda abierta para nuevos migrantes.

Pero no sólo migran los jóvenes . También muchos adultos de la comunidad se han ido por temporadas largas cuando menos una vez en su vida. Y es que en la decisión de migrar pesa mucho la diferencia entre los salarios locales y los de EU, entre lo que gana el cafetalero trabajando en su huerta y el pago por hora en dólares.

Los que se quedan. “Son personas mayores que no les queda de otra que cultivar su milpa y atender su cafetal, apoyándose en la esposa y los chamacos –cuenta un cafetalero–. Pero no es lo mismo, porque sin los hijos mayores, en vez de atender tus dos o tres hectáreas de cafetal, ya nomás atiendes una”. Muchas huertas se han abandonado, hay menos producción y los costos del trabajo se dispararon.

En la Mixteca , como en otras zonas cafetaleras, los dólares han encarecido el jornal. Si hace unos años un peón cobraba 70 ó 80 pesos el día más los alimentos, hoy no trabaja por menos de 100 o 120 pesos. Y si el precio del café es bajo, difícilmente el productor puede costear el gasto del corte. Desde 2005 mejoraron las cotizaciones del aromático y, pese a los costos del trabajo, conviene contratar cortadores, Ahora el problema es que casi no los hay.

Las remesas . La llegada de dólares financia, en parte, la producción de café de los que se quedan, y también la compra de maíz para el consumo familiar. “Antes no se compraba tanto maíz, pero hoy como llega dinero de EU, la gente compra en Diconsa en vez de sembrar milpa. Se da cuenta que cuesta más cultivar maíz que comprarlo, porque hay que quemar, tumbar monte, y luego pizcar, acarrear mazorca, entrojarlo, desgranarlo. Y la gente dice ‘Para qué tanto trabajo, mejor voy a la tienda por 50 o cien kilos'. No saben que están comprando grano alterado, contaminado, en vez de maíz limpio de nuestra tierra”.


La Coalición de Trabajadores de Immokalee

  • Fast food, campo de lucha para mejorar el ingreso jornalero

Tania Molina Ramírez

"Los trabajadores han estado debajo de la mesa para poner la comida sobre la mesa”. Así describe a La Jornada el guerrerense Lucas Benítez la situación de los jornaleros agrícolas en Estados Unidos, cuya mayoría es migrante.

Lucas Benítez es el cofundador de la Coalición de Trabajadores de Immokalee (CIW por sus siglas en inglés), organización que ha logrado una histórica transformación de la lucha de los jornaleros migrantes por mejorar sus condiciones de trabajo en Estados Unidos y que, a la vez, ha dado nuevos aires a la lucha laboral en ese país. Y lo consiguió en buena medida porque supo sumar esfuerzos con estudiantes, iglesias y políticos. Benítez recuerda que cuando llegó a Immokalee, hace 15 años, los granjeros en esta zona agrícola, la más importante de Florida, hacían lo que les venía en gana y los trabajadores aceptaban los bajos salarios y los malos tratos (los patrones llegaban a andar armados).

La historia conocida es que la CIW (www.ciw-online.org) desafió al gigante Taco Bell y, tras una lucha nacional de cuatro años, consiguió en 2005 que aceptara pagar al jornalero un centavo más por cada libra de tomate. Taco Bell también aceptó que buscaría que los agricultores respetaran los derechos laborales de los jornaleros, y se comprometió a dejar de comprar el tomate de aquellos rancheros que incurrieran en “graves violaciones” de los derechos.

Respaldos políticos . Pero, más allá del fundamental logro económico, destaca el hecho de que la coalición logró abrir la lucha de quienes pizcan tomates (cerca de la mitad mexicanos) a la solidaridad de otros sectores de la sociedad: la iglesia (the National Council of Churches, the Presbyterian Church), los estudiantes y personajes políticos (Jimmy Carter y Ethel Kennedy, viuda de Robert F. Kennedy).

Su siguiente gran batalla fue contra la mayor cadena de fast-food del mundo, McDonald's. La CIW obtuvo una victoria en dos años, en abril de 2007. El acuerdo consistió en los mismos términos que Taco Bell y además la cadena se comprometió a colaborar con la CIW para aplicar un mecanismo de monitoreo de las condiciones laborales en los campos e investigar abusos.

“McDonald's y Yum Brands (compañía madre de Taco Bell) nos han reconocido como el motor” de sus comidas, dice Benítez.

Ahora, la CIW , que agrupa a más de 5 mil jornaleros, libra una batalla contra Burger King. Pero al parecer la gran industria cambió de estrategia y colocó a los jornaleros organizados en una situación difícil: “Burger King hizo una alianza con la principal asociación de agricultores de tomate en Florida, la cual anunció que impondrá una multa de 100 mil dólares al agricultor que dé a conocer sus registros de pago. Con esto, las compañías se han espantado y están a punto de parar el pago”, cuenta Benítez. (Los granjeros deben mostrar sus registros a Yum Brands o McDonald's, para que éstos desembolsen al jornalero la debida cantidad extra).

La solidaridad de muchos se mantiene: el National Farm Worker Ministry (Ministerio Nacional de Trabajadores del Campo), cuatro senadores y organizaciones estudiantiles han externado su apoyo a los jornaleros.

Además, los medios continúan dándoles una amplia cobertura, desde The New York Times hasta el británico The Independent .

“Hoy el problema no es sólo de los trabajadores migrantes, se convierte en algo parecido a lo que se vio con la gente de color en los años 60. Es una lucha más grande, un problema de la sociedad estadunidense. Si no se cura, sería la segunda vergüenza más grande del país, después de la segregación”, concluye Benítez.


Falta de trabajo en México: razón de indígenas para irse

  • Casas de cemento y varilla en Oaxaca, gracias a las remesas
  • Defensa de identidad y de derechos laborales, interés del FIOB

FOTO: Hernán García Crespo

Rufino Domínguez Santos

Quienes optamos por sobrevivir en tierras ajenas, lo hacemos porque en nuestras comunidades no hay oportunidades de trabajo; lo poco que hay es con salario mínimo y no alcanza para vivir dignamente por el alto costo de la vida; por el bajo precio de lo que producimos, como maíz, frijol, artesanías y toda la gastronomía indígena, que no son reconocidos por sus valores de trabajo y de uso.

Esto ocurre con gobiernos que van y vienen, primero del PRI, y ahora con los flamantes presidentes impulsados por el PAN, que no han gobernado como debe ser, porque pueblos y comunidades indígenas seguimos olvidados y marginados. Como siempre.

Al principio de los 80 comenzó una gran migración de indígenas oaxaqueños a Estados Unidos (EU), familias enteras cruzaban la frontera con el valor civil de entrar a un país extraño, ajeno a todo lo nuestro. Al llegar acá, con un día de trabajo puede uno comer durante una semana, y en México hay que trabajar una semana para comer un día. Tiene uno cama, refrigerador, estufa, carro y lujos que no contamos en nuestras comunidades.

Sin embargo, no todo es rosa: hay problemas similares a los que padecíamos en nuestro país. Por ejemplo, faltan viviendas dignas; los migrantes tienen que vivir donde puedan, como los del condado norte de San Diego, en Santa Rosa y Salinas, California, que moran debajo de la tierra, en casas de cartón y plástico, y con la amenaza constante de las autoridades de ser desalojados pues, dicen éstas, “contaminan el ambiente”. En Oregon y Washington hay temporadas de cosecha en que se vive en parques, debajo de lo s árboles o en automóviles, porque la renta es muy alta.

En 1991 el Instituto de Estudios Rurales de California (CIRS, por sus siglas en inglés) estimó que los indígenas provenientes de Oaxaca sumaban unos 50 mil en ese estado, pero ahora, después de 16 años, la cifra se ha triplicado y hay al menos medio millón en todo EU. Un esfuerzo que hizo el Frente Indígena de Organizaciones Binacionales (FIOB), con la Asistencia Legal Rural de California (CRLA por sus siglas en inglés), fue incluir en el censo general de población de 2000, la palabra “otros”, para registrar a los indígenas migrantes, como mixtecos, zapotecos, chatinos, etcétera. Sin embargo, hasta ahora no tenemos cifras exactas.

El primer sentimiento de los familiares de los migrantes es la preocupación de no volver a ver a sus seres queridos con vida, por lo difícil que es el cruce por los asaltos y por las operaciones del gobierno estadunidense llamadas “guardián” en California, “salvaguarda” en Arizona y “Río Grande” en Texas, sin hablar del inservible muro que comenzó a construirse desde hace más de 10 años y que en nada va a detener la migración. La mayoría de los indígenas migrantes son jóvenes de entre 13 y 50 años de edad, y muchos ni siquiera han terminado la educación primaria.

Un número significativo de indígenas están cambiando de religión, de la católica a las protestantes; no puedo decir que la católica sea la mejor, pero la mayoría de las religiones creadas en EU son para controlar a las personas, hacerlas pasivas, que no se preocupen por las injusticias y que oren por una vida mejor después de la muerte. Lo peor es que les dicen a sus fieles que se olviden de sus costumbres y tradiciones, por ejemplo el tequio, y que cambien la colectividad por el individualismo o las danzas por los disfraces del Halloween. Hablan de una hermandad que en la práctica no existe.

Contribución para las comunidades de origen. En lo económico, un efecto positivo en los migrantes, indígenas o no, es que en EU se vive un poco mejor, a pesar de los problemas. Tenemos mejor alimentación y vestido y disfrutamos del paseo de fin de semana. La mayoría tiene carro y teléfono, algo indispensable en la vida cotidiana y, lo mejor, hay un pequeño porcentaje de familias que han comprado casas, terrenos, y se dedican a sus propios negocios.


Movilizaciones del FIOB en 2006 FOTO: FIOB

Pero la mejor economía se refleja en las comunidades de Oaxaca, donde las casas de zacate, tejamanil, tejas o adobe, han sido remplazadas por otras con cemento, varillas y alambrones, materiales no vistos hace 20 años. En general, podemos encontrar que la mayoría de estas casas están abandonadas, porque sus dueños se encuentran en EU.

Los tequios de los migrantes y sus aportaciones económicas son utilizados para el mejoramiento comunitario de calles, agencias municipales e iglesias, y para construir puentes y canchas deportivas. Sin embargo, se ha creado una dependencia de los dólares sin que se invierta en desarrollo económico o para crear empleos; muchos esperan las remesas para vivir, construir casas, pero no inician proyectos que les ayuden a multiplicar el dinero porque no tienen asistencia técnica.

En la década de los 70 las comunidades de migrantes seguían manteniendo una relación estrecha con los indígenas migrantes que vivían en el Distrito Federal, pues continuaban practicando los derechos y deberes cívicos, ya que eran nombrados, por asambleas generales y públicas, para servir como autoridades, desde topiles hasta agente municipal, siempre y cuando contribuyeran, económica o administrativamente, al mejoramiento de la comunidad. Esto ya es un mandato en muchas comunidades de Oaxaca con los migrantes, y si alguien no quiere cumplir con el pedido, se arriesga a perder sus derechos ciudadanos y sus bienes materiales. Varias autoridades nombran sus representantes en EU, quienes se encargan de hacer reuniones y colectar las cooperaciones que luego son enviadas a las comunidades. Esto es importante porque en algunas comunidades sólo quedan personas mayores, mujeres y escasos niños. Si no fuera por esa práctica, tal vez los mismos de siempre harían el trabajo o lo tendría que asumir una mujer.

La formación en EU de varias organizaciones indígenas migrantes desde principios de los 80 se debe a las constantes violaciones en materia laboral y de derechos humanos. Después de haber cruzado la frontera, llegamos a un país con leyes e idioma diferentes, y es por eso que se deben conocer los derechos y las obligaciones para evitar problemas. Para el FIOB, la defensa de la identidad indígena fue la razón principal de su formación el 5 de octubre de 1991, en Los Ángeles, California, ya que desmentimos y cambiamos la “celebración” de los “500 años de descubrimiento de América” por “resistencia indígena”.


Rechazo del FIOB a la Ley Antiterrorismo FOTO: FIOB

Intérpretes indígenas. En octubre de 1993, y ante innumerables casos de violaciones a la ley laboral del estado de California, comenzó el Proyecto de los Pueblos Indígenas de CRLA, a iniciativa del FIOB; se contrató a dos personas que hablan el idioma tu'un savi (mixteco) y se organizaron talleres educativos en el propio idioma sobre la ley laboral en áreas de alta concentración de los mixtecos en California. Este proyecto quedó permanente con 10 trabajadores indígenas con diferentes idiomas, pero luego se extendió a Oregon y Michigan con otras organizaciones legales, a principios de 2003.

En 1996 se empezó el Proyecto de Intérpretes Indígenas, a escala nacional, en los idiomas zapoteco, mixteco, triqui, chatino, etcétera, para que las personas que tenían problemas con la ley y fueran juzgadas en las cortes de EU pudieran defenderse utilizando su primer idioma. Veinte indígenas fueron capacitados de manera intensiva y con ética profesional; ahora ellos interpretan en diferentes instituciones.

El FIOB participó en las históricas movilizaciones de los migrantes que comenzaron el 6 de marzo de 2006 en Washington, DC, y que fueron multitudinarias en varias ciudades. Fueron respuesta a la aprobación de la Cámara de Representantes en diciembre de 2005 de la Ley para la Protección de la Frontera , Antiterrorismo y Control de la Inmigración Ilegal , conocida como HR 4437. Era una de las medidas más antihumana, injusta, discriminatoria y racista en contra de todos los migrantes.

La participación política de los indígenas en EU ya se ha hecho sentir para los que se han convertido en ciudadanos –ya sea por la amnistía de 1986 o por ser hijos nacidos aquí–, con el derecho a voto. Se ha visto ya la candidatura de indígenas para concejales o, como en el caso de Fausto Sánchez, un mixteco de San Juan Mixtepec y residente de Arvin, California, para dirigir el Distrito Escolar. Pero sobre todo la comunidad indígena oaxaqueña se ha ganado el respeto y la admiración de personas que antes las discriminaban.

Coordinador General del Frente Indígena de Organizaciones Binacionales (FIOB)


El FIOB, 17 años

A principios de 2005, al tiempo que renovaba su directiva, el Frente Indígena Oaxaqueño Binacional (FIOB) cambió su nombre a Frente Indígena de Organizaciones Binacionales, pues se incorporaron a la organización purépechas de Michoacán, de modo que actualmente el FIOB agrupa indígenas zapotecas, mixtecos, triquis, mixes, chatinos, nahuas y purépechas. Con bases que se distribuyen entre California, Baja California, Oaxaca y Michoacán, la organización pluriétnica y binacional tiene hoy unos 20 mil agremiados, 75 por ciento de los cuales corresponden a 73 comunidades oaxaqueñas tanto de la zona mixteca como de la zapoteca, el Istmo y los Valles Centrales. En EU el Frente cuenta con representaciones en Los Ángeles, San Diego, Fresno y el Valle de San Joaquín, en California. Mientras que en el noroeste mexicano sus comités se ubican en Tijuana y San Quintín, Baja California

La masiva migración oaxaqueña a Estados Unidos es relativamente nueva comparada con la de Jalisco, Michoacán o Zacatecas, pero desde fines de los años 70 comenzaron a formarse agrupaciones locales como la Unidad Mixteca Tequistepec (UMT), integrada por paisanos de este municipio, y el Comité Cívico Popular Mixteco (CCPM), con trabajadores provenientes de San Miguel Tlacotepec, entre otras. Diez años después ya había convergencias, como el Primer Encuentro de Organizaciones Mixtecas en California, de 1985, y la constitución de la Asamblea Mexicana por el Sufragio Efectivo (AMSE), formada en el mismo estado durante 1988, para defender el presunto triunfo electoral de Cuahutémoc Cárdenas, candidato a la Presidencia de la República. Al calor de la repulsa a los festejos del llamado “Encuentro de dos mundos”, se fortalece el indianismo, y en 1991 nace el Frente Mixteco-Zapoteco Binacional, que en 1994 se transforma en Frente Indígena Oaxaqueño Binacional (FIOB), pues se habían incorporado chatinos, triquis, mixes, y otros. El FIOB ha sufrido desprendimientos, como el que derivó en la constitución de la Red Internacional de Indígenas Oaxaqueños (RIIO), pero también forma parte de frentes más amplios, como el Consejo Indígena y Popular Oaxaqueño Ricardo Flores Magón (CIPO), integrado en 1997, y el Congreso Nacional Indígena (CNI), donde se condensa la nueva efervescencia étnica despertada por los proverbiales 500 años y catalizada a partir de 1994 por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

En el 2000 el FIOB se dividió y estuvo a punto de desaparecer, sin embargo cinco años después no sólo sobrevive sino que está considerablemente fortalecido. En California y Baja California el Frente defiende los derechos laborales de los trabajadores indígenas migrantes, al tiempo que reivindica su cultura e identidad, mientras que en Oaxaca asesora autoridades municipales, impulsa cajas de ahorro y ha comenzado a experimentar con proyectos productivos. En su V asamblea, celebrada en la ciudad de Oaxaca durante el mes de marzo del 2005, el FIOB definió así su cometido: “Contribuir al desarrollo y autodeterminación de los pueblos indígenas migrantes y no migrantes, así como luchar por la defensa de los derechos humanos con justicia y equidad de género”. Respecto de la migración, uno de los activistas del Frente considera que las actividades productivas que se están impulsando en Oaxaca, en alguna medida contribuyen a la frenar el éxodo. “Retener a la gente es muy difícil –dice– pero no podemos quedarnos con los brazos cruzados”.

En todo caso, lo que llama la atención del FIOB no es tanto su capacidad para impulsar acciones que contrarresten significativamente la migración, como su evidente capacidad de enfrenar organizadamente las difíciles condiciones en que se desarrolla el éxodo. Y destaca aún más si tomamos en cuenta que se trata de migrantes que se incorporaron a la diáspora no hace más de cien años, como los jaliscienses, durangueños, michoacanos y zacatecanos, sino hace apenas tres décadas. Y finalmente hay que destacar que se trata de personas de origen indígena, que en el noroeste mexicano y en EU se vinculan a las actividades agrícolas. Y es quizá por ello que el FIOB es una organización ejemplar que se ha mantenido viva por tres lustros, que tiene una directiva multiétnica y que a diferencia de los clubes mestizos de Zacatecas, Durango, etcétera. cuenta con una fuerte organización en sus lugares de origen.

Armando Bartra