Usted está aquí: miércoles 23 de enero de 2008 Opinión Facultad de Medicina

Javier Flores

Facultad de Medicina

A partir de la designación del doctor José Narro Robles como rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se han producido diversos cambios en el gobierno de esa casa de estudios. Entre los colaboradores cercanos a Narro se encuentran Sergio Alcocer, en la secretaría general; Juan José Pérez Castañeda, en la administrativa; Ramiro Jesús Sandoval, en servicios a la comunidad; Jorge Islas, como abogado general, y Enrique Balp, en comunicación social; los únicos funcionarios que permanecen en su cargo desde la administración anterior son Islas y la doctora Rosaura Ruiz, quien continúa al frente de la secretaría de desarrollo institucional.

Otros cambios importantes se han dado en dos territorios clave de la universidad: las coordinaciones de investigación científica y humanística. En la primera, ha sido nombrado Carlos Arámburo de la Hoz, en sustitución de René Drucker Colín, y Estela Morales, quien ocupa el lugar de Mari Carmen Serra Puche. Los nuevos funcionarios tienen la responsabilidad de impulsar áreas sustantivas de la UNAM, nada menos que la creación de nuevos conocimientos en las ciencias y las humanidades.

Importante modificación

Estos movimientos, entre otros, representan una modificación importante en la dirección que habrá de tomar la UNAM en los próximos cuatro años. Queda claro que no hay continuidad. Es la forma en que comienza a expresarse una nueva visión. Todos los nombramientos a los que me he referido son facultad del rector, pero tienen como efecto secundario otros cambios en los que la rectoría ya no tiene nada que ver, pues dependen de otros órganos de gobierno universitario. Así, por fin, puedo llegar al punto que me interesa tratar en este artículo.

Algunos de los nombramientos a los que me referí involucran a universitarios que se desempeñaban como directores de entidades en las que sus sustitutos, de acuerdo con la legislación interna, deben ser nombrados por la Junta de Gobierno. Carlos Arámburo era el director del Instituto de Neurobiología y Ramiro Jesús estaba en la dirección de la Facultad de Estudios Profesionales Iztacala, sólo para poner dos ejemplos. Esto obliga a la realización de procesos de consulta en esas dependencias para la designación de los nuevos directores. Pero hay un caso especialmente llamativo: Narro Robles, al ser nombrado rector, dejó vacante el puesto de director en la Facultad de Medicina.

Cuando se publique este artículo, la Junta de Gobierno ya habrá designado al nuevo director de esa facultad (yo escribo el domingo y la decisión de esa instancia universitaria se anuncia el lunes por la noche), que es sin duda una de las más importantes en el país y Latinoamérica. Después de una amplia participación de los miembros del personal académico, tanto en el campus universitario como en las distintas sedes hospitalarias –la mayor parte de la formación de los médicos se realiza en los hospitales–, quedó integrada una terna compuesta por los doctores Enrique Graue Wiechers, Joaquín López Bárcena y Carlos Viesca y Treviño.

Garantía de marcha ascendente

Cualquiera de los tres garantizaría la marcha ascendente de la facultad. En ella, Graue venía ocupando el cargo de jefe de la División de Estudios de Posgrado; López Bárcena, la secretaría general, y Viesca, la jefatura del Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina. Se trata de médicos de muy alto nivel en sus respectivos campos pero con distintos perfiles, y en la decisión de la Junta de Gobierno este factor juega, a mi juicio, un papel determinante, pues en este caso indica las líneas generales a seguir en el futuro de la Facultad de Medicina.

Graue es un especialista ampliamente reconocido en el campo de la oftalmología, por lo que cuenta con gran conocimiento y experiencia en la clínica, así como en la investigación. Adicionalmente, conduce el área de posgrado y no hay que olvidar que más de la mitad de la matrícula de esa facultad se concentra en ese nivel, por la importancia de la especialización en la formación de los médicos. El perfil de López Bárcena es también de tipo clínico, pero se orienta más hacia la administración de la enseñanza, tarea de gran importancia en la universidad; desempeñó un papel relevante al frente de la secretaría general, durante la dirección de Narro. Viesca, por su parte, tiene un perfil más humanístico; es un notable investigador en el campo de la filosofía de la medicina, área en la que ha realizado importantes contribuciones y cuenta con un espléndido currículum.

A pesar de que cualquiera de los tres candidatos sería un gran director, creo que la mejor opción para la Facultad de Medicina en este momento es Enrique Graue Wiechers, no sólo por su perfil, sino además por su programa de trabajo, que garantiza la consolidación de los logros de la facultad y la coloca en la vanguardia de los cambios que el país requiere en materia de salud.

Es arriesgado, pero espero coincidir con la decisión adoptada por la Junta de Gobierno.

 
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