La comunidad, dispuesta a resistir ante planes de “desarrollo turístico” en Chiapas
Unidos, habitantes de Nuevo Progreso Agua Azul
“Aquí nos vamos a quedar; lucharemos por la tierra donde nacimos”, expresa vocero
Ampliar la imagen Mujeres zapatistas en el encuentro de diciembre pasado en La Garrucha Foto: Víctor Camacho
Nuevo Progreso Agua Azul, Chis., 16 de enero. “Nosotros no tenemos precio, pero el gobierno ya tiene proyectos aquí”, expresan los representantes de la comunidad, choles de la región de Tumbalá que hoy forman parte del municipio autónomo La Paz. “Los compañeros derramaron su sangre en 1994, tenemos que hacer valer nuestro derecho”, abunda el vocero de Nuevo Progreso Agua Azul, por donde ha corrido también la historia de la rebelión zapatista.
El pueblo nace cuando los indígenas que eran peones de la finca Agua Azul recuperaron las tierras de la propiedad abolida. En 1948 llegaron sus abuelos a trabajar, “acasillados sin salario ni nada” en la propiedad. Por esos años proliferaron los ranchos de ganaderos chiapanecos, de la capital del país y hasta Estados Unidos (es el caso de la finca Esperanza Morrison, también convertida en comunidad zapatista). En realidad, los choles viven aquí desde hace siglos, en frontera con el mundo tzeltal originario.
Los hombres de la comunidad insisten: “Somos nativo de aquí”.
El representante declara: “Esta es nuestra naturaleza, la queremos defender de forma pacífica. Si el gobierno no quiere entender, no sabemos qué puede pasar”. Las presiones para que salgan de aquí han aumentado en años recientes, lo cual creó divisiones entre las familias zapatistas, que ahora se han reconciliado.
Separada sólo por el río de la comunidad Bolón Ajaw, Nuevo Progreso Agua Azul vive bajo la amenaza de violencia por parte de miembros de la Organización para la Defensa de los Derechos Indígenas y Campesinos (Opddic), que ha sido más abierta contra Bolón Ajaw. Los pobladores del llamado ejido Agua Azul (que en rigor no lo es, pues se dedica exlusivamente al turismo y la “conservación”) mantienen bajo asedio dicho poblado, con un saldo de decenas de zapatistas heridos, algunos de gravedad, en diferentes ataques de quienes se presentan como Opddic, o bien como una sociedad ecoturística, pero igual disparan, apedrean, queman, machetean y profieren amenazas contra esa comunidad tzeltal en resistencia.
“No queremos que suceda como con nuestros abuelos, que fueron despojados. Ellos tenían que trabajar para el dueño. El dueño se acostumbró a que es ‘su gente’ y les ofreció a nuestros abuelos unas 10 hectáreas para que se repartieran. Por ahí de 1983 fueron entregados los solares a los trabajadores de la finca. Aquí vivíamos, junto al dueño, mal pagados, mal tratados. Fue cuando comenzamos a conocer nuestra situación. En el 1994, con el levantamiento del EZLN, vimos que no hay dónde ir, y tuvimos que decidir y ser valientes y tomar esta tierra”.
Fueron entonces 96 personas que ocuparon las fincas El Ceibo, Santa Silvia, Brasilia, Lindavista y Agua Azul, y se distribuyeron en tres comunidades. Esta es una de ellas. “Antes había aquí mucho ganado”, añade el representante. Y quién lo diría, ya no hay potreros sino milpa y selva. “El dueño tuvo que salir. Entonces el gobierno implementó la agresión en todo el estado. Las 96 personas se empezaron a dividir desde 1995, unos a favor del gobierno, otros quedamos de zapatistas”.
Por entonces surge la organización priísta Paz y Justicia en la zona chol, y se implanta también en Tumbalá, de manera que Nuevo Progreso Agua Azul quedó sitiado por esa organización, que en muchas partes operó como grupo paramilitar, y hoy se ha heredado en la Opddic aquí y en otras partes.
La historia de la resistencia aquí ha sido compleja. Después de 2000, con la llegada del gobernador no priísta (se suponía) Pablo Salazar Mendiguchía, las autoridades ofrecen titulación individual en las tierras colectivizadas tras el levantamiento zapatista. Las organizaciones independientes aliadas con los rebeldes intentan romper ese acuerdo (Orcao, Aric Independiente, y en esta zona chol, Kichañ Kichañob), para acceder a los programas del gobierno, considerado perredista. Hacia 2003, los campesinos que se hicieron de Kichañ Kichañob trataron de expulsar a los zapatistas.
“Desde 2002 comenzaron a llegar funcionarios”, agrega el vocero. También se hacen explícitos los nuevos planes de “desarrollo turístico” para esta joya de la naturaleza. Entonces, las familias de Nuevo Progreso Agua Azul, asentadas en unas 130 hectáreas, vuelven a ponerse de acuerdo; unos se reconcilian, otros aceptan ofertas del gobierno en otra parte. Hoy es nuevamente una comunidad unificada y en resistencia.
El vocero autónomo, delante de decenas de pobladores, advierte: “Hemos estado de manera pacífica todos estos años, pero los partidos políticos nos agreden. Aquí nos vamos a quedar. Si el gobierno no entiende, nos tendremos que alzar en forma pacífica para luchar por la tierra donde nacimos”.