Usted está aquí: lunes 21 de enero de 2008 Cultura México, liberalismo y modernidad... registro de una nación heterogénea

El recorrido por la exposición mezcla los dos signos dominantes entre 1876 y 1917

México, liberalismo y modernidad... registro de una nación heterogénea

Ni en los momentos más críticos se suspendió la ayuda a los artistas becados en el extranjero

Merry MacMasters

México: liberalismo y modernidad, 1876-1917. Voces, rostros y alegorías, exposición con la que Fomento Cultural Banamex cierra un ciclo de tres muestras de carácter histórico, da cuenta de ese periodo mediante diferentes planos. Son los registros y perfiles de un México siempre heterogéneo. En las alegorías muchas veces se condensan ideas que perviven a lo largo de los años.

De acuerdo con Gloria Villegas Moreno, curadora de la muestra abierta en el Palacio de Iturbide, Madero 17, Centro Histórico, ésta corre bajo los dos signos comprendidos en su título, entremezclándose a lo largo del periodo histórico en cuestión. La exhibición de 155 piezas, entre pinturas, esculturas, objetos y videos, dividida en 11 núcleos temáticos, comienza con la sección denominada La segunda Independencia, porque para los liberales haber derrotado al imperio de Maximiliano significaba “una nueva emancipación”.

Por otra parte, también se muestra la “vertiente liberal” del mismo gobierno de Maximiliano, que “fortalece esta idea de que el liberalismo se construye básicamente desde el punto de vista político, con una propuesta social de amplio consenso”. El recorrido de la muestra enfatiza que a final de cuentas “todos los gobiernos de ese periodo insistieron en que el establecimiento de la libertad, la democracia, la equidad y, en general, el progreso del país, eran un objetivo primordial.

“¿Cómo hacerlo?, bueno, el régimen porfirista encontró la vía en la prolongación del mandato.”

En los años 80 del siglo XIX, continúa Villegas Moreno, se da un flujo intenso de capital, en virtud del desarrollo de las potencias europeas y de Estados Unidos; entonces, México vive una modernización industrial muy acelerada, aunque desigual. “Eso también es un rostro relevante del país que, además, le interesa mucho proyectarse hacia el exterior, mostrar que México es una nación civilizada. Un ejemplo de esta idea es la participación del país en las exposiciones universales, en concreto la de París de 1889, donde la obra escultórica estuvo a cargo de Jesús Contreras”.

Un apartado de la muestra está dedicada al “progreso” de las mujeres, “periodistas y médicas”, y su representación pictórica en Mercedes Zamora, Matilde Zúñiga y Eulalia Lucio, quienes surgen en “un escenario de estabilidad”.

La Revolución, apunta la historiadora, es un proceso inserto en una revisión hecha de estas líneas entre el liberalismo y la modernidad. Al mismo tiempo que se está lanzando la convocatoria para el Ateneo de la Juventud, en otro escenario y otra dimensión, se convoca para la formación de un partido antirreleccionista. De allí, la diversidad de rostros presentes en la comemoración del centenario de la Independencia, en 1910. En este tenor se ha recreado el carro alegórico en que la pila de bautismo de Miguel Hidalgo fue trasladada al Museo Nacional, en uno de los momentos culminantes del festejo.

Si 1910 es el año de mayor esplendor del régimen porfirista, también es cuando se desencadena la lucha revolucionaria. Esta coexistencia de corrientes opuestas se observa de manera recurrente en las diferentes secciones de la exposición: “el mismo 20 de noviembre, que Madero marcó para el comienzo de la lucha, Diego Rivera inauguró una muestra en la Academia de San Carlos”.

La curadora anota que el gobierno mexicano, aun en momento críticos, “jamás suspendió el apoyo a los artistas” becados en el extranjero. La muestra termina en la recreación del Congreso Constituyente.

 
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