El despertar
Rebasarse a sí mismo por la derecha
En los próximos meses Calderón va a enfrentar una situación crítica: la economía irá para mal, arrastrada por la recesión estadunidense y por las contradicciones nativas. Tampoco en política la tendrá fácil. En el año de víspera de elecciones federales el PRI aprovechará las ventajas de su complicidad con el PAN y a la vez le dará golpes para conquistar inconformes. El control de los medios electrónicos tendrá rendimientos decrecientes. La campaña antinarco es un desastre. El año pasado el número de crímenes aumentó 20%. El jueves hubo una batalla en Tijuana, hecho terrible, y más porque ya no nos asombra. Felipillo, ilegítimo de origen, no ha podido “legitimarse” en el ejercicio. Hubiera sido de esperarse que se desplazara hacia el centro ideológico y que atenuara las políticas antipopulares. Así lo anunció. Se ufanó de que incluso “rebasaría por la izquierda” a AMLO, su principal, casi único opositor.
¿Y qué ha hecho? Mantiene un continuismo duro que se ha exacerbado las semanas recientes, refuerza su alianza con el sector más conservador del PRI. Amplía las concesiones a los grupos de interés y al más corrupto sindicalismo, garantiza la impunidad. Ataca a escasos periodistas liberales. Intenta la ruptura del paradigma de soberanía económica con un proyecto de reforma energética tramposa que regresará el tema del petróleo al estatus en que se encontraba en la prehistoria porfirista. Permitió la elevación de precios de los básicos y de la gasolina, y arremete con impuestos a empresarios medios y pequeños sobrevivientes del neoliberalismo. Ni un solo dato de flexibilización.
¡Y ahora nombra secretario de Gobernación a Juan Camilo Mouriño! Nunca en la historia reciente se había dado mandato semejante a un hombre de origen extranjero formado en España y en Florida, sin experiencia política significativa ni contacto ni identificación importante con el país (salvo a través de los intereses concretos de su padre, un empresario español de la clase depredadora). Fue miembro de la 58 legislatura y se le recuerda como un personaje cerrado, duro, torvo. Presidió la Comisión de Energía y tuvo, como Calderón, un desempeño irrelevante. Discípulo de Felipe, heredó su característica central, la rigidez reaccionaria.
Ahí lo tiene usted: un “gachupín” (hispano prepotente y voraz) de 36 años, con mirada de cernícalo dispuesto a agredir. Sus méritos, además de inteligencia y dureza, son sus vínculos con la derecha del derechista Partido Popular Español, haber importado al arquitecto de la campaña sucia de 2006 y la confianza y el profundo afecto de Calderón, quien ante las dificultades pierde seguridad y se repliega en quien cree que le es leal y eficaz. Ningún panista de origen llena esas especificaciones.
Nada bueno puede esperar la oposición de él, ni el país, ni la oposición a la que intentará corromper y dividir. Ya vimos el desastre que significó poner en Bucareli un improvisado y frívolo como Creel. No creo que Mouriño quiera seriamente ser presidente. Es un “halcón” que va a intentar servir a los intereses de Calderón y de los mega grupos que lo apoyan, mientras la nación, y con ella todos nosotros, entramos en una etapa de tiempos revueltos.