Andanzas
Festejan centenario de José Limón
La figura de José Limón, su huella y su obra tienen en México un nicho indiscutible, que por más de 50 años ha sido venerado en medio de todo tipo de turbulencias amnésicas y degenerativas que, no pocas veces, afectan a importantes personajes de la danza en este país, lo cual de por sí, afirma la memoria e influencia de su personalidad y estilo en la danza moderna mexicana.
Sobrevivir la arrolladora influencia de Martha Graham, sobre todo en los años 50 en el mundo y en México, no fue fácil, y con el tiempo, el concepto de la danza, por medio de su filosofía del arte, ha perdurado en el reconocimiento mundial y los millares de alumnos que de su escuela existen hasta el siglo XXI. La prolífica Doris Humhrey, imprescindible cimiento de la danza moderna estadunidense, impartió enseñanzas avanzadas de composición de danza. José Limón uno de sus discípulos más brillantes, dijo de ella: “sabía que cada bailarín es un individuo y que como tal, constituye un instrumento peculiar y distinto de todos los demás; en consecuencia, debe hallar la última instancia en su propio estilo, como lo encontró ella. Fue Doris Humhrey quien me enseñó que el hombre es el sujeto más adecuado para la coreografía”.
Y es aquí donde radica, quizás, la constante renovación creativa del movimiento de la corriente Limón, sin las ataduras extremas de la férrea disciplina de un código académico practicamente invariable, que al menos en nuestro país, por décadas produjo bailarines en serie sin más personalidad que la brillantez corporal que esta disciplina, nacionalizada, permitió a decenas de generaciones arraigarse implacablemente en toda la República, a falta de otra propuesta académica tan establecida como la técnica Graham.
Afortunadamente, en la actualidad, a pesar del rigor inflexible de la disciplina del ballet o la danza contemporánea, infinidad de corrientes estéticas y corporales entrecruzan sus caminos para ofrecer un amplio terreno creativo a las nuevas generaciones, propiciando, asimismo, más pluralidad coreográfica a pesar del raquitismo pedagógico en este terreno manejado inadecuadamente más por vínculos políticos o burocráticos, que por el terreno del talento y verdadero conocimiento de la materia.
Ya tendremos oportunidad de constatar en 2008 las propuestas de la Limón Dance Company, dirigida por Carla Maxwell, como parte de las celebraciones del centenario del nacimiento del maestro José Limón, el próximo sábado 19 de enero,en el Palacio de Bellas Artes,a las 19 horas en una gran función de gala, a la que seguramente asistirán tirios y troyanos a festejar a tan grande artista, fallecido en 1972.
La obra de Limón es extensa, tanto como el recorrido que la compañía ha realizado desde su fundación en 1942, durante la Segunda Guerra Mundial, y de la cual durante mucho tiempo Doris fue directora artística. El maestro desarrolló su propio estilo, tanto como una mística de dedicación y devoción a la danza de todos sus colaboradores, pese a trabajar en las condiciones más duras y sin ayuda económica por largo tiempo.
Invitado por el visionario Miguel Covarrubias, como jefe del Departamento de Danza del INBA, Limón consolidó con sus obras y presencia una época inolvidable, llamada de oro, en la danza mexicana. Sus ballets, con temas mexicanos y artistas nativos, abarrotaron el Palacio de Bellas Artes y prendieron la imaginación de jóvenes coreógrafos con la generosidad que distingue a los verdaderos maestros para impulsar algo muy nuestro, labor que desgraciadamente no duró.
Desde las Danzas mexicanas, La Malicho, La pavana del Moro, Missa Brevis, Chaconna in D Minor, Ritmo Jondo, There is a Time, The Traitor, y Tonantzintla, que bailó él mismo con las inolvidables Rocío Sagaón, Valentina y Martha Castro, entre otras obras, Limón dejó una profunda y favorable huella en la compañía oficial que patrocinaba el INBA, misma que se ha tratado de conservar con la filmación de Tonantzintla, por Alejandra B. Moya; en esa cinta se incluyen entrevistas a quienes bailaron entonces la obra y comentarios de personajes de la época, como Horacio Flores Sánchez, ministro diplomático, quien fuera director del Ballet de Bellas Artes posteriormente. Esta idea de rescate y preservación, que hasta la fecha no parece prender con la calidad y el enfoque adecuados, servirá para saber cómo fuimos y cómo somos.
Los festejos incluyen exposiciones, premios, conferencias y todo lo que se hace cuando no se hizo antes. Un buen montaje, no se lo pierda, consulte cartelera.