Hija de Elba Esther Gordillo dirige ese inmueble, patrimonio histórico del siglo XVI

El ex convento de Santo Domingo aún es utilizado como salón de fiestas

Fue cedido al SNTE, pero el comodato no fue firmado, afirma ex encargado del edificio

Laura Poy Solano /I

Casi un año después de que La Jornada dio a conocer el uso como salón de fiestas de la sede del Centro Cultural del México Contemporáneo (CCMC) del sindicato magisterial, encabezado por Elba Esther Gordillo Morales, el inmueble –ubicado en lo que fue parte del ex convento de Santo Domingo, patrimonio histórico del siglo XVI– aún puede alquilarse para recibir “servicios” de vino de honor y café, así como para banquetes, espectáculos, bodas civiles, cenas, cocteles y reuniones VIP, entre otras actividades.

El Patio de los Generales, el denominado salón de los tres arcos, el auditorio y la sala de exposiciones pueden rentarse para cenas, espectáculos y cocteles, con un aforo que va de 80 a 900 personas.

En la página electrónica del centro se informa que la seguridad y la limpieza del ex convento son por cuenta del CCMC, aunque destaca que por un costo adicional también ofrece iluminación especializada, video, fotografía, bocadillos, comidas ejecutivas y “logística de evento”, entre otros “servicios”.

A seis meses de que el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) anunció la creación de la llamada “biblioteca virtual”, con la que se pretende ofrecer en Internet 5 mil “objetos y links” digitalizados, el CCMC continúa promocionando como parte de sus servicios el uso de espacios para reuniones VIP.

“Acabó proyecto cultural”

El centro, que encabeza Maricruz Montelongo, hija de Gordillo Morales, no sólo fue convertido en salón de fiestas desde su establecimiento, en noviembre de 2005, sino que al concretarse su creación y con ello la desaparición de la Biblioteca Nacional de Educación (BNE), objetivo por el cual se entregó el inmueble histórico al gremio magisterial, “acabó con un proyecto cultural y educativo que había logrado excelentes resultados”, afirmó Carlos Ramírez Sandoval, director de la biblioteca de 1995 a 2000.

Inaugurada en diciembre de 1995 por el entonces presidente Ernesto Zedillo, como un “magnífico centro cultural”, la BNE sólo funcionó cinco años, ya que desde enero de 2001 “prácticamente cerró sus puertas, a pesar de que demostramos que se habían logrado buenos resultados en la atención de la población de la zona, en particular del barrio de Tepito y la Merced”.

En entrevista con La Jornada, Ramírez Sandoval, actual director del Museo Casa León Trotsky, señaló que el ex presidente Carlos Salinas de Gortari había ofrecido el edificio para que fuera la sede de la UNESCO en América Latina, “pero en esa época hubo una crisis muy fuerte en el organismo internacional y la propuesta no se concretó”.

El predio, indicó, lo conoció por invitación de Gordillo Morales, que entonces era secretaria general del SNTE.

“Ella acordó con el ex presidente Salinas que se entregara el edificio a los profesores, restaurado y todo. Cuando lo visité los trabajos de remodelación tenían un avance de más de 90 por ciento, sólo faltaban algunos detalles.

“La idea era presentarle un proyecto, porque al principio sólo pensaba en una biblioteca; entonces le propuse que además creara un centro cultural de los profesores, pero abierto a la capacitación.”

El proceso para implantar el proyecto, indicó, ya no le tocó a Gordillo, sino a Humberto Dávila Esquivel, ahora diputado federal, “y con gran ayuda del entonces titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Miguel Limón Rojas, se concretó la creación del Centro Siglo XXI”.

La distribución del edificio, recordó, incluía una pequeña biblioteca para el magisterio, y en el primer piso se instaló el Centro Siglo XXI, que fue un proyecto en el que participaron la SEP y el Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa, responsable de todo el aspecto técnico, ya que se instalaron computadoras con lo más avanzado de esa época.

Las máquinas “estaban conectadas a los satélites mexicanos con todos los programas de la SEP para la capacitación de los profesores, y en tan sólo cinco años logramos atender a poco más de 4 mil”.

Comodato inexistente

No obstante, reconoció que entre los “pendientes” en la consolidación de la BNE estuvo la firma del comodato entre el gobierno capitalino –entonces Departamento del Distrito Federal (DDF), que encabezaba Oscar Espinosa Villareal– y el SNTE para destinar el inmueble a actividades educativas y culturales.

Ramírez Sandoval afirmó que como director de la biblioteca estuvo “muy atento sobre el tema con Espinosa Villareal, pero el comodato estaba en términos muy abusivos, con cláusulas que eran inaceptables; se pedía un monto mensual y se establecía que el inmueble podía ser desalojado con un aviso de tan sólo 30 días. Imagínese si le podían imponer un comodato así a Elba Esther, por eso nunca se firmó.

“Se buscó otro tipo de arreglo. No sé si se lograría ahora; en lo último que me quedé era una propuesta para desincorporar el edificio del Gobierno del Distrito Federal y entregárselo a la SEP para que ésta a su vez se lo diera al SNTE como parte del patrimonio del sindicato. Eso fue lo último que platicamos, pero no sé si se concretó.”

En ese momento, indicó, el gobierno capitalino estaba dispuesto a negociar: “creo que todo político que quiera mantenerse en el poder debe conciliar con el SNTE, eso es indiscutible; si concilian hasta los presidentes, que no lo haga un regente; pero lo que sí sé es que no se firmó un comodato en esa época porque era inaceptable para el sindicato; eran condiciones absurdas”.

Historia de un patrimonio perdido

El predio de Leandro Valle 20 es publicitado por el CCMC en páginas de Internet y revistas de moda como un edificio “con mucha clase y súper elegante” para la realización de actividades sociales, el cual incluye el Patio de los Generales del convento de Santo Domingo de México, espacio donde salían a “airearse la cabeza los maestros generales en teología, filosofía y artes después de dar cátedra en uno de los conventos más importantes de América Latina”.

En tanto, Eugenio Torres Torres, director del Instituto Dominicano de Investigaciones Históricas (IDIH), destacó que Santo Domingo fue la primera casa fundada en América por la orden de los predicadores, conocidos como dominicos, por su fundador, santo Domingo de Guzmán.

De ahí partieron, afirmó, los primeros frailes que se encontraron con el mundo mesoamericano y con el tiempo llegarían a conocer, sobre todo, la zona de la Mixteca alta de Oaxaca, pero también en numerosos asentamientos en Puebla, Zacatecas, Morelos y estado de México.

El convento de la capital, indicó, fue cabeza de la provincia de Santiago en México, es decir, “fue el lugar de formación de la mayoría de los frailes dominicos que trabajaron con los indígenas, y también casa de destacados teólogos, filósofos, inquisidores y lingüistas, en particular los que dominaron las lenguas zapoteca y mixteca, además de grandes boticarios y artistas”.

Fundado en 1528, apenas dos años después de la llegada de los dominicos a la ciudad de México, el convento inició una segunda etapa de construcción a mediados del siglo XVII, que se destacó por la belleza de su arquitectura y la riqueza de sus pinturas murales.

En entrevista con La Jornada, Torres Torres, fraile dominico y experto en el estudio de la orden, señaló que en la casa de Santo Domingo de México se formaron “algunos de los más importantes maestros en teología que también impartirían cátedra en la Pontificia y Real Universidad de México, por lo que tenemos un convento convertido en un verdadero centro del saber, y no sólo en un espacio de oración”.

También fue casa de inquisidores, confesores de virreyes y sede de una de las cofradías más importantes “como la del Rosario de la ciudad de México, con un importante papel social y económico, pues funcionó como ayuda para viudas, jóvenes sin dote y para protección de huérfanos”.

Entre sus muros, indicó, fueron educados importantes evangelizadores y frailes, entre ellos fray Servando Teresa de Mier; destacados lingüistas, como fray Benito Hernández, autor de la doctrina cristiana en lengua zapoteca, y Fray Juan de Córdova, lingüista zapoteco, entre muchos otros, además de que “destacados artistas también recurrieron a sus claustros, como fray Alonso Lope de Herrera, El Divino”, considerado uno de los más grandes pintores del periodo novohispano, por la fuerza y calidad de su dibujo y la brillantez del colorido en sus obras.

El convento, afirmó, también fue reconocido como parte de la historia del país, “no sólo en el periodo colonial, también en el México independiente, pues durante la presidencia de Guadalupe Victoria fue denominado Convento Nacional de Santo Domingo de México”.

En el Anuario Dominicano, editado por el IDIH en 2005, destaca que con la aplicación de las Leyes de Reforma, que incluía la de desamortización de los bienes eclesiásticos, el 12 de enero de 1861 se exclaustró a la comunidad, a la que le fueron incautados sus bienes.

La casa de Santo Domingo de México, señala el texto, “tras la salida de los frailes fue saqueada casi inmediatamente, siendo confiscada su biblioteca y dispersado su archivo. La capilla del Rosario, célebre por su belleza, fue derruida para dar paso a una calle abierta únicamente para separar el templo del convento, y que a decir de los que tratan de estas materias, fue la más inútil de la ciudad”.