Alarma rusa por el inminente reconocimiento de la independencia de Kosovo
Ante la irrupción de Occidente, el Kremlin busca apuntalar presencia en los Balcanes
Moscú lanza anzuelo a candidatos presidenciales de Serbia, que se enfrentan este domingo
Moscú, 30 de enero. Ante el cada vez más probable reconocimiento por parte de Estados Unidos y la Unión Europea de la independencia de Kosovo, en caso de que esta región con mayoría albanesa enclavada en territorio serbio la proclame de modo unilateral sin alcanzar un acuerdo con Serbia y sin el aval del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, el Kremlin mueve todos sus hilos para apuntalar la presencia de Rusia en los Balcanes.
La meta es asegurar una relación privilegiada entre Moscú y Belgrado, al margen de quién resulte vencedor en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del próximo domingo en Serbia: el actual mandatario, Boris Tadic, de talante europeísta, o el opositor Tomislav Nikolic, considerado ultranacionalista y partidario de una mayor cercanía con Rusia.
Ambos candidatos, que coinciden en rechazar la secesión de Kosovo pero difieren en cuanto a las medidas de respuesta que debería tomar Serbia de hacerse oficial ésta y ser reconocida por otros países, tratan de sumar a su causa electoral el respaldo de Rusia, que se opone “categóricamente” a la independencia unilateral de Kosovo y aboga por reanudar las negociaciones entre Belgrado y Pristina.
Tanto Tadic como Nikolic, con escasos días de diferencia, vinieron a esta capital para significar que Rusia, de alguna manera el hermano mayor eslavo, está de su lado y negociar, en corto y a puerta cerrada, lo más importante: hasta dónde está dispuesto a llegar el Kremlin en su apoyo a Serbia cuando se oficialice la independencia de Kosovo, que Occidente presenta ya como irreversible, mera cuestión de tiempo.
Cuidadoso de las formas, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, encomendó a su sucesor designado, Dmitri Medvediev, todavía primer vicepremier en funciones y siguiente inquilino del Kremlin a partir de marzo, recibir este miércoles a Nikolic.
Poco se infiere del escueto comunicado de prensa, que destaca que el político serbio “agradeció el apoyo mostrado por Rusia a Serbia, que lucha por conservar a Kosovo en su seno”.
Por razones obvias, el comunicado nada dice del insistente rumor de que Nikolic habría ofrecido a Rusia instalar una base militar en Serbia, en caso de ser electo.
Frente a la expansión hacia el este de la Organización del Tratado del Atlántico del Norte y los planes estadunidenses de colocar componentes de su sistema de defensa antimisiles en República Checa y Polonia, los altos mandos del ejército ruso desde luego verían con buenos ojos tener una base propia en los Balcanes, aunque –se comenta– el Kremlin dejó en claro al opositor serbio que no se va a involucrar directamente en un conflicto armado por Kosovo.
El Kremlin supo aprovechar la coyuntura electoral en Serbia para incorporar a ese país al esquema de rutas de tránsito del gas natural ruso hacia los mercados de Europa.
El presidente Tadic, el rival de Nikolic, se llevó de Moscú, el viernes anterior, el habitual respaldo verbal a las reivindicaciones serbias sobre Kosovo y también, algo que se interpretó como un adicional espaldarazo electoral, una atractiva alianza energética para los próximos 30 años, que supone una inversión de casi 3 mil millones de dólares en su economía.
El territorio serbio será eslabón clave del gasoducto Corriente del Sur, que comenzará a construirse antes de 2009 y por el cual Rusia se propone transportar, por el fondo del Mar Negro, un mínimo de 30 mil millones de metros cúbicos de gas natural al año hasta Bulgaria, donde se ramificará hacia Italia y Europa central.