Usted está aquí: martes 29 de enero de 2008 Política Ninguna orden contra El Popeye por el asunto

Ninguna orden contra El Popeye por el asunto

Alfredo Méndez y Jesús Aranda

Alfredo Araujo Ávila, El Popeye, uno de los presuntos capos del cártel de los hermanos Arellano Félix detenido la noche del pasado viernes en Tijuana, Baja California, por elementos del Ejército, no enfrenta hasta el momento ninguna orden de aprehensión que esté relacionada con el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, pese a que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) confirmó en un comunicado que está vinculado directamente con ese crimen, revelaron fuentes oficiales cercanas al caso.

Durante la madrugada de ayer, mediante un procedimiento sigiloso y poco común, fuerzas de elite del Ejército Mexicano lo trasladaron al penal de máxima seguridad del Altiplano, ubicado en el estado de México, y lo pusieron a disposición de dos jueces federales en ese centro carcelario.

Lo peculiar de este caso es que en lugar de que los militares lo llevaran a las instalaciones de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada en el Distrito Federal, como regularmente sucede, lo trasladaron directamente al penal federal, aludiendo cuestiones de seguridad.

Según fuentes de la Procuraduría General de la República (PGR), el sujeto enfrenta una orden de aprehensión obsequiada por un juez federal del estado de México por ser presunto responsable del homicidio del chofer del periodista Jesús Blancornelas, en 1997, cuando el cártel de Tijuana planeó y atentó contra la vida del comunicador.

Sin embargo, las fuentes consultadas aseguraron que El Popeye no tiene ninguna orden de captura derivada de algún expediente en el que se le relacione como autor material del asesinato del cardenal.

La información recabada por este diario refiere que la única pista que tiene la PGR respecto del posible vínculo de este sujeto con el homicidio del jerarca católico, es la que se obtuvo por el testimonio indirecto de dos sicarios al servicio del cártel de Tijuana.

En el expediente PGR/SE/001/95, relacionado con el homicidio del cardenal Posadas, se establece que el 17 de octubre de 1998, en San Diego, California, dos presuntos gatilleros declararon haber participado en el tiroteo del aeropuerto Miguel Hidalgo, donde falleció el prelado, en 1993.

Los testigos fueron identificados como Carlos García Martínez, El Tarzán, y Adolfo Marín Cuevas. Ambos sujetos señalaron en su declaración que habían participado en el asesinato de Posadas, bajo las órdenes de David Barrón Corona, El Ch, quien también coordinaba las actividades delictivas de El Popeye.

No obstante, esos testimonios no fueron suficientes para que la PGR pudiera ejercer la acción penal en contra de El Popeye por su presunta participación en la balacera en la que perdió la vida el prelado.

De hecho, el 12 de junio de 2001, la PGR determinó reabrir la investigación del homicidio del cardenal Posadas –cerrada un año atrás– por haber considerado que faltaban por agotar ocho líneas de investigación, de las cuales siete fueron plenamente desahogadas en 2004 por el Ministerio Público de la Federación.

La hipótesis de la PGR que subsiste hasta el momento refiere que Posadas Ocampo murió por una balacera producto de la “confusión” entre sicarios del cártel de Sinaloa y el de los hermanos Arellano Félix, luego de que estos últimos pretendían ejecutar a Joaquín El Chapo Guzmán.

 
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