Usted está aquí: viernes 25 de enero de 2008 Espectáculos Ruta Sonora

Ruta Sonora

Patricia Peñaloza
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Los más rifados de 2007 (rock anglo I)

2007. Año que el rock no comercial busca ser más rebuscado, sincero. En que las grandes disqueras se desmoronan; en que Radiohead les pateó el trasero al dejar “bajar” a la gente su disco por Internet, al precio que se quisiera. Año en que la Red sigue ganando terreno y democratizando cada vez más la música.

Robert Wyatt: Comicopera.Leyenda de la sicodelia inglesa, baterista de Soft Machine, experimentalista de la voz y férreo izquierdista, este inglés ofrece un disco la mar de hermoso. Entre coros y armonizaciones jazzy-deslumbrantes, cálidas, Wyatt reunió a músicos de Israel, España, Noruega, Cuba, Brasil y Colombia, y a personajes como Brian Eno, Phil Manzanera, Annie Whitehead. Tres actos de melodías deliciosas, acústicas, que entre humor, horror, absurdo y confusión, examinan la locura y lo impredecible de la vida actual. Los temas, fuera de toda casilla, incluyen hasta una progre-salsa dedicada al Che Guevara. Inalcanzable.

Deerhoof: Friend Opportunity. Este trío sanfranciscano, enemigo de lo lineal y amigo del ruido y el ludismo sónico, pone en tierra su art-pop punkgresivo para emitir las melodías más redondas que hayan creado en 13 años. Guiados por la aniñada voz de Satomi Matsuzaki, arrebatan por finos, ocurrentes, delirantes.

The good, the bad and the queen: The good, the bad and the queen. El álbum más profundo y bello que el inglés Damon Albarn haya hecho, ya sea con Blur o Gorillaz. Mediante guiños a Syd Barrett, The Kinks, los Beatles o los Rolling Stones, se actualiza ultramelancólico, a punta de dub sicodélico, pianolas, guitarras acústicas, hammonds y ecos mil. Triste, alucinante.

The White Stripes: Icky Thump. Cuando parecía que el dueto Jack & Meg White no podrían alcanzar su clásico Elephant (2003), sorprenden con esta gema de rock ledzeppelinero, pero ya con gran identidad. Pocos con el genio de Jack para el blues-punk y el humor siniestro, ahora con órganos, trompetas, gaitas, tempos deshilachados. Únicos.

Radiohead: In Rainbows. El quinteto de Oxford se pasa. Pues aun siendo éste uno de sus discos menos sorprendentes, sigue siendo de gran calidad. Su séptimo plato ya no busca demostrar nada, y ofrece suavidad sincera, baladas profundas y ejecuciones acústicas sencillas. Thom Yorke y sus muchachos se serenan un rato. Un respiro, un destello taciturno, amable.

Pram: The Moving Frontier. Post-post-lounge soñador, espacial. Tras la voz élfica de Rosie Cuckston, o con temas instrumentales, el veterano combo de Birmingham susurra al oído desde una caracola, la mar de un mundo alterno, volátil, entre trompetas a lo Herb Alpert, celestas, hammonds y guitarras floridas. Ufff.

Grinderman: Grinderman. El jefe Nick Cave arma esta banda alterna con tres de sus malas semillas, para eructar un garage mugroso y cambiar el azote por el humor mórbido, entre imágenes sórdidas de rugosidad guitarrosa. Ultra rocanrolero, ultra Stooges.

Black lips: Good bad not evil. Olviden a la cretiniza que intenta hacer revival mercantil y chairo del post-punk ochentero. Estos de Atlanta le pegan macizo al garage con tufo sicodélico, con raras añadiduras de folk sureño. Fuzz-country, requintos atascados y mucha gracejada.

Liars: Liars. De Los Ángeles a Nueva York, este trío es como de otro planeta. Tras su enigmático Drum’s not dead (2005), en este tercer disco su experimentación se “domestica” y concreta (es un decir): noise, dub progresivo, hard-punk, electro-pop, caben en su mismo plano existencial. Enfermos, osados.

Panda Bear: Person Pitch. El baterista del combo canadiense Animal Collective, Noah Lennox, más pirado que los de su banda, crea un tercer disco mágico y sicodeli-nebuloso. Coros con eco y texturas sónicas clavadas, suaves mas insistentes, que recuerdan a Brian Wilson, sin llegar al revival. Contem-pop tóxico.

Battles. Mirrored. Cual si reflejaran su sonido en un espejo, y éste se rompiera, este cuarteto neoyorkino (les encabeza John Stainer de Helmet y Tomahawk) futuriza de modo limpio e intrincado al progresivo. Guitarras, ritmos electrónicos, sintes gordos, garabatos vocales. Debut de sonido único, oscuro, matemático, juguetón y sofisticado, sin ser pretencioso.

Deerhunter: Cryptograms. De Atlanta, el segundo plato de estos art-rockers suena a ensueño pop acústico-orquestal-ambiental, colmado de guitarras diluidas cual si un Joy Division derretido se cruzara con los Flaming Lips, entre coros amables y paisajes etéreos. Una joyita.

Bat for Lashes: Fur & Gold. En la tradición de Kate Bush, PJ Harvey o Cat Power, mágica, intensa, tímida y nostálgica, la paquistaní/británica Natasha Khan graba una caja musical mullida y repleta de oro. Clavicordios, violas, percusiones austeras, cascabeles, aplausos, bajos solitarios y coros cual de ninfas. Irresistible.

Kings of Leon. Because of the times. Los hermanos Hollowill dicen adiós al optimismo campirano, para ofrecer un álbum adolorido, explosivo. Nashville en su mera crema, pero del siglo XXI: bluesey-funk-rock lleno de paja y estiércol. Ruidosos, íntimos, maduros.

The Arcade Fire: Neon Bible. El quintento que pone en alto al rock-pop canadiense, supera en su segundo disco a su exitoso debut. Bucólicos, pastorales y épicos, los liderados por Win Butler, de voz adusta, sensible, arenga contra la guerra, el odio y la desolación. Acústicos, melancólicos, contemporáneos.

 
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