Usted está aquí: martes 29 de enero de 2008 Opinión Embriones humanos sin “concepción”

Javier Flores

Embriones humanos sin “concepción”

Para los opositores a la despenalización del aborto, el ser humano surge desde el momento de la concepción. Desde el siglo XIX la Iglesia católica la ha identificado con la fecundación. Así, se ha pretendido sincronizar un evento metafísico –la infusión del alma por decisión divina– con un hecho biológico: la unión del óvulo con el espermatozoide. Según esta creencia, el embrión desde su etapa más primaria como cigoto es ya una persona. Pero ¿qué pasa cuando un embrión no es resultado de la fusión de las células sexuales? En otras palabras, ¿es posible el surgimiento de embriones humanos sin la fecundación? La respuesta es sí.

El 17 de enero pasado apareció en la versión en línea de la revista Stem Cells el trabajo de Andrew French y sus colaboradores en el cual se demuestra que la transferencia de células de la piel adulta de humanos, en óvulos desprovistos de su núcleo, da lugar a embriones hasta la etapa de blastocistos (formados por aproximadamente 100 a 150 células indiferenciadas). Este estudio, del que se informó oportunamente en la sección de Ciencias de La Jornada, muestra por primera vez que es posible la creación de embriones humanos por técnicas artificiales, en las que puede prescindirse de la fecundación entendida como la unión de óvulos y espermatozoides y, por tanto, de la “concepción” como se entiende desde el punto de vista religioso.

En el estudio al que me refiero tienen gran peso los aspectos metodológicos. La razón es que ha habido intentos previos de clonación de embriones humanos que han tenido que ser desechados. Si bien desde el nacimiento de Dolly quedó claro que la reproducción en mamíferos puede ocurrir por medios distintos a la unión de óvulos y espermatozoides, no es posible trasladar automáticamente estos resultados a nuestra especie. En el caso de los humanos la obtención de embriones por clonación (siempre con orientación terapéutica y no reproductiva) ha sido un proceso accidentado.

Por ejemplo, uno de los primeros reportes fue el de Cibelli, pero por los múltiples defectos en su metodología y en los resultados fue invalidado por la comunidad científica internacional. Años más tarde, Hwang y sus colaboradores de la Universidad de Seúl, en Corea, reportaron la creación de embriones a partir de la fusión de células somáticas (no sexuales) con óvulos; pero por las deficiencias en los controles éticos y sus resultados más que dudosos ha sido considerado uno de los mayores fraudes científicos.

Se había creado así un vacío, pues no existía una demostración clara de que era posible la clonación en humanos. En especies más cercanas a la nuestra, como los primates, los esfuerzos habían fracasado, hasta noviembre del año pasado, cuando Byrne y sus colaboradores de la Universidad de Oregon publicaron en la revista Nature el primer reporte de la obtención de embriones de mono rhesus, a partir de la transferencia de células de la piel (fibroblastos). Ahora con el trabajo de French y su grupo, usando una técnica semejante, se ha dado el gran salto con la demostración del surgimiento de embriones humanos por clonación. En el estudio se puso especial cuidado en los controles éticos para la donación de materiales biológicos y se demuestra, sin lugar a dudas, a través de pruebas genéticas, que los embriones son el resultado del ADN donante.

Las implicaciones que tiene este trabajo son muy importantes. Desde el punto de vista médico abre la posibilidad a la obtención de células, provenientes del propio enfermo, cuyo desarrollo puede ser orientado a la formación de distintos tipos de tejidos que pueden ser empleados en el tratamiento de enfermedades hasta hoy incurables. Desde la óptica científica permite además entender procesos como la reprogramación genética, es decir, cómo una célula especializada, en este caso de la piel, puede transformarse para dar lugar a otras variedades celulares en nuestra especie. Desde luego, este logro científico, a pesar de estar orientado a la vida, fue condenado tajantemente por el Vaticano.

Pero estos hallazgos tienen también otros significados relevantes. Uno de ellos dentro del debate que existe sobre la despenalización del aborto en México, como fue puesto de relieve por el doctor Ricardo Tapia, profesor emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en un encuentro académico sobre el aborto, realizado el pasado miércoles en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de esa casa de estudios.

Queda claro que es posible el surgimiento de embriones humanos por técnicas artificiales y no sólo como resultado de la unión de células sexuales. Ello obliga a la Iglesia a reformular sus tesis sobre la concepción (lo que no ocurrirá pronto) y a los legisladores a desechar la equivalencia entre concepción y fertilización, entendida como la unión del óvulo con el espermatozoide.

 
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