Usted está aquí: domingo 27 de enero de 2008 Sociedad y Justicia México, sin un correcto manejo de cuencas, aseguran expertos

No existen instituciones que se dediquen a su conservación, señalan los especialistas

México, sin un correcto manejo de cuencas, aseguran expertos

Se requiere orientar los recursos bióticos, humanos y socioeconómicos de esos ecosistemas

Hasta ahora la atención sólo se ha concentrado en administrar el agua, revelan

Angélica Enciso L.

Ampliar la imagen Contaminados, 70 por ciento de cuerpos de agua en el país Contaminados, 70 por ciento de cuerpos de agua en el país Foto: René Ramón Alvarado

La deforestación de 500 mil hectáreas al año, la contaminación de 70 por ciento de los cuerpos de agua y la degradación de 45 por ciento de los suelos del territorio nacional son indicadores del deterioro de las cuencas fluviales, las cuales carecen de programas de manejo específicos y tampoco hay instituciones que se orienten a su conservación.

Un ejemplo de esa falta de atención histórica sobre estas unidades geográficas es que hasta ahora el Instituto Nacional de Ecología (INE), la Comisión Nacional del Agua y el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) se han puesto de acuerdo en el mapa de cuencas del país.

Definieron que hay mil 471 cuencas, de las cuales 800 son menores a 50 kilómetros y ocupan el 0.76 por ciento de la superficie territorial, y hay 16 mayores a los 20 mil kilómetros cuadrados, que abarcan el 56 por ciento del territorio nacional.

Cada una de ellas requiere un manejo específico, algunas como Copalito, en Oaxaca, es muy pequeña, mientras que Lerma Chapala tiene 53 mil kilómetros cuadrados y cubre cinco entidades; la de Grijalva Usumacinta es de 80 mil kilómetros cuadrados, explica Helena Cotler, directora de Manejo Integral de Cuencas Hídricas del INE.

En entrevista, asevera que el manejo adecuado de las cuencas se dificulta por la división federativa y esto es un problema para su conservación, ya que muchas están compartidas por varios estados y cada uno define sus propios programas sin considerar lo que sucede en todo el ecosistema.

Ejemplo de esto es lo que ocurrió con las inundaciones de Tabasco y Chiapas, estados que comparten la cuenca Grijalva Usumacinta. Cada uno de ellos tiene sus propio plan de desarrollo “pero puede resultar que son incompatibles; la cuenca tiene un funcionamiento, si en la parte de arriba se altera, va a ejercer un impacto en la parte baja”, agrega.

Cuando se habla de manejo de cuencas de lo que se trata es de orientar un ecosistema en su conjunto: los recursos bióticos, humanos y socioeconómicos, señala Manuel Maas, del Centro de Investigaciones de Ecosistemas de Morelia. Explica que la cuenca es “una unidad territorial y lo que pasa debajo del suelo corresponde a lo que pasa en la superficie”.

Asevera que “justamente el problema en México es que se hace poco manejo de cuencas, las cuales deben ser dirigidas por un protocolo; desafortunadamente los deslindes de los estados y municipios se empalman con esos territorios funcionales y para hacer manejo integral se debe hacer partícipes a varios interlocutores”.

Agrega que las autoridades no entienden la idea de integralidad, de que todo está conectado, por lo que cada secretaría actúa por su lado y hay poca transversalidad al momento de analizar los problemas del ecosistema. En México “nos hemos empeñado en fraccionar el paisaje en formas caprichosas que nada tienen que ver con la dinámica funcional de los ecosistemas”.

A su vez, Cotler indica que el concepto de cuencas se tiene desde los años 20 del siglo pasado, “se han construido instituciones para manejarlas, pero todos estos esfuerzos han ido fracasando”. Recuerda que en el sexenio pasado, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales hablaba de coordinaciones de cuenca pero tampoco se concretaron, “las instituciones deben hacer sus planes con una visión común de enfoque hacia esas unidades, lo cual no ha ocurrido”.

Detalla que a partir de que el INE y otras instituciones hicieron el mapa de cuencas del país, “estamos en el proceso de priorizar por problemas ambientales y también por problemas sociales y económicos”. Las zonas céntricas del territorio nacional tienen la mayor contaminación y deforestación, aunque todavía falta definir dónde están los puntos rojos y las causas.

Sin embargo, aunque haya información, aún faltarán instituciones que sean capaces de colaborar para trabajar a este nivel y con el fin de proveer acciones por cuenca. Explicó que los consejos de cuenca que existen actualmente están orientados a la administración del agua.

Maas considera que las inundaciones se dan hasta en las mejores condiciones ambientales, ya que cuando llueve mucho en una zona no toda el agua se infiltra, y lo que ocurre es que se anega. “Los humedales son sitios a los que llega el agua y no hay tiempo para que se desfogue, no hay drenaje suficiente, se forma un lago, el manto freático sube a la superficie y se ven zonas inundadas”.

Las anegaciones per se no son malas, lo erróneo es que la gente se asienta en una zona que se inunda de forma natural, vienen las tormentas cada 10 o 20 años, y se vuelven a inundar, señala.

En Villahermosa las zonas de inundación se han desecado para construir, pero frente a ello hay que definir medidas de adaptación, “no se van a parar los escurrimientos”, señala Cotler. Hay ciudades en Chile, Holanda e Inglaterra construidas sobre palafitos porque ya se han hecho a la idea de que están en una zona de inundación.

“Tenemos la tecnología y capacidad para adaptarnos, es un error pensar que con la tecnología vamos a controlar a la naturaleza; ya hay suficientes pruebas de que no, de que la naturaleza tiene sus leyes y de que a ella no tenemos que adaptarla, sino al revés. Todo lo que ha sucedido deberían ser lecciones aprendidas urgentemente, por ética”, indica.

Para trabajar en una cuenca fluvial primero debe haber acuerdos sobre la problemática, tener el consenso y a partir de ahí delimitar las áreas prioritarias, explica. En las cuencas grandes es difícil abarcar todo, por eso se debe definir las fuentes contaminantes, los aspectos que impiden su funcionamiento y trabajar sobre eso para detener el deterioro, asevera.

 
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