México SA
Neoliberales secaron a Pemex
No se reactivaron programas ni inversiones, para agotarla y privatizarla
Catorce años atrás, en una de tantas campañas por la privatización de la industria petrolera nacional, promovida y financiada desde y por los gobiernos neoliberales, un grupo interdisciplinario de técnicos y especialistas de Petróleos Mexicanos formuló una serie de “recomendaciones” al entonces presidente electo, Ernesto Zedillo, en términos muy similares a los que hoy presenta como “novedosa alternativa para el país” la camarilla integrada por el inquilino de Los Pinos, su equipo de “promotores” y los lobitos del Congreso.
Entonces como ahora el fin era el mismo, la privatización, pero cuando menos en aquella ocasión el diagnóstico de ese grupo subrayaba el enorme potencial de Petróleos Mexicanos y ofrecía alternativas viables para su fortalecimiento y desarrollo a fin de mantener a la paraestatal en manos del Estado, aunque advertía que de incumplirse “irremediablemente” tendría que recurrirse al capital privado.
Premeditada y alevosamente, esas alternativas fueron desechadas y, por el contrario, los gobiernos neoliberales exprimieron más a la paraestatal, la endeudaron al máximo, redujeron a su mínima expresión las inversiones (por “problemas de coyuntura de la economía nacional”, según versión oficial) y mantienen su intención de matarla por inanición.
Por ello, vale la pena retomar algunos pasajes del análisis del referido grupo de expertos, que en 1994 hizo un llamado al gobierno para que reconsiderara “la carga fiscal que pesa sobre la paraestatal (pues le permitiría financiar con recursos propios sus programas de expansión, en una perspectiva de largo plazo), porque no premia suficientemente su eficiencia productiva, requiriéndose un esquema de tributación que no inhiba el desarrollo de la industria, sino que lo estimule y asegure que la carga tributaria no conlleve su descapitalización”, es decir, exactamente lo contrario de lo que han hecho.
Planteaba que los eslabones básicos de la cadena productiva de la industria petrolera “permanecerán en manos del Estado; permitir su desmembramiento pondría a Petróleos Mexicanos en creciente desventaja competitiva frente a consorcios extranjeros fuertemente integrados, con acceso limitado a capitales y nuevas tecnologías, libres de fijar sus precios y definir estrategias de penetración comercial. Pemex ocupa el sexto lugar mundial en producción de petróleo, el séptimo por la cuantía de sus reservas y el noveno por su capacidad de refinación, y tiene una masa crítica suficiente para competir internacionalmente, aún en un campo de actividad dominado por prácticas monopólicas y determinado por estructuras de comercio muy distantes del libre mercado”. De hecho, “Pemex reporta indicadores de rentabilidad superiores a los de las principales empresas petroleras del mundo y equiparables a los de las empresas de Medio Oriente”.
La paraestatal, subrayaba, “deberá regirse con criterios industriales de mediano y largo plazos, relacionados con el abasto de mercados, la expansión de las reservas y la optimización en el uso de los recursos productivos, financieros y humanos. Por ello, deberá el Estado definir una política nacional en materia de reservas y producción con un enfoque de largo plazo, especificando claramente la plataforma de producción, la tasa de sustitución de reservas y la contribución de divisas de la industria a la nación. Démosle a Pemex condiciones competitivas mediante una mayor autonomía de gestión que se adecue a los imperativos de un mercado abierto que flexibilice, además del régimen fiscal, los condicionantes financieros y administrativos que restringen su operación, lo que permitiría a Petróleos Mexicanos incrementar su capacidad de inversión, al mismo tiempo de mejorar sus estados financieros y los de sus filiales, haciéndolos mejores sujetos de crédito en los mercados financieros nacionales y extranjeros… Mayor autonomía no es sinónimo de menor control por parte del gobierno federal, ni que las acciones de Petróleos Mexicanos resulten inconsistentes con la política macroeconómica del Estado; sin embargo, habrá que permitir a la paraestatal que establezca una planeación de mediano y largo plazos, con base en programas y presupuestos multianuales, a efecto de garantizar mayores niveles de productividad, rentabilidad y competitividad”.
Un elemento fundamental es el siguiente: “las reservas petroleras potenciales del país tienen un valor, a precios de 1994, de 850 mil millones de dólares, monto que podría triplicarse o cuadruplicarse si se sometieran íntegramente a procesos petroquímicos. Así, México es dueño de una riqueza en el subsuelo que podría superar los 3 billones de dólares (3 trillones de dólares en lenguaje anglosajón).
Pemex, pues, “deberá reactivar lo antes posible sus programas de expansión (afectados por los constantes recortes presupuestales), porque si el gobierno invirtiera significativamente en el desarrollo de nuevos descubrimientos petroleros, la producción nacional fácilmente se duplicaría en las próximas dos décadas… La alta rentabilidad se vería fortalecida, pues los precios mundiales del crudo observarán un ligero repunte a partir de 1995… y podrían mostrar una fluctuación de 14 a 29 dólares por barril para el 2000, y de 18 a 38 para 2010”.
Hoy rondan los 100 dólares, pero nada hicieron los gobiernos neoliberales por fortalecer a Pemex. Simplemente clavaron sus ojos en la “recomendación” que les interesaba: si no se toman las medidas descritas, “inevitablemente tendrá que aceptarse y promoverse la participación de capital privado en la industria petrolera nacional”.
De ese tamaño es el negocio privatizador.
Las rebanadas del pastel
Directo al hígado: una vez más, el güerito Castañeda es exhibido tal cual… Hoy martes constitucionalista se inaugura la exposición fotográfica Música Express, de Alejandro Meléndez Ortiz, que permanecerá abierta hasta el 14 de febrero. La cita es en el vestíbulo del Teatro de la ciudad de Puebla. Posteriormente, la exposición se presentará en el Distrito Federal, presumiblemente en la delegación Coyoacán.