Usted está aquí: martes 5 de febrero de 2008 Mundo El supermartes puede definir al candidato republicano, pero no al demócrata

La amplia ventaja de hace meses de Clinton, en jaque por el fenómeno Obama

El supermartes puede definir al candidato republicano, pero no al demócrata

Encuestas recientes indican que John McCain supera con 20% a su más cercano rival

David Brooks (Corresponsal)

Ampliar la imagen La creciente popularidad de Barack Obama acabó con las expectativas de los estrategas de Hillary Clinton, que apostaban que para estas fechas ya estaría definida la candidatura demócrata en favor de la ex primera dama. La imagen, ayer en Nueva Jersey La creciente popularidad de Barack Obama acabó con las expectativas de los estrategas de Hillary Clinton, que apostaban que para estas fechas ya estaría definida la candidatura demócrata en favor de la ex primera dama. La imagen, ayer en Nueva Jersey Foto: Reuters

Nueva York, 4 de febrero. Lo más sorprendente en vísperas del supermartes, cuando más de 20 estados celebran elecciones primarias, es que todo indica que no sucederá lo pronosticado hace unas semanas: los resultados no darán una clara ventaja, y mucho menos, establecerán como ganador a ninguno de los dos contendientes del Partido Demócrata, aunque para los republicanos podría ser el momento determinante para la selección de su candidato a la presidencia.

Hillary Clinton, la precandidata demócrata, gozaba de amplios márgenes de ventaja en varios de los estados más importantes que estarán en juego este martes. Sólo hace unas semanas, ella y sus estrategas apostaban que para esta fecha quedaría anulada cualquier competencia; de hecho, la cúpula del partido diseñó este calendario electoral más apretado culminando con el supermartes justo para lograr ese objetivo. Pero el fenómeno de Barack Obama los sorprendió y ha puesto en jaque a Clinton.

Las últimas encuestas –el promedio de cinco encuestas nacionales tiene ahora a Clinton con 45 contra 43 por ciento para Obama– registran un empate técnico a nivel nacional, pero las batallas electorales se libran estado por estado, donde hasta ahora Clinton continúa con una ventaja en la mayoría de los 22 estados en juego este martes.

Sin embargo, Obama ha cerrado el margen en casi todos, llevando a varios analistas a considerar que podría estar a punto de sobrepasar a Clinton, pero tal vez le faltará tiempo para lograrlo este martes, donde aproximadamente la mitad de todos los delegados a la convención nacional del partido serán electos.

Esta dinámica ha llevado a que cada vez más comentaristas, analistas y estrategas electorales consideren que Obama podría estar descarrilando la coronación de Clinton como candidata presidencial, al conectarse con el hambre generalizada por “un cambio” en el país. Esto coloca a Clinton cada vez más como representante del pasado (se repite eso de que un Bush o un Clinton han estado en la Casa Blanca durante más de 20 años).

Aunque Obama no ofrece nada que se parezca a un cambio fundamental en lo sustantivo –en casi todo tema hay muy poca diferencia entre ambos–, sí ha logrado despertar una expectativa, o por lo menos dar voz a un hartazgo y un deseo por “otra cosa”. Esto se registra tanto en una creciente participación de jóvenes por primera vez en mucho tiempo –algunos indicadores dicen que en números sin precedente hasta ahora– junto a un notable cambio en sectores considerados fieles a Clinton, sobre todo los latinos, sectores afroestadunidenses, sindicatos y hasta mujeres políticas (entre ellas dos gobernadoras, una senadora federal, líderes sindicales y la superestrella de televisión Oprah Winfrey).

Esta ola de apoyo entre las bases también ha sido acompañada por divisiones en la cúpula del partido, la cual hasta hace poco estaba controlada por los Clinton y sus aliados. Pero ese control se ha fragmentado, empezando con el apoyo del poderoso senador Edward Kennedy. En un golpe más a Clinton, otro integrante de la familia Kennedy anunció su apoyo a Obama ayer: Maria Shriver, la primera dama de California, esposa del gobernador republicano Arnold Schwarzenegger (quien apoya al republicano John McCain); se sumó a Edward, Caroline (hija de JFK) y más recientemente a Ethel Kennedy, la viuda de Bobby, en apoyar a Obama.

Otras muestras de la fragmentación incluyen el respaldo de las gobernadoras Janet Napolitano de Arizona; Kathleen Sebelius, de Kansas, y la senadora federal por Missouri Claire McCaskill, quienes hoy firman un artículo publicado en el Wall Street Journal declarando que “una vez en cada generación llega una oportunidad... para construir una nueva mayoría por el cambio. La candidatura de Barack Obama nos ofrece esa oportunidad. Como demócratas, como estadunidenses, tenemos que tomarla”.

El premio mayor del supermartes es California –el estado más grande en el mapa electoral– donde hasta hace poco Clinton tenía una ventaja de dos dígitos sobre Obama. Desde ayer, las encuestas los tienen virtualmente empatados: la de Field Poll tiene a Clinton con 36 por ciento y Obama con 34 por ciento. Algo parecido ocurre en otros estados donde Clinton tenía una clara ventaja, incluyendo Nueva Jersey, Missouri y Arizona, y tal vez hasta Massachusetts.

Pero aun si Clinton logra ganar casi todos estos estados en juego, es casi imposible que sea suficiente para garantizar su triunfo final. Todos estos comicios del lado demócrata otorgan delegados de manera proporcional al voto (o sea, el ganador del estado no obtiene todos los delegados), y por lo tanto esta competencia no quedará resuelta al final del supermartes, y quizá quede hasta la misma convención del partido en el verano.

“Lo único cierto es la incertidumbre” en la contienda demócrata, declaró a La Jornada un veterano observador del proceso político estadunidense.

Pero todo lo contrario del lado republicano. Todo indica que John McCain se perfila como el próximo candidato presidencial republicano. El promedio de 5 encuestas nacionales recientes le otorgan una amplia ventaja de 45 contra 24 por ciento para Mitt Romney, y aunque Mike Huckabee sigue en el juego, está descartado, aunque sí le merma apoyo conservador a Romney. Los dos favoritos están en una intensa competencia para proclamarse herederos de Ronald Reagan (nadie menciona a George W. Bush).

 
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