Voces en Álamos
Alamos, Sonora. En otra de las noches de gala del FAOT, como se conoce coloquialmente al Festival Dr. Alfonso Ortiz Tirado, se presentó la soprano sonorense Rocío Olalde (radicada en Suecia) en compañía del barítono sueco Joachim Saxenborn. Lo más interesante de su recital fue, ciertamente, la colección de canciones nórdicas (incluyendo a Grieg, Sibelius, Wikander, Rangström, De Frumerie y Peterson-Berger) presentadas al inicio del recital y que, como era de esperarse, fueron recibidas con cierta frialdad por un público que está ya muy acostumbrado a los repertorios italianos y latinos que son el pan cotidiano del festival. Sobra decir que entre este grupo de canciones de los países del norte de Europa destacaron por su elaboración, complejidad y cualidades expresivas, las del finlandés Jean Sibelius. Muy interesante fue también, por infrecuente, la parte final del recital de Rocío Olalde y Joachim Saxenborn, dedicada a arias y duetos de opereta vienesa, cantados con soltura y, sobre todo, con atención a la prosodia de un alemán que no es el mismo que habita la música vocal de Strauss o Wagner, y que tiene sus propias, peculiares inflexiones austriacas.
En la penúltima noche de gala del FAOT 2008, se presentó el muy joven tenor Carlos Zapién, a quien le fue otorgado un reconocimiento como Revelación Juvenil Sonora 2007. A lo largo de un recital de buena programación, y cantado de manera pulcra y cuidadosa, se hizo evidente que Zapién está perfectamente consciente del momento que vive su joven voz, y el repertorio se ajustó plenamente a sus posibilidades, que no son pocas. Después de un inicio a base de canciones italianas, ofreció el primer ejemplo de lied alemán que se escuchó en el festival, con el ciclo Liederkreis de Schumann. Aquí, Zapién hizo evidente la buena influencia de su maestro, Francisco Araiza, importante especialista en lieder, y quien ya ha sembrado en su joven alumno algunas importantes consideraciones de estilo. La parte final del programa de Carlos Zapién tuvo sus momentos estelares en sus interpretaciones de un par de canciones de Turina y una de las más conocidas entre las dulces y románticas canciones de Guastavino, La rosa y el sauce, dichas todas con apreciable atención a la claridad en la enunciación de los versos.
A la mitad del festival ocurrió uno de los recitales más interesantes de la semana, ofrecido bajo el título de Noche de la Universidad de Sonora y protagonizado por tres estudiantes de la carrera de canto de esa institución. Quienes pensaban que se trataba de una graciosa concesión localista, y que podía esperarse un recital escolar, en el sentido menos generoso del término, se equivocaron. Quedó claro que los jóvenes cantantes llegaron a Álamos por méritos propios, que tomaron este recital con tanta seriedad como han tomado sus respectivas carreras, y que para el momento de desarrollo profesional en el que se encuentran, van por buen camino. Entre otras cosas, el programa que propusieron y cantaron fue más serio, equilibrado y mejor presentado que el de algunos cantantes con mucho mayor experiencia. Consigno aquí sus nombres con la esperanza de que en un futuro cercano se les pueda escuchar en escenarios de alcance nacional, porque si siguen por donde van, sin duda lo lograrán: las sopranos Natalia Brambila y Brenda Córdova, y el tenor Everardo Tánori. En particular, me pareció que Natalia Brambila tiene una voz y una presencia ideales para explorar el repertorio barroco y clásico temprano. Ojalá lo haga.
La noche de gala que clausuró el FAOT 2008 en Álamos estuvo a cargo del prestigiado tenor mexicano Francisco Araiza, avecindado desde hace tiempo en Alemania. No faltaron las voces que preconizaban decadencia, merma y agotamiento, pero Araiza se hizo cargo de desmentirlas con un recital en el que enfatizó sus virtudes y sus especialidades, conformado con lieder y un aria de Mozart, las difíciles, expresivas y cromáticas Wesendonck-Lieder de Wagner, y una pulcra selección de canciones de Tosti. Además de su vasta experiencia en cuestiones de estilo, Araiza dio esa noche una cátedra de fraseo y articulación, siendo muy notable también una amplia gama de matices dinámicos, con pianissimos muy estables y bellamente coloreados. Esa noche de clausura, Francisco Araiza fue condecorado con la medalla Dr. Alfonso Ortiz Tirado, presea que anteriormente se había conferido al tenor Alfonso Navarrete, la mezzosoprano Martha Félix, el violoncellista Carlos Prieto, y el compositor Arturo Márquez, quien es el alamense más ilustre en la actualidad.