Entrevista a Laura Restrepo, Escritora colombiana*
Las FARC ni simpatizan ni enamoran... y no les importa
AL vuelve a ser botín , por lo menos para España, señala
“La guerra es un modus vivendi y nosotros los colombianos lo sabemos... de la guerra viven el gobierno, los narcotraficantes, el paramilitarismo, el ejército; de la guerra viven los ricos, porque hay que ver las fortunas que se hacen aquí por cuenta de los desplazados; de la guerra viven los gringos, obviamente...”
Ampliar la imagen Laura Restrepo, quien desde joven se caracterizó por ser una intelectual de izquierda, declara que las FARC son “una especie de enanito en lo político con una cabeza gigante que es financiera y militar”. La imagen de la escritora colombiana corresponde al 30 de mayo de 2005 Foto: La Jornada /Guillermo Sologuren
Ampliar la imagen Carolina y Sergio, hijos del ex congresista colombiano Luis Eladio Pérez, en poder de las FARC desde hace casi seis años, llegaron ayer a Caracas para esperar noticias sobre la liberación de su padre, uno de los tres políticos que entregarán los rebeldes, de acuerdo con lo anunciado el 31 de enero. En total 12 familiares arribaron a la capital venezolana y esperan reunirse con el presidente Hugo Chávez Foto: Ap
Bogotá. Laura Restrepo, además de ser la más importante escritora colombiana, que vende sus novelas a borbotones en el mundo hispánico, desde muy joven se ha caracterizado por ser una intelectual de izquierda, de aquellas que con el paso de los años y ya lejos de los míticos setenta, permanece firme en sus ideas. Por eso, Laura es un referente muy importante cuando se trata de analizar la realidad colombiana y sobre todo en esta coyuntura de crisis. Aunque defiende la revolución bolivariana de Chávez y condena los odios nacionalistas orquestados muchas veces en Bogotá y otras en Caracas, cree en el proyecto del socialismo del siglo XXI, pero como personalidad independiente que es, no vacila en criticar los errores de Chávez. Y claro, lanza andanadas contra el gobierno de Uribe y expresa las más severas condenas contra las FARC.
Y todo lo hace desde la pasión pero también desde cierta serenidad. Por ejemplo: “América Latina vuelve a ser botín, por lo menos para España”; “las FARC no tienen deseos de serles simpáticas ni de ser amadas por nadie”; “cualquiera que recorra las carreteras de Colombia ve cómo el feudalismo paramilitar se va extendiendo”; “Las FARC son una especie de enanito en lo político, con una cabeza gigantesca que es financiera y militar”; “¿si Uribe sale a la calle nosotros nos retiramos? Le decimos ¿sírvase que aquí está la calle, nuestro escenario histórico?”; “Y el rey de España... casi besándose con Uribe. Bueno, si se abrazaba antes con Franco por qué no va a abrazar ahora a este chiquito...”.
Terra Magazine: En la última gira del presidente colombiano por Europa y gracias a las peticiones de beligerancia internacional para las FARC por parte de Hugo Chávez, Álvaro Uribe pasó de ser un personaje oscuro, señalado como cómplice del paramilitarismo, del terrorismo de Estado, a tener todo el apoyo de la comunidad europea. ¿Cómo lo interpreta?
Laura Restrepo: Es evidente que lo que pasa acá es el resultado de lo que pasa afuera también y no podemos quitarnos culpas. Uno va por el mundo como tratando de explicar quién es Uribe... Investiguen todo lo que este hombre ha hecho, todo lo que avala, quiénes lo avalan... porque de pronto uno piensa que no saben. No, sí saben, lo que pasa es que no quieren saber. Y ahora como América Latina vuelve a ser botín, por lo menos para España, le da a uno la impresión de que no les preocupa otra cosa que allanar el camino para hacer negocios, que el que ponga problema aquí para coger el botín ese es malo, y quien les abra las puertas es el bueno.
–Pero tras la liberación de Consuelo (González) y de Clara (Rojas), evidentemente la pelota quedaba en una pésima posición en el campo de Uribe y aparecía Chávez como el héroe humanitario. Chávez produce su alocución en la Asamblea de Venezuela, pidiendo dar beligerancia a las FARC y cambia todo, y Uribe planea rápidamente un viaje a Europa, porque sabía qué iba a cosechar gracias a la torpeza de Chávez.
–Es un ping pong sangriento porque lo que está detrás es no sólo los secuestrados de las FARC, sino el pueblo colombiano, con sus millones de víctimas. Fue un juego curioso: Chávez se da cuenta exactamente dónde Uribe se queda corto, empezando por su estatura moral, que no ha movido un dedo nunca para liberar de forma negociada a uno de los secuestrados, y Chávez se da cuenta de que es posible, y lo hace con una gran elegancia, salen estas mujeres, y es un mensaje simbólico impresionante para el pueblo colombiano, porque por primera vez en años se manda el mensaje de que es posible rescatar a la gente que está allá.
–Y luego lanza otro mensaje, el de pedir la beligerancia para las FARC y el mensaje Colombia lo recibe exactamente al contrario de como había recibido la liberación, es decir, con indignación. ¿No fue eso un enorme error de Chávez?
–Claro, un autogol tremendo. Declarar a las FARC beligerantes es un error porque no son beligerantes. A las FARC hoy en día no las acompaña casi nadie, la verdad es que casi todo el país los aborrece por el secuestro que es una cosa imperdonable.
–De pronto un ejército beligerante se nutre de otras formas de financiación, algunas supuestamente válidas en la guerra, pero no del secuestro y del narcotráfico, sobre todo.
–Además las FARC no tienen deseos de serles simpáticas ni de ser amadas por nadie, que es una cosa fundamental para un ejército beligerante: si tú quieres arrastrar a la población, tienes que enamorarla: Las FARC ni encantan, ni enamoran, ni simpatizan y no les importa.
–Usted ha dicho que las FARC no quieren el poder.
–Alguna vez en una discusión, uno de esos señores ricos de Bogotá me decía: “estos mal nacidos se quieren tomar el poder”. Le dije que justamente no se lo quieren tomar, partiendo de la base de que la única ética en términos de política es tomarse el poder. Cuando hay una organización rebelde que se olvida de tomarse el poder, se va despeñando hacia el vandalismo, y si a eso le sumas el volumen de negocios que mueve las FARC con el tráfico de vidas humanas que implica el secuestro y su participación en el narcotráfico, pues eso no hay quién lo ataje, porque desde luego la perversión de no aspirar al poder es muy grande. Yo me imagino como una serie de señores de la guerra que se conforman con mantener su territorio, con enriquecerse, con fortalecerse localmente. También vemos otro bandazo, como lo que estamos viendo de Chávez, cómo de la noche a la mañana toda la gloria conseguida y la popularidad, de pronto se dispersa y no te queda ni un gramo.
–Tomarse el poder es sustancialmente una ambición política, es decir, el más profundo de los hechos políticos, es el poder para cambiar. Los proyectos políticos son para ganar y sobre todo si se trata de guerra, uno no hace la guerra para que sea indefinida sino para ganar. ¿La falta de ambición de poder es una falta de ideología, como dice la derecha que es el caso de las FARC?
–No pienso que las FARC hayan perdido su ideología, para mí son estalinistas y el estalinismo permite ese tipo de perversiones. El estalinismo es una caracterización política, que lleva a pensar que está bien que la burguesía gobierne siempre y cuando te den a ti una participación y abran un juego democrático, eso puede ser una base ideológica para que no estén apostando a tomarse el poder. Fíjate que siempre el estalinismo en todas sus versiones aspira a un frente popular donde no son ellos los que gobiernan, eso lo hemos visto infinidad de veces: cuando la izquierda está poderosa agarra una figura del liberalismo o de alguno de los partidos tradicionales, y dicen “el poder no es para nosotros”, ahí hay como un síndrome patológico.
–¿Y no será que las FARC saben que es imposible tomarse el poder en Colombia en un proceso histórico como el que llevan, de guerra, de secuestro, de violencia y, en consecuencia, se están planteando esa especie de resistencia que no conduce a nada tampoco, porque no conduce ni a la revolución ni al reformismo?
–Hay una especie de línea muy blandita en lo político, que te lleva a no subvertir realmente el orden, sino más o menos a acomodarlo, un planteamiento de frente popular, donde no gobiernas tú sino que gobierna el otro y eso se combina con una línea ultra, de lucha armada, y la combinación pues ha dado en que la guerra se ha entronizado de por vida. Ahora, la guerra es un modus vivendi y nosotros los colombianos lo sabemos, no sólo para las FARC. De la guerra vive el gobierno, viven los narcotraficantes; de la guerra vive el paramilitarismo, de la guerra vive el ejército; de la guerra viven los ricos, porque es que hay que ver las fortunas que se hacen aquí por cuenta de los desplazados de las tierras, por cuenta de los pobres no pueden levantar cabeza porque los tachan de terroristas; de la guerra viven los gringos, obviamente, esa ha sido siempre su gran fortaleza; y de la guerra viven también las FARC. Y las FARC se han estancado en su papel de eternos opositores. Mientras tanto, la democracia se ahoga en ese escenario de guerra y vemos con claridad, porque cualquiera que recorra las carreteras de Colombia ve cómo el feudalismo paramilitar se va extendiendo, con siervos de la gleba. Uribe es la cabeza de eso, el mismo hacendado también. Uribe es un paladín de la antidemocracia, aquí no nos damos cuenta de quién es Uribe si no nos damos cuenta de que aquí había un ascenso democrático marcadísimo que Uribe cortó de tajo. El principal enemigo de Uribe, es precisamente la Constitución.
–Las FARC tienen una política que es la más frágil de todas, que es la única que ejercen, que es la política del secuestro. Es decir lo que se plantea en este caso es que el secuestro no es solamente un acto criminal, sino una política. ¿Qué otra expresión política tienen hoy las FARC, distintas al secuestro y a la negociación siempre fallida de un acuerdo humanitario?
–Una política que no es política. Una organización estancada políticamente, cuyo único objetivo es la supervivencia, tiene que entender la supervivencia en términos económicos, tienen un ejército enorme, tiene regiones bajo control ¿Cómo mantienes todo eso si no cuentas con el fervor popular que es lo que permite a un grupo insurgente mantenerse vivo? Las FARC son una especie de enanito en lo político, con una cabeza gigantesca que es financiera y militar.
–El 4 de febrero habrá una manifestación nacional contra las FARC, convocada de alguna manera de forma espontánea, que se generó en Internet, manipulada ciertamente por los servicios de inteligencia colombiana, manipulada por la prensa, pero, al fin y al cabo una manifestación, que creemos que va a movilizar millones y millones de personas. Hay sectores que se oponen a participar en esa manifestación por diversas razones, porque no consideran que esa sea una manifestación por la paz, sino una manifestación para apoyar la guerra, es decir, para echarle más leña al fuego de la guerra y apoyar la política de seguridad democrática de Uribe...
–Laura Restrepo: Tratemos de bajarnos del raciocinio político para poder tratar de entender un poco cómo se mueve el pueblo colombiano. Uno dice ahora, 80 por ciento del pueblo es uribista, están entusiasmados con la mano dura. Yo pienso que básicamente la brújula del pueblo colombiano, durante los años de vida que nos han tocado a nosotros, es la búsqueda de la paz; lo que pasa es que es un pueblo que se confunde sobre quién le puede dar la paz, porque ¿cómo te explicas tú, que el mismo pueblo que le marchaba al M-19 que ofrecía entregar las armas para lograr la paz, después le marcha a Pastrana porque va a dialogar con las FARC, y hoy en día le marcha a Uribe porque de pronto pensó que Uribe tenía la carta paramilitar y con esa carta paramilitar podía lograr la paz? Hoy en día la gente está terriblemente conmovida con esos videos, esas pruebas de supervivencia, que mandaron las FARC, otra muestra más de que no tienen ningún interés de parecer simpáticos para nadie, donde muestran un poco de secuestrados: hombre, mujeres, militares, civiles...
–La antiseducción como práctica...
–Claro, esta gente cadavérica, amarrada con cadenas a los árboles. Yo creo en el valor de los símbolos: la cadena siempre ha sido el símbolo de la esclavitud, como cuando la dignidad no puede caer más abajo, entonces a ti te encadenan. Y ahora entonces aparece gente encadenada al cuello. Yo pienso que en ese duelo silencioso pero muy profundo al mismo tiempo del pueblo colombiano, donde todo el mundo parece como convivir con su tragedia, con el horror y con la muerte, de golpe esa gente encadenada del cuello a los árboles, fue como la gota que rebalzó la copa.
–Usted que siempre ha sido de izquierda, ¿cómo ve el temor que tiene algún sector de la izquierda democrática, de que esta manifestación, que es la expresión de un sentir generalizado, no sea convertida por la manipulación de la prensa en un reconocimiento más de apoyo a la guerra de Uribe y de Estados Unidos?
–Lo primero que yo creo es que ese sentimiento, digamos humanitario, de querer que la gente que está en la selva salga de la selva, no es un sentimiento no político, eso se vuelve poderosamente político, que si hay alguna reivindicación democrática básica es a la vida y a la libertad. Entonces, yo creo que no podemos minimizar la razón por la cual se va a salir a la calle para que una gente logre salir del cautiverio. Es la motivación elemental, política. Si se convoca una manifestación a la cual se pega el uribismo y la prensa, y empiezan una campaña por Internet en la cual piden más sangre, la calle no se le puede dejar a la ultraderecha. Aún manipulada, eso no quiere decir que la manifestación no exista, y que no haya mucha gente que quiera salir porque quiere que liberen a los secuestrados. Yo estoy en contra de las FARC, quiero que liberen a esa gente, entonces voy a salir a la calle. A la izquierda, la prensa la ha manipulado siempre. Si hay un espacio que siempre fue nuestro es la calle, entonces yo no veo que hoy, por cuenta de que los medios nos pueden manipular, vayamos a renunciar a lo único que hemos tenido siempre, que es la calle. En la calle tú te encuentras con la gente, ven tus pancartas, tú tienes presencia, te comunicas con el de al lado, la calle es casi la anti-prensa. Entonces ¿cómo vamos a renunciar a nuestro escenario? Entonces, ¿si Uribe sale a la calle nosotros nos retiramos? Le decimos ¿sírvase que aquí está la calle, nuestro escenario histórico?
–Uno podría pensar que todo este asunto entre Chávez y Uribe se ha convertido en una nueva cortina de humo, que nos ha ocultado desde hace dos meses todo lo que pasa en el país.
–Es el teatro sangriento que tiene la guerra, que te pone unos falsos protagonistas mientras que el país se va hundiendo y se va hundiendo en lo que hablábamos antes. De Uribe decimos que lo apoyan los paramilitares y que él apoya a los paramilitares, pero no nos fijamos en cuál es su proyecto político en contra de la democracia, y ahí se trata desde las reivindicaciones políticas hasta el derecho a la salud, a la educación, quién puede hablar de eso cuando se trata de mantenerse vivo, es decir, si el derecho elemental de que trata la Constitución está en tela de juicio. En eso la guerra resulta infinitamente útil para quien no quiere la democracia. Miremos el gesto de la comunidad europea y de Estados Unidos de apoyar a Uribe. Es increíble lo esquizofrénico que se ha vuelto el concepto de democracia, lo cruel y lo maligno que es. Es decir, los países del primer mundo piensan que la democracia es para ellos, pero nunca ven con buenos ojos un proceso de democratización en América Latina. Cuando surge aquí una fuerza que puede consolidar de verdad una democracia, ellos son los primeros que se oponen. Es increíble, quieren la democracia para ellos y para el tercer mundo quieren las estructuras más arcaicas que les facilitan el saqueo. Eso es de una inmoralidad que de verdad indigna.
–Rodríguez Zapatero, más allá de la política austera, mesurada y serena del gobierno español, es el que da un salto a algo más agresivo: anuncia que España defenderá los intereses militares colombianos en la frontera con Venezuela. Es decir, la posibilidad de que 200 años después las tropas españolas vuelvan a América pero ahora a defender los intereses de la inversión, de la recompra de sus antiguas colonias.
–Eso es gravísimo. Una tercera parte de la economía española depende de esas inversiones en Latinoamérica. Primero, lo defienden con la prensa, porque se han vuelto además poderosísimos en las telecomunicaciones en América Latina, especialmente en Colombia y en México. Que Zapatero insinúe que van a defender con tropas también, no suena del todo descabellado. Y el Rey... casi besándose con Uribe. Bueno, si se abrazaba antes con Franco por qué no va a abrazar ahora a este chiquito...
*Esta entrevista fue publicada por Terra Magazine el pasado 30 de enero y se puede encontrar en la siguiente dirección en Internet:
www.co.terra.com/terramagazine/interna/0,,OI2289458-EI9089,00.html