Labor de 10 mujeres en la restauración de la iglesia oaxaqueña
Aplicar la lámina de oro a la madera es lo que más le gusta hacer a Esperanza Hernández, quien con 32 años de edad es la decana –junto con Mónica Galván Cruz, de 26–, de los talleres comunitarios de Santa Ana Zegache, Oaxaca.
Esperanza recuerda que, en 1997, el municipio de Ocotlán lanzó una convocatoria para “puras mujeres que supieran más que nada tejer, bordar, hacer manualidades, por tratarse de un trabajo delicado y minucioso. Acudimos 10 mujeres. Cuando nos preguntaron si queríamos pintar lo que es la parte de la iglesia, dijimos que sí, porque en ese tiempo no sabíamos nada de esto.
“Nos dijeron que se trataba de restaurar el templo. Nos enseñaron todo lo que de-bíamos hacer. Estaban Rodolfo Morales y el restaurador Manuel Serrano.”
Esperanza se especializó “en todo”, porque “lo primero que hicimos fue desencalar las capas de pintura. El templo tenía tres capas de pintura, cada una tapada con una capa de yeso. Con un bisturí la quitamos. Luego, en la parte inferior de la pintura comenzamos a sacarle calcas a color y a lápiz. Después empezamos a completar todo lo que es la figura.
“Como todo el templo estaba desencalado podíamos ver qué partes estaban y qué partes, no. En las ventanas, por lo general, salió toda la pintura original. Allí, nada más fue cuestión de sacarle calcas a color para plasmarlas en las otras ventanas donde estaban más incompletas.”
También aprendieron a dorar: “Nos dieron un curso en Santo Domingo, en la capital, cuando se restauraba el ex convento, para poder dorar lo que son los marcos del templo, en los arcos de la parte de superior. Después, empezamos a restaurar las esculturas, las pinturas de caballete, como consecuencia de la restauración de los retablos”.
En la época del cierre de los talleres, Esperanza y algunas otras mujeres fueron a trabajar al teatro Macedonio Alcalá, en la ciudad de Oaxaca, con el arquitecto Esteban San Juan Maldonado, director de proyecto de la Fundación Cultural Rodolfo Morales. Cuando se volvieron a solicitar personas para los talleres, “llamamos a los que habían trabajado con nosotros”.
¿Qué han significado los talleres para los zegacheros? Expresa: “La mayoría está agradecida por lo que ven que se hace, por ejemplo, con los retablos. Pero nunca falta uno u otra por allí que siempre está inconforme por lo que ven que es todo de oro. Piensan que nos estamos llevando algo, dudan, pues”.