premio nacional de ciencias y artes 2007
Sergio Fernández recibe el galardón en el área de Lingüística y Literatura
“Sólo soy un profesor que sabe de literatura porque la escribe”
Reconoce a la UNAM como su máxima casa; la pequeña la integran su hija y nietos
Impulsa la creación de la cátedra Cervantes; el escritor tenía un vocabulario de 26 mil palabras
Ampliar la imagen El ganador del Premio Nacional de Ciencias y Artes en la rama de Literatura y Lingüística, Sergio Fernández Foto: Carlos Cisneros
A sus 81 años, el catedrático, investigador y escritor Sergio Enrique Fernández y Cárdenas, Premio Nacional de Ciencias y Artes 2007 en el campo de Lingüística y Literatura, dice sentirse muy afortunado y reconoce que ha sido la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) “la que me ha dado todo”.
Aun cuando en estos momentos sufre de ciertos problemas para caminar, continúa trabajando, escribiendo e investigando. “Ganas no me faltan de seguir haciendo cosas. Hago un poco de bicicleta fija, mientras me vienen algunas ideas”, comenta el especialista, quien por muchos años se dedicó a formar a decenas de generaciones en la facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
Actualmente sus días “son muy recoletos”, de estar en su casa y estudio, desde donde también impulsa que se instituya la cátedra Cervantes, pues como escritor –explica– “Miguel de Cervantes Saavaedra es un caso excepcional, es el autor que más vocablos usados tiene, aproximadamente 26 mil. Un ensayista a lo más que llega es aproximadamente a cinco mil y otras personas hablan tres mil. El vocabulario de Cervantes es gigantesco y por eso uno tiene que recurrir al diccionario constantemente”.
El estudio y admiración que tiene por Cervantes es el mismo que le tiene a Sor Juana Inés de la Cruz y a los autores del Siglo de Oro español, y entre los autores no latinos que lo han influido –dice– están Henry James, Robert Louis Stevenson, Marcel Proust y Thomas Mann.
“De hecho, recientemente he estado leyendo una interesantísima correspondencia entre Stevenson y Henry James”.
Trabajos inéditos
Como ensayista, asegura que tiene una serie de trabajos “aún no divulgados o publicados con muy mala suerte, pues en un libro reciente, titulado Todo para los dioses, editado por el CNCA, me pidieron que quitara el escrito sobre Elena Garro; de estúpido acepté, para que el volumen saliera. El escrito se lo di a la revista Proceso, pero lo editaron mal; no obstante, ahí esta el trabajo completo de la Garro, de quien fui amigo hasta donde se podía serlo. Ahora tengo la intención de publicar esa serie de ensayos sueltos en un solo libro. De los que recuerdo tengo algunos sobre Cernuda, Federico García Lorca, uno que todavía no es el definitivo sobre ópera y sobre tres grandes bailarines: Nijinski, Isadora Duncan y Anna Pavlova”.
Fernández y Cárdenas realizó sus estudios de maestría y doctorado, con mención magna cum laude, en lengua y literatura Españolas en la UNAM. Fue becario dos veces del Instituto de Cultura Hispánica de Madrid, para la Universidad Complutense y para la Universidad de Salamanca.
Ha impartido cursos en El Colegio de México y las universidades de Colonia, en Alemania; Sao Paulo, Brasil; San José de Costa Rica; La Jolla, California; Utrecht, Ámsterdam y Gröeningen, en Holanda, y Lisboa, en Portugal.
Con una trayectoria de más de 50 años en el mundo de las letras, también ha sido profesor visitante del Centro de Estudios Italo-Latinoamericanos de Roma, Italia, de las universidades europeas de Bolonia, Cracovia y Varsovia, estas últimas en Polonia; Gotemburgo y Estocolmo, en Suecia; de las universidades latinoamericanas de San Marcos, Quito, Guayaquil, Sao Paulo y Panamá, así como de las universidades estadunidenses de Columbia, San Antonio, Bloomington, Darmouth College y Notre Dame.
Es investigador emérito del Sistema Nacional de Investigadores desde 1994. De su obra narrativa destacan Los signos perdidos, En tela de juicio, Los peces, Segundo sueño, Olvídame y Por lo que toca a una mujer.
De acuerdo con el jurado, el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2007 le fue conferido “por haber combinado con excelencia la creación literaria, el desempeño académico y la investigación sobre hitos fundamentales de la literatura hispánica”.
El maestro Fernández afirma “no haber escrito nada serio sobre el movimiento estudiantil de 1968; sin embargo, en mi vida fue algo muy fuerte e importante.
“Participé en la primera manifestación que realizó el rector y maestro (Javier) Barros Sierra y en la marcha del silencio. La matanza del 68 no me tocó por suerte, pues iba a ir con un amigo que tenía coche, pero en ese momento, sobre Río Churubusco, vimos pasar los tanques, entonces le comenté a mi amigo: ‘éstos van a sitiar la universidad’ y él dijo, ‘cómo crees’. Entonces los empezamos a seguir. Se estacionaron justo donde está la gasolinera, por donde se entra a la institución. Y de ahí los soldados penetraron a la universidad. Nosotros escapamos de allí hacia Tlalpan, donde me había citado con gente que estaba muy comprometida con el movimiento.
“Hubo una ocasión en que a José Revueltas me lo llevé a la casa de Arturo Cantú, donde estuvo metido durante varias semanas, pero se salió y lo metieron a la cárcel. En su momento lo velamos en el auditorio Che Guevara, que hoy está invadido por estos muchachos que son como chinches. En ese homenaje llevé un inmenso ramo de rosas rojas, casi negras, que se llamaban Luto de Juárez.”
Amigo de Rosario Castellanos, Luisa Josefina Hernández, Jaime Sabines, Luis Rius, Enrique Álvarez Félix, así como de la poeta Pita Amor y Frida Kahlo, Fernández recuerda que en cierta ocasión los tres fueron a la ópera al Palacio de Bellas Artes. “Pita me decía ‘caramelo’, y un día me habló por teléfono y me dijo: ‘caramelo, acompáñame a Bellas Artes, porque voy a ir con Friduchín a la ópera’. Entonces ahí vamos. Ya adentro estas dos locas andaban grite y grite, burlándose del espectáculo, y nos corrieron. Era la ópera Carmen, cantada por Giulietta Simionato”.
En aquel entonces, dentro del ámbito artístico e intelectual Sergio Fernández era el más joven de todos. “Era un círculo muy cerrado y en ese sentido teníamos una expansión de criterio, podíamos decir lo que queríamos. Hoy día lo que vemos de manera más abierta, por ejemplo, es que hay más matrimonios de hombres con hombres; eso, que no existía en aquella época, nosotros lo dábamos por hecho”.
Para el autor de Los peces, el devenir político de nuestro país “ha sido fatal. No soy optimista en ese sentido. Sé poco de política, pero como mexicano estoy enterado y no me gusta la situación. Por ejemplo, el que (Andrés Manuel) López Obrador se haya dejado ganar la Presidencia me hace sentir un poco de menosprecio; y aclaro que no soy partidario de Calderón, ni sé adónde va. En la actualidad me parece alarmante la cuestión de que se privatice de alguna manera Pemex, eso sería un desastre.
“He intentado, más que una biografía, hacer un testimonio sobre aquel México de la época de Mascarones, donde se ubicaba la facultad de Filosofía y Letras, hasta el México de hoy. Aún no lo logro conformar, empero, es evidente que era completamente distinta la ciudad. Era apacible, sin el alto índice de atracos o la violencia que hoy se vive a causa del narcotráfico.”
Sorprendido por el galardón, Sergio Fernández reconoce a la UNAM como su “máxima casa. Mi casa pequeña es mi familia que vive en Italia, mi hija, su esposo y mis dos nietos. Lo único que siento mucho es esa lejanía y no poder visitarlos con frecuencia”.
Para concluir, expresa: “Yo lo que creo que soy es un profesor que sabe de literatura porque la escribe. No porque la literatura que escribo sea excelente, pero eso me ayuda a saber lo que son otros libros. Al final creo que soy un buen lector. El único consejo que puedo ofrecer es el de escribir y leer. Sobre todo leer. A mí me queda poco tiempo de vida, lo expreso sin amarillismos, y por ello me dedico sólo a los clásicos”.