El músico jarocho era “consciente de su grandeza”, afirma Francisco Haghenbeck
“José Alfredo Jiménez, el único que me puede hacer sombra”, dijo Lara
Genio, creó el mito de sí mismo, expresa en entrevista el escritor de la biografía novelada del compositor de Aventurera
El Flaco de Oro “es el máximo representante artístico-musical o artístico-popular de México ante el mundo, de toda la historia”, agrega
Ampliar la imagen Agustín Lara quitó la imagen de pueblerina a las mexicanas. Hablaba de las pervertidas, del amor erótico, señala Haghenbeck Foto: Archivo
Cuando José Alfredo Jiménez irrumpió en la escena artística, el justificadamente orgulloso y famoso Agustín Lara dijo: “¡Ah, por fin alguien que me puede hacer sombra!” Agustín era consciente de su grandeza, pero no sólo de eso, sino de que él la había creado. “El creó el mundo olimpo donde vivía como dios. El mito de Lara fue creado por Lara. Todos sus actos, cada movimiento que hacía, y muchos de sus matrimonios, inclusive, fueron para crear el mito que hoy conocemos”, expresó Francisco Haghenbeck, autor de la biografía novelada Solamente una vez-Toda la pasión y melancolía en la vida de Agustín Lara (Editorial Planeta).
“Por lo anterior –agregó el entrevistado– es tan difícil separar el mito del hombre, porque el mismo hombre creó el mito. Como él mismo decía: ‘por fin alguien que me hace sombra’, pero es muy importante cuando él aparece en 1930, pues es el primer músico que es realmente metropolitano, que nos quita la imagen pueblerina de la revolución y canta a la ciudad, a las mujeres.
“Ya no es el amor de las canciones folclóricas de la novia dejada, sino que habla de las pervertidas, de las mujeres de la calle. Es una amor que ya no es inocente, sino muy erótico, muy subido de tono, pero que a la vez le llegaba a las abuelitas de la época, quienes expresaban que Lara era de cascos ligeros, pero que componía muy bonito. O sea: cambió totalmente la imagen de la música en México trayendo al bolero, aunque ya había personas que lo estaban haciendo muy bien, pero él lo puso en boca de todos, y hoy día ese fantasma lo seguimos teniendo”, abundó el especialista.
En la obra de Haghenbeck se muestra al llamado Flaco de Oro en sus dimensiones humanas, “para que lo conozcan las nuevas generaciones”, con sus vicios, como su costumbre de fumar mariguana, sus infidelidades, su cursilería, sus amores y todo su talento como músico-poeta.
En entrevista con La Jornada, al calor de unos sorbos de café, muy ad-hoc para hablar del autor de Veracruz, definió a Agustín de la siguiente manera: “Es el máximo representante artístico-musical o artístico-popular de México ante el mundo, de toda la historia”.
Añadió que la influencia del músico llega hasta nuestros días: “La balada romántica sigue siendo la que más vende en México y esto es por el legado de Lara. Es más, autores como Marco Antonio Solís, El Buki, le deben mucho a Lara, en sus letras, en todo, en esa picardía que tenían al escribir.
“Eso es como compositor, pero también hay que darle su lugar como genio. Fue una persona que nunca llegó a escribir o a leer partituras musicales; nunca supo escribir música. Tenía que haber alguien que se la escribiera. Tocaba el piano de oído y así compuso más de 500 canciones. Llegaba, componía y llamaba a Aguilita, el hermano de las Hermanas Águila, a quien le decía: ‘Pónle listones, moños y maquíllala para salir’. Decía que la partitura sólo eran rayitas y pelotitas, pero era un genio”.
Personaje claroscuro
–¿Cómo llega usted a interesarse por Lara?
–Hablé con mis editores y con algunos escritores sobre el gran éxito que tienen las biografías en México, como la de Francisco Villa, de Taibo, o la nueva de Morelos, de Palau. Yo dije que Lara ameritaba una. Así nació la idea de este libro. Descubrí a un Lara con su problema de drogas, de alcohol, que es muy mujeriego, que es adicto al amor… no… a las relaciones. Podía estar casado y tener cuatro amantes, mujeres muy jóvenes.
“Esa relación… profílica, al final de su vida, cuando a los 71 años estuvo casado con una mujer de 15 años. Tenía el serio problema de ser bipolar, que le creaba unas largas depresiones que podían durar seis meses o causar intentos de suicidio. De pronto, durante tres meses se ponía a componer y no dormía porque decía que era una pérdida de tiempo. Este personaje claroscuro es lo que me atrajo”.
Así fue. Acotó que la faceta del Lara mariguano es muy conocida y citó la consabida anécdota de cuando un periodista ironizó sobre que su inspiración se debía a que fumaba yerba. “El Flaco sacó su elegante cigarrera de plata; la abrió, sacó su churrito de mariguana, se lo llevó a los labios, lo prendió, fumó y se lo pasó al periodista. ‘Aquí está su inspiración; ahora componga la música”, le dijo.