Economía Moral
Emigración internacional por regiones y pobreza
El análisis regional confirma la no asociación entre emigración y pobreza
Buscando la respuesta de si son los más pobres los que tienen mayor tendencia a volverse emigrantes internacionales, en la entrega anterior (Economía Moral, 01/02/08) analicé la relación entre estrato social y probabilidades migratorias, concluyendo que no hay tal asociación. Este análisis se complementa con el que busca observar si son las entidades con más población indigente y pobre las que tienden a expulsar a más personas al exterior.
Al desagregar entre medio rural y urbano el análisis de las probabilidades migratorias entre los seis estratos del nivel de vida que en la entrega anterior analicé a nivel nacional, y comparar las curvas de probabilidades migratorias por personas del medio urbano y rural entre sí, y las de ambas con la nacional, se encuentra que: 1) La curva urbana se encuentra por debajo de la nacional en todos los estratos, mientras la rural se encuentra muy por arriba de ambas, denotando las mucho más altas probabilidades migratorias de los habitantes del medio rural. 2) En ambos medios el estrato con menor probabilidad migratoria es el de los indigentes, y el de más altas probabilidades es la clase alta. 3) La curva urbana es totalmente ascendente, mientras la rural casi lo es. 4) En ambos medios los indigentes pasan de ser el estrato de más altas probabilidades emigratorias entre los pobres a ser, de los seis estratos, el de menores probabilidades migratorias. Estas evidencias muestran que la calidad de ruralidad pesa más que la de indigencia en la emigración al exterior.
La curva de hogares que asocia las probabilidades que un hogar sea expulsor de migrantes internacionales a su estrato de pertenencia, que a nivel nacional (véase Economía Moral 01/02/08), tenía forma de U adopta en el medio rural la de un azadón y en el rural la de un cucharón invertido. Los hogares indigentes dejan de ser los de mayores probabilidades de ser expulsores de migrantes al exterior, como resultaba en el análisis nacional, aunque en el medio urbano se mantiene como el de las probabilidades más elevadas después de la clase alta, pero muy por debajo de ella. La probabilidad de un hogar urbano de ser expulsor desciende suavemente desde los indigentes hasta el estrato con necesidades básicas satisfechas (con NBS), aumenta levemente en la clase media que queda; sin embargo, debajo de los indigentes y de los muy pobres, y sube bruscamente en la clase alta que queda casi un punto y medio por arriba de los indigentes. En el medio rural las probabilidades de ser expulsor aumentan entre los hogares pobres a medida que pasamos de la indigencia a la pobreza moderada, descienden en “con NBS” y suben mucho entre la clase media y alta, alcanzando en ésta un altísimo 10.7 por ciento. Las probabilidades en el medio rural son aproximadamente el doble de las del medio urbano. Estos datos permitirían sostener la tesis que mientras mayor es el nivel de vida mayor es la tendencia de las personas a emigrar al exterior. Los resultados paradójicos a nivel nacional, en el cual los indigentes tienen de las más altas probabilidades de emigrar o de ser hogares expulsores, se explican por un efecto de composición de las realidades de ambos medios.
Pasemos al análisis por entidad federativa. Jalisco, Michoacán y Guanajuato ocupan los tres primeros lugares, en ese orden, en los números absolutos de emigrantes que dejaron sus hogares entre 1995 y 2000 para ir a vivir a otro país, con magnitudes muy similares entre ellos (172 mil, 167 mil y 166 mil respectivamente), seguidos por el Estado de México, Veracruz, DF y Guerrero. En estas siete entidades se genera el 53.7 por ciento de los emigrantes del país. Si se añaden los tres siguientes en el orden, Puebla, Zacatecas y San Luis Potosí, se alcanzan las dos terceras partes entre 10 entidades federativas (menos de la tercera parte de ellas).
En cambio, al ordenar las entidades federativas por probabilidad migratoria (personas emigrantes en el periodo 1995-2000 entre habitantes en el año 2000) Zacatecas resulta la entidad con la probabilidad migratoria más alta (5 por ciento, lo que significa que una de cada 20 personas de la entidad se fueron del país en el periodo 1995-2000) seguido de Michoacán (4.2 por ciento) y Guanajuato (3.6 por ciento), y ya con probabilidades más bajas, entre 2 y 3 por ciento, se sitúan en orden descendente Durango, Morelos, Nayarit, Aguascalientes, Hidalgo, Jalisco, San Luis Potosí, Guerrero y Colima. Dadas las enormes diferencias de tamaños poblacionales entre entidades federativas, no es de extrañar que las ordenaciones absolutas y relativas de emigración sean muy diferentes.
Para analizar la asociación entre pobreza e indigencia, en la Gráfica anexa se muestran los rangos que ocupan las entidades federativas al ordenarlas por dos criterios: el número absoluto de emigrantes brutos en el periodo 1995-2000 y el número de personas que viven en la indigencia. En el eje de las abscisas las entidades se han ordenado por valor descendente del número absoluto de personas que emigraron al exterior. Si la indigencia fuera determinante principal de la emigración internacional, las dos ordenaciones serían iguales. Sin embargo, como se aprecia, los rangos de indigencia difieren, por arriba o por debajo, del rango que la gráfica expresa en el eje de las ordenadas. Michoacán, por ejemplo, segundo en emigración internacional, es el lugar 6 en indigencia. Casos extremos de desviación son el de Chiapas, que se encuentra entre las siete entidades federativas con menos emigración (número 26) cuando es el lugar 4 en indigencia, y el de Tabasco, que es el 29 (antepenúltimo) en emigración a pesar de que es el 13 en indigencia. Con una desviación en sentido contrario se encuentra Zacatecas que es el 9 en migración a pesar de su lugar mucho más abajo en materia de indigencia (17). Así, el análisis regional ratifica que no hay una asociación entre pobreza y emigración al exterior.