Al rencuentro con la palabra original
La Secretaría de Educación presenta hoy el Catálogo de las lenguas indígenas nacionales
Lanza el GDF campaña para revitalizar el náhuatl
Emprende programa para usar esta lengua en la alfabetización de comunidades rezagadas
Ampliar la imagen El proyecto del gobierno capitalino busca reposicionar al náhuatl como la lengua “oficial” del valle de México Foto: Cristina Rodríguez
Ampliar la imagen Según estudios, los habitantes más jóvenes de las comunidades indígenas ya no dominan su lengua nativa Foto: Cristina Rodríguez
El náhuatl es un idioma vivo y en plena evolución. De ello pueden dar testimonio los dos millones de hablantes con los que cuenta en por lo menos diez estados del país. Sin embargo, la gran mayoría de ellos no saben cómo escribir en su propia lengua y viven excluidos de la educación formal.
Para atender a esta franja de la población y al mismo tiempo revitalizar el idioma originario del valle de Anáhuac, el Gobierno de Distrito Federal (GDF) pondrá en marcha un programa mediante el cual llevará la educación básica a las regiones más marginadas de la capital, con el náhuatl como lengua de instrucción.
El objetivo, de acuerdo con el secretario de Educación, Axel Didriksson, es promover el náhuatl como la lengua “oficial” de la ciudad de México, en el contexto de la formación de una Carta Magna para el DF.
La Jornada consultó la opinión de diversos actores involucrados o interesados en este proyecto, que pretende ayudar a “desmontar la estructura del racismo” en el país.
Un modelo de “transformación radical”
A decir de Rocío Casariego, investigadora y funcionaria de la Secretaría de Educación capitalina, este proyecto busca hacer del náhuatl la “lengua oficial” de la ciudad, pero no con un enfoque meramente antropológico, sino educativo y “muy concreto”.
La idea es adoptrar un modelo de “transformación educativa radical”, en el que coexistan el español, el náhuatl e incluso otras lenguas originarias, en un esquema pedagógico que privilegie el desarrollo de las habilidades cognitivas y la escritura, por sobre la simple acumulación y repetición de datos.
Los llamados Centros de Transformación Educativa (CTE) iniciarán actividades en enero de 2008 como un programa piloto, en al menos 20 puntos de la ciudad, uno por cada delegación, y dos en las entidades de más alta marginación social, como Álvaro Obregón, Iztapalapa, Gustavo A. Madero y Milpa Alta.
Ahí, un grupo de “facilitadores” –de preferencia jóvenes de la misma comunidad, capacitados por las autoridades del GDF- impartirá clases a nivel preescolar, primaria y secundaria, para al menos 24 alumnos por centro, sin importar su edad.
Estas escuelas “alternativas” funcionarán de lunes a viernes, con opción de hacerlo también sábados y domingos, en tres horarios: matutino, vespertino y nocturno. El objetivo es que a finales de ese año se atienda a unos 250 alumnos por cada centro, y para 2012 haya un total de mil 650 CTE.
“No seguiremos la idea de la escuela tradicional, donde te sientas, te callas y obedeces lo que te dice el maestro. Lo que queremos es fomentar la competencia en razonamientos complejos y escritura, porque muchos hablantes de lenguas indígenas no saben cómo escribir en ellas”, explicó Casariego en entrevista.
La diferencia fundamental, dijo, es que en este proyecto el náhuatl no será una asignatura más, como ciencias naturales o matemáticas, sino la lengua misma de enseñanza.
El objetivo final de este experimento educativo es el de respetar el derecho humano de los hablantes indígenas de ser educados en sus propias lenguas, “que no tienen prestigio social ni espacios en los grandes medios de comunicación”.
Sin embargo, aún hay varias cuestiones centrales por definir, entre ellas el presupuesto exacto que el gobierno de Marcelo Ebrard dedicará al programa, y la variante del náhuatl que se tomará como modelo para enseñar, pero Casariego asegura que cada centro contará con condiciones de estudio dignas: mobiliario escolar, una computadora y uso de Internet.
Si bien es cierto que no se han creado las herramientas para que el náhuatl y el resto de las lenguas indígenas del país se utilicen en el estudio de ciertas disciplinas científicas, por ejemplo la química, este paso busca ser el primero en ese sentido.
“Este modelo pretende colaborar al desmantelamiento de la marginación y el racismo, incluido el de los indígenas (contra sí mismos). Siendo esta una de las ciudades más grandes de América Latina, puede tener un impacto cultural muy importante”, señala.
¿Quiere un buen trabajo en París?, aprenda náhuatl
Para el dibujante y diseñador veracruzano Ulises Valiente Argüelles, la vida dio un giro total hace 15 años. En 1992, conoció al maestro Joaquín Galarza (1927-2004), etnólogo que logró sistematizar el estudio de la escritura azteca, y desde entonces se ha dedicado a continuar su obra.
Autor de nueve libros sobre el idioma náhuatl, entre ellos algunos estudios sobre la Coyolxauhqui, el Temalacate de Tezcatlipoca, la toponimia del valle de Anáhuac y diversos códices, Valiente tiene una posición reservada frente al programa del GDF.
Aunque a escala nacional el náhuatl goce de “buena salud”, en la ciudad de México la situación es, según él, “sumamente crítica”.
En Milpa Alta, zona donde él trabaja, la mayoría de los nahuahablantes con mejor dominio del idioma ya tienen 70 años o más, y sus hijos y nietos van perdiendo de a poco sus habilidades comunicativas, o no les interesa ejercerlas.
“De hecho –cuenta- hace 15 días falleció el nahuatlato más importante de Milpa Alta, quien había heredado una serie de historias, relatos y anecdotarios. El era el último que se lo sabía todo en náhuatl.”
Con él “se murió la biblioteca de las tradiciones de la región. Ahora ya no hay nadie que conserve ese grado de cultura. Ese evento, para mí, marca el declive final de la lengua en el Distrito Federal”, considera.
Desde su óptica, el factor que ha propiciado la lenta desaparición del náhuatl es el “descubrimiento” que de él hizo el gobierno central del DF a mediados de los años 50 del siglo pasado.
El relativo aislamiento en que se mantuvieron las zonas de nahuahablantes por décadas, se terminó con los estudios que una misión antropológica francesa realizó ahí, lo que a la postre atrajo también la atención de especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Una de las consecuencias negativas de este suceso fue la urbanización acelerada de Xochimilco y Milpa Alta, y la pérdida paulatina de algunos rasgos culturales de esas regiones, incluido el idioma.
Paradójicamente, mientras aquí pierde influencia, la lengua “es altamente apreciada en el extranjero. Tú puedes hacer maestrías y doctorados sobre náhuatl en la Universidad de la Sorbona y en un instituto privado de Alemania, que es el mejor del mundo en esta materia. Ahí están los nahuahablantes más cultivados, no en México.”
Pero también de esta situación se pueden sacar ventajas y lecciones pragmáticas, por controvertidas que parezcan. “El náhuatl puede ser una bomba publicitaria. Para no desaparecer, tiene que ser difundido como un producto comercial, y consumido como tal. Tiene que entrarle al juego de la mercadotecnia de los idiomas y demostrar su valía”, afirma el académico y criptólogo.
Si se le difunde con una estrategia adecuada, “habrá personas que lo quieran aprender, por lo menos por cultura general. Pareciera como sembrar en el mar, pero no es así. Tenemos que difundir que tienes que aprenderlo, porque así, por ejemplo, puedes irte a Francia y pasarte tres meses dándole clases a doctores y maestros.”
Para Valiente, quien tiene más de siete años de experiencia en la enseñanza de la lengua y cultura náhuatl, la clave para revitalizar este idioma es, por un lado, desarrollar una pedagogía adecuada, porque de lo contrario “sólo se generaría aburrimiento y deserción, y la condena de que se va a extinguir irremediablemente.”
La otra vertiente debe ser cultivar la investigación “seria y metódica”, porque actualmente se llevan a cabo muchos estudios simplemente apreciativos, y el resultado de ello puede ser una “cultura fragmentada”, en la que ya no se pueda avanzar más.
Ulises Valiente, quien participó hace algunos años un programa de enseñanza de náhuatl en escuelas secundarias de Milpa Alta, considera que el idioma debe enseñarse como un taller relacionado con las llamadas “ciencias duras”, porque es precisamente este ámbito el que más alejado ha estado del náhuatl.
“No se puede describir en ella la jurisprudencia ni la ciencia de un país, una fórmula química o el instrumental de un cirujano, por ejemplo. Para ello, se requerirían al menos 15 o 20 años de trabajo previo y muy profundo, antes de enseñarlo de manera seria” y en todos los niveles, señaló.
Cualquier intento de rescatar el idioma “es bueno”, pero si no se cumplen los requisitos anteriores, todo se reduce a simples anuncios periodísticos. “Perder el idioma sería como perder un patrimonio genético, sería una devastación y hay muchos idiomas en este riesgo.”
Puente social entre indígenas y mestizos
Con respecto a este tema, el escritor, traductor y poeta Carlos Montemayor prefiere encomiar el esfuerzo del gobierno capitalino y pone de relieve la gran extensión territorial del náhuatl y el hecho de que no en todas las regiones hay “brecha generacional” entre hablantes.
El coordinador del Diccionario del náhuatl en el español de México, volumen de reciente aparición editado por el GDF y la UNAM, considera que “la continuidad de una lengua sólo depende de los hablantes que la poseen”, y el proyecto del gobierno capitalino se encamina a tender lazos entre las sociedades indígena y mestiza.
“El mexicano es sumamente racista, y excluye de su realidad al indio de carne y sangre. Un acercamiento al náhuatl favorecería una mayor comprensión de este mundo y ello sería benéfico para la cultura en general, no sólo para la lengua náhuatl”, evaluó Montemayor.
Este proyecto, además, contribuiría a revalorar los idiomas originarios en general, que enfrentan el “prejuicio constante de ser dialectos. Esto es un error, porque no hay lenguas superiores ni inferiores. La enseñanza del náhuatl en el DF ayuda a una mejor comprensión de la riqueza lingüística del país.”
Pese a las carencias o dificultades en esta labor, Montemayor enfatiza que “se tiene que empezar en algún momento. Hay que reconocer lo acertado de la medida y sus propósitos. Debemos congratularnos de que estas políticas educativas se abran paso en un país que está desmantelándose. Sólo la continuidad le dará sentido a todo”.
Cada expresión lingüística tendrá tratamiento de lengua en espacios oficiales
Karina Avilés
Con el propósito de “evitar la discriminación”, a partir de hoy las variantes lingüísticas de los pueblos indígenas adquirirán un rango oficial por el que deberán ser tratadas como lenguas en los espacios educativos, de salud, de servicios, de impartición de justicia, así como en la realización de trámites y requerimientos de información pública.
Para ello, la Secretaría de Educación Pública (SEP) presentará este lunes, con motivo de su publicación en el Diario Oficial de la Federación, el Catálogo de las lenguas indígenas nacionales: variantes lingüísticas de México con sus autodenominaciones y referencias geoestadísticas, el cual considera 68 agrupaciones lingüísticas y 11 familias.
De acuerdo con una síntesis de dicho catálogo, elaborado por el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI), es “impreciso” el uso que se ha dado al concepto lengua, en relación con la diversidad lingüística mexicana.
A partir de la época virreinal, o quizá desde antes, agrega, “se difunde la creencia de que los pueblos indígenas hablan ‘una sola lengua’, altamente uniforme en todos sus componentes, sin advertir, las más de las veces, la existencia de distintas clases de variantes lingüísticas, explicables bien sea por razones geográficas, genealógicas o sociales, como ocurre en todo el mundo”.
En razón de lo anterior y para “evitar la discriminación lingüística”, las variantes deberán ser tratadas como lenguas. Dicho catálogo establece también que en la representación de los nombres, para el caso de las agrupaciones lingüísticas que se hablan mayoritariamente en el extranjero, se respetaron las normas ortográficas empleadas por los hablantes de sus respectivas comunidades no mexicanas.
Así, para el caso de la agrupación lingüística kikapú, se utilizó la forma empleada en inglés, “a partir de que esta población desarrolla la educación formal escolarizada en Estados Unidos”.
En el caso de las lenguas de origen guatemalteco, se siguió la normatividad aprobada por la Academia de las Lenguas Mayas de Guatemala, la cual tuvo origen en las mesas de trabajo del proceso de la firma de los acuerdos de paz, de diciembre de 1996.
El INALI realizó una taxonomía de la diversidad lingüística de los pueblos indígenas, a partir de tres categorías: familias, agrupaciones y variantes lingüísticas.
Familias de lenguas
Consideró 11 familias indoamericanas, en razón de que cada una de éstas se encuentra representada en México “con al menos una de sus lenguas”. Y son las siguientes: álgica, yuto-nahua, cochimí-yumana, seri, oto-mangue, maya, totonaco-tepehua, tarasca, mixe-zoque, chontal de Oaxaca y huave.
En cuanto a las agrupaciones lingüísticas, éstas pueden estar conformadas por conjuntos de una o más variantes y, a su vez, se encuentran relacionadas con un pueblo indígena. Por ejemplo, la agrupación tepehua está relacionada con el pueblo indio del mismo nombre y también presenta una diversidad que fue caracterizada en el catálogo con el reconocimiento de tres variantes.
En total, el INALI consideró 68 agrupaciones, entre las cuales se encuentran las siguientes: akateko, cucapá, chocholteco, guarijío, ixil, kumiai, mayo, maya, mazahua, tojolabal, zapoteco y tepehua.
Por otra parte, en los casos en los que el nombre de una agrupación es igual al de otra, se agregó un elemento diferenciador de carácter geoestadístico. Tal es el caso del chontal de Oaxaca y el chontal de Tabasco.