El TLCAN, pesadilla para el agro, señala Ramírez López
A 15 años de la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) es tiempo que su capítulo agropecuario sea sometido a revisión, para que el sector rural del país lo vea como una oportunidad de crecimiento y desarrollo o, de lo contrario, “seguirá siendo una verdadera pesadilla para los campesinos mexicanos”, afirmó en un análisis sobre el tema el presidente de la Comisión de Desarrollo Rural del Senado, el priísta Heladio Elías Ramírez López.
En una reunión con el frente nacional de legisladores del sector rural, que aglutina a más de 100 integrantes, consideró urgente la revisión del acuerdo comercial neoliberal para corroborar si éste ha cumplido sus objetivos, entre otros, el de elevar las condiciones de vida de los habitantes del medio rural, de generar oportunidades de empleo, de hacer competitiva la agricultura y de combatir la pobreza y reducir la desigualdad en el campo.
Puntualizó que, aunque existen fundamentos jurídicos para proceder al examen del tratado trilateral, hace “falta sólo la decisión política del gobierno”.
Se necesita “la misma (decisión) que se tuvo cuando se firmó el acuerdo comercial (durante el gobierno del priísta Carlos Salinas de Gortari), con la conciencia de que nos obligaría a realizar reformas estructurales profundas, drásticas, a nuestro marco constitucional. Mismas que permitirían, con el cambio de rumbo en la economía nacional, elevar al sector rural como una prioridad de las políticas públicas, con el compromiso de modernizarlo para poder cumplir con éxito el reto de la competencia”, señaló.
El legislador de la Confederación Nacional Campesina (CNC) consideró que el TLCAN puede ser la oportunidad para el campo “a condición de que se replantee a fondo la política agropecuaria y se cambien las estructuras envejecidas que aprisionan la esperanza de los campesinos e indígenas e impiden la inversión y su modernización, y se fortalezca la organización campesina en lugar de dispersarla”.
El gobierno federal –continuó– “tiene que darse cuenta de que la liberación de nuestro campo es la competitividad y ésta sólo puede llegar con la revolución de los conocimientos.
“En las condiciones actuales de descapitalización, atraso tecnológico, deterioro o falta de infraestructura social y productiva –sin una política de transición, subsidios y presupuestos multianuales que nos equiparen a los agricultores de nuestros socios comerciales– difícilmente podremos reactivar la vida de nuestro sector rural”, refirió.
Reprochó que los gobiernos de tres lustros (dos priístas y dos panistas) a la fecha no han querido realizar “un análisis muy serio para tomar decisiones de aliento y visión de largo plazo”, con el fin de atender la crisis estructural del medio rural.
Por el contrario, precisó, siguieron “desmantelando la estructura de soporte del campo”, al tiempo que los gobiernos socios del tratado “fortalecieron” sus leyes agrícolas en abierta violación al espíritu y mandato del acuerdo e hicieron “más evidentes las asimetrías que nos separan y hacen inviables nuestros propósitos competitivos”.
En su análisis detalla que las preocupaciones de los campesinos “se han topado con el menosprecio” e “inútiles mesas de diálogo”, cuando lo que quieren es “la revisión de un tratado que los dejó inermes en esta competencia tan desigual”.