Apremia FMI a Estados Unidos a dar una respuesta seria para afrontar caída en crecimiento
Sombrío pronóstico económico para este año, alertan en Davos
El pesimismo reinó en la cita ante temores a una recesión en la principal economía mundial
Japón anuncia que presionará a los mayores emisores de gases de efecto invernadero a reducirlos
Ampliar la imagen Cientos de personas se manifestaron en Berna, Suiza, en contra del Foro Económico Mundial; en la manta se lee: “UBS (Banco Unido de Suiza) mil millones en la arena, WEF (Foro Económico Mundial) miles de millones en la nieve. El futuro, en nuestras manos” Foto: Reuters
Davos, Suiza, 26 de enero. La cita anual de las personalidades más ricas y poderosas del mundo en la estación de esquí de Davos en los Alpes suizos culminó este sábado con sombríos pronósticos para este año, mientras la amenaza de una recesión se cierne sobre Estados Unidos. El director general del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss Kahn, pidió a la primera economía mundial dar una “respuesta seria” para enfrentar la fuerte caída del crecimiento anticipada este año, sugiriendo que las medidas adoptadas hasta ahora por el gobierno de George W. Bush no son suficientes.
El pesimismo que reinó en los cinco días de reuniones en Davos contrastó con el clima de años anteriores, cuando el fuerte crecimiento, la baja inflación y las grandes ganancias de las empresas dominaban la escena.
Pero esta vez, el temor a una recesión en Estados Unidos que arrastraría consigo a la economía mundial, una enorme volatilidad en los mercados financieros y la contracción del crédito han hecho mella en la confianza de la elite económica y política mundial.
“Cualquiera sea la respuesta a una recesión, lo que está claro es que habrá una seria desaceleración (en Estados Unidos) que requiere una respuesta seria”, señaló Strauss Kahn.
Bush hizo público hace una semana un plan de reactivación económica de 145 mil millones de dólares y el martes la Reserva Federal estadunidense anunció un espectacular recorte de 0.75 por ciento en sus tasas de interés, que quedó en 3.50 por ciento.
Strauss Kahn afirmó que además de estimular el crecimiento a través de la política monetaria, algunos países tienen margen de maniobra para flexibilizar su política fiscal, aunque tengan déficit, y les llamó a actuar.
También indicó que la desaceleración económica provocaría en las próximas semanas o meses una caída de la inflación que permitiría a algunos bancos centrales disminuir el costo del crédito para estimular la economía. Pero el Banco Central Europeo (BCE) resiste las presiones de varios países para bajar sus tasas porque sigue preocupado por el alza de la inflación.
En Davos, que acogió durante cinco días a casi 30 jefes de Estado y más de 110 ministros, así como a cientos de directivos de las empresas más importantes del mundo, la ministra francesa de Economía aprovechó para reclamar por enésima vez al BCE que recorte sus tasas. “Consideremos la política monetaria observando el crecimiento y no sólo la estabilidad de los precios”, declaró Christine Lagarde.
El primer ministro japonés, Yasuo Fukuda, que preside este año el club de los siete países más ricos del mundo más Rusia (G-8), aprovechó la cita para anunciar que presionará a los mayores emisores de gases con efecto invernadero del mundo para que fijen metas de reducción de sus emisiones durante la cumbre del G-8 que tendrá lugar en julio en Japón.
Al margen del Foro, la ronda de Doha recibió un empujón con la decisión de unos 20 países de llegar en abril a un acuerdo para liberalizar el comercio de productos agrícolas e industriales, los dos nudos gordianos que desde hace años trancan las negociaciones, anunció la ministra suiza de Economía, Doris Leuthard.
La cita de Davos fue también aprovechada por el canciller iraní Manuchehr Mottaki para llamar al Consejo de Seguridad de la ONU a “dar muestras de moderación” cuando estudie sanciones más severas contra Teherán esta semana.
El ministro turco de Relaciones Exteriores, Ali Babacan, defendió por su lado el ingreso de Turquía en la Unión Europea ante la crema y nata de la política y la economía mundial y advirtió al bloque del peligro de convertirse en un “club de cristianos”.