Disquero
Placer infinito
Otra de las grandes antologías del arte de Bill Evans es el titulado Piano player, que reúne diamantes, perlas, oro y mirra e incienso en un solo disco. Baste citar entre su contenido la versión exquisita de My Funny Valentine con el Quinteto de Miles Davis, o rarezas como Bésame mucho, o un estreno discográfico fenomenal como la versión de Waltz for Debbie con el bajista Eddie Gomez y el baterista Marty Morell, que fue uno de los tríos legendarios de entre los varios que formó Bill Evans.
Además de este álbum integrador, y ya que estamos en pleno homenaje a este músico inigualable, mencionemos otro álbum imprescindible que se emparenta con el que hizo Jean Yves Thibaudet en cuanto acerca la música de Evans a la poética de la música de concierto, nos referimos al que grabó el Kronos Quartet (que recientemente estuvo en México) acompañado por el bajista Eddie Gomez y el guitarrista Jim Hall. Y si le preguntan al Disquero cuál es su álbum más querido de Bill Evans de inmediato les mostramos la portada aquí abajo: You must believe in spring, que es la caricia en la más profunda piel, un suspiro que transcurre como en un sueño.
He aquí a uno de los más grandes músicos de la historia, capaz de desnudar a la belleza y mostrarla en su estado natural, en un estado de gracia que envuelve al escucha y lo transporta al paraíso. Escuchar la música de Bill Evans es como ver flotar a Anna Pavlova, apacible y perfecta, en un estado de contemplación concentrado en el placer infinito.