Usted está aquí: viernes 8 de febrero de 2008 Política Caras largas de Latapí y Morales

Caras largas de Latapí y Morales

Alonso Urrutia

Apenas pasado el mediodía comenzaron las llamadas largamente anunciadas y, hasta ayer, igualmente postergadas por los diputados. Esta vez no hubo ya avisos esperanzadores ni previsiones de una nueva tregua. La notificación fue terminante desde San Lázaro: los consejeros Alejandra Latapí y Rodrigo Morales fueron los elegidos y a partir de ayer cesaron en sus funciones.

“Termino mi gestión y no tengo ningún comentario”, sintetizó Latapí con evidente desánimo vía telefónica. “No tendría nada que añadir”, dijo por su parte Morales, quien añadió que por fin había terminado la espera.

Y sí, por fin había llegado el día del juicio final, la hora de purgar errores y omisiones del polémico 2006. Eso se percibía en la sede del Instituto Federal Electoral (IFE), a la cual no asistieron más que dos consejeros: el que fungió hasta ayer como presidente provisional, Andrés Albo, preparando el relevo, y Lourdes López, ambos con su destino marcado ya para agosto, según lo dispuesto por los diputados federales.

“Espero que la designación de los nuevos consejeros sea una nueva oportunidad para que la institución pueda reconstruir su credibilidad”, resumió López, para quien la llegada de Leonardo Valdés como consejero presidente es una garantía probada de experiencia en materia electoral.

Oficinas vacías, en un ambiente que iba de la incertidumbre a la desazón, excepción hecha de las que ocupan los tres consejeros favorecidos con la condonación de culpas por los enredos de 2006.

Las conjeturas en torno a los criterios utilizados para su permanencia aludían a una suerte de equilibrios para que las fuerzas que originalmente los postularon preservaran a sus principales operadores que, a la par con los que se incorporarán desde hoy, se adecuan a una nueva conformación gatopardista en el IFE: que todo cambie para que todo siga igual. PRI y PAN, PAN y PRI dominan el Consejo General rumbo a 2009.

La mañana transcurrió con las oficinas semiparalizadas en espera de la decisión que emanaría de la Cámara de Diputados y de que se corroboraran las decenas de rumores y enredos que circularon en los últimos días en una interminable danza de nombres, en la cual solamente una parecía ser consistente y lo fue hasta el final: Alejandra Latapí.

La razón era simple: originalmente propuesta por el PRI para que llegara a consejera desde su cargo de cabildera de los organismos empresariales en la Cámara de Diputados, mantuvo un apego consistente al bloque panista y, por ende, un distanciamiento de las posturas priístas en los temas claves del proceso electoral.

Su actuación se habría valorado como una traición inadmisible y en el rejuego de ajedrez para conservar piezas afines era necesariamente prescindible para el priísmo. Apenas recibió la llamada de la Cámara de Diputados, oficializándose su inmediata remoción, discretamente personal operativo remitió cajas vacías a su oficina para acelerar la mudanza y despejarla a la espera de los nuevos consejeros.

Rodrigo Morales fue el otro consejero que abandonó ayer sus oficinas. Su suerte –confesaba a colegas en días recientes– había cambiado radicalmente desde la llegada de Germán Martínez a la presidencia del PAN, por el distanciamiento que tuvo con éste durante el proceso de 2006.

En las oficinas de los partidos que formaron la coalición Por el Bien de Todos algo no terminaba de cuadrar: la sobrevivencia de Arturo Sánchez en el Consejo General del IFE, identificado por esos institutos como la cabeza real del bloque panista de consejeros que operó en 2006.

 
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