Ciudad Perdida
Luces rojas en el aeropuerto capitalino
Indicios de la presencia del crimen organizado
La terminal, convertida en un absoluto caos
En las más altas esferas del gobierno de la ciudad se analiza la presencia de un cártel de la droga en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, que podría haberse hecho ya del control de la terminal aérea.
El asunto no es broma, según los primeros análisis realizados por las autoridades locales involucradas en la seguridad pública, los crímenes más recientes –la gente decapitada–, son indicios claros de que existe una banda que opera en el aeropuerto citadino, y lo peor, que existe una guerra por su control.
No se trata, entonces, de lo que llega y entra al país por ese canal –el AICM–, sino del control total de ese espacio sin la intervención de ninguna autoridad, o mejor, con el beneplácito de las autoridades subordinadas al o los jefes del cártel del aeropuerto.
El problema parece estar dentro de las aduanas y en algunas empresas que, inmiscuidas en el traslado y recepción de mercancía, han sido cooptadas por un grupo que opera para el crimen organizado, presuntamente responsable de las decapitaciones –cuando menos cuatro– halladas en los alrededores de la central aérea.
Hay una intención clara de amedrentar a los usuarios del aeropuerto, y a ello se suma el muy mal trato que reciben esos usuarios por parte de la empresa de seguridad contratada sin mucha claridad por las autoridades de la terminal aérea, y que desplazó a otras corporaciones policiales de servicio público, capacitadas para ese trabajo.
Y es que el puerto aéreo capitalino, bajo la responsabilidad de las autoridades federales, se ha convertido en un absoluto caos, pero además significa la cesión, seguramente ilegal, de la seguridad de esa central a una empresa privada de capital español, que se inició como una dedicada a la limpieza y en el gobierno de Fox creció de forma desmesurada hasta que devino en otra diferente, dedicada a la seguridad privada.
No queremos decir que la española Eulen, que así se llama la encargada de la seguridad, tenga algo que ver con el crimen organizado, pero sí que el desorden se ha apoderado del aeropuerto más importante de México, y que la vigilancia que tendría que estar en manos de las policías federales y locales se ha cedido, sin que se sepa, además, de una licitación de por medio, a esa empresa que, desde luego, no parece ser la más adecuada para esas tareas y abona al desorden que se vive en el AICM.
Ahora resulta apremiante que se retome en su totalidad la seguridad en el aeropuerto, es decir, que vuelva al control total de las agencias policiales del Estado; que tanto la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, como la de Hacienda, que tendría que tener en el sistema de aduanas a sus mejores hombres, asuman en su totalidad la responsabilidad que resulta del cuidado de la mayor central aeroportuaria del país, para la tranquilidad de la población de la ciudad de México, que se ve afectada en su seguridad por los horrores que plantea la presencia del narcotráfico en la central aérea.
De pasadita
Hasta donde se sabe, los dos candidatos más importantes a la dirigencia nacional del PRD están a punto de llegar a un acuerdo para evitar una guerra entre apaches y cheyenes.
Se dice que Alejandro Encinas y Jesús Ortega anunciarán en breve, y en público, su deseo de evitar confrontaciones que reafirmen la idea de que el PRD es, por naturaleza, rijoso.
Por lo pronto, mientras llega ese momento, en el DF se velan armas casi en silencio, y más les vale porque lo único cierto es que quien saque la cabeza podría ser decapitado, claro, en términos políticos, así que todos los apresurados tendrán que esperar cuando menos al fin de semana para poder lanzarse al ruedo.