De tener que elegir entre la selección nacional y la universidad, optaría por estudiar
Charlyn Corral, de 16 años, una futbolista adelantada a su proceso
La “niña prodigio del balompié mundial” representará al país en la Sub-17, Sub-20 y la mayor
Ampliar la imagen Charlyn Corral fue convocada por primera vez al Tri mayor cuando tenía 13 años Foto: Carlos Cisneros
A sus 16 años de edad, Charlyn Corral está convencida de que ya tiene “algunas historias” para contar a sus nietos, y tal vez por eso la futbolista encara su proceso de desarrollo con mucha calma y afán de disfrute, firme en la postura de que, si tuviera que elegir en este momento, optaría por el estudio sobre el balompié, que nunca dejaría de practicar.
“La nueva niña prodigio del balompié mundial”, así la definió la Federación Internacional de Futbol Asociación tras el papel de la pequeña de 14 años en el Premundial Sub-17, previo a Rusia 2006, en el que fue la máxima goleadora con siete dianas, pero, sobre todo, brilló por su gran habilidad y control del balón, facultad que ha probado con récords de dominadas, el más reciente fijado en 2005, cuando levantó el esférico 8 mil 671 veces en una hora y 40 minutos.
Y es que, a pesar de su 1.60 metros de estatura, Charlyn luce diminuta en el terreno de juego, sobre todo ante equipos de tallas mayores y respecto de varias jugadoras de su propia selección, pero a la hora de luchar por el balón y ganarlo, con su picardía de juego puede amedrentar a la valla defensiva con todo y arquera.
Es la adolescente que cuenta sus anécdotas con notable claridad, que reparte su tiempo perfectamente entre la presentación de un examen en el CCH Vallejo y el entrenamiento vespertino en el Centro de Alto Rendimiento, para dar paso a la entrevista con este diario, en el albergue de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte, en Tlalpan, que es su casa durante los lapsos de concentración.
Se inició a los cinco años
Sus inicios, la familia, con la que creció y con la que hasta la fecha habita en Ecatepec, es la fuerza fundamental. “Mi jugador a seguir, la persona que admiro mucho, es mi hermano (George), porque es un año más grande que yo, y mi papá, quien es muy aficionado al futbol; empecé a jugar a los cinco años en una escuela de Pumitas, donde el lema era convivir más que competir”.
Recuerda que a George, quien se desempeña en segunda división, en las fuerzas básicas del América, y ella, disfrutaban haciendo ganar al equipo de los más débiles, en el que los colocaban. Pero al cumplir nueve años, impedida por el reglamento que separa a los géneros, ya no tuvo cabida en los equipos varoniles.
Fue Rafael Amador, rememora, quien durante una visita a las fuerzas básicas de Pumas, adonde acompañaba a su hermano, observó sus habilidades con el balón y la canalizó a la escuela Andrea Soccer, desde donde se proyectó hacia el proceso de campeonatos nacionales, en los que ha sido monarca en cuatro ocasiones y es tetracampeona de goleo.
“A lo mejor suena fácil, pero hay buena competencia. A lo mejor si ahorita voy a una (Olimpiada Nacional), tengo dos o tres marcas. En una me fue muy mal; no pude conseguir el título de goleo porque me expulsaron, pero todo fue planeado: una jugadora me marca, no me dejaba ni caminar y según (ella) le di un codazo, entonces me expulsaron.
“Todas esas vivencias me han hecho madurar. Esa vez no fui goleadora, pero el equipo llegó a la final y ganamos”, afirma Charlyn, quien tras ese campeonato, logrado a los 11 años, llegó por primera vez a la selección nacional, la Sub-15, aunque había sido detectada como talento desde los nueve años.
“Después me dieron la oportunidad en la Sub-17, y a los 13 años fue cuando di el salto a la mayor, en el debut contra el Barcelona”, equipo en el que militaba Marisol Domínguez, Marigol, su claro referente en el Tri femenil.
“Poco a poco he ido ganando mi lugar. Claro que si estoy en la mayor es para hacer algo importante, no nada más estar, pero también sé que estoy adelantada a mi proceso. Me quedan dos veintes (selecciones Sub-20) y una Sub-17. No me presiono tanto en pensar en lo que viene, pero estoy con la mayor y debo aprovechar la oportunidad.”
Comenta que cuando no está concentrada sigue jugando en el Andrea Soccer, con el que podría participar en la siguiente campaña de la Superliga, circuito que consideró “profesional sólo de nombre”, porque los salarios son casi nulos respecto de la liga mexicana varonil.
De paso por EU
Sus aptitudes habían trascendido, e invitada por el equipo FC Indiana, Charlyn aceptó emigrar al futbol estadunidense, animada por las condiciones, pues le ofrecían estudios a cambio de sus aportaciones futbolísticas, como se estila en el ámbito colegial del vecino país.
Pero al percatarse de que sólo acudía a la escuela Christian Clinton School como “oyente” en inglés, idioma del que ni siquiera recibía clases, decidió regresar y continuar la preparatoria en el CCH Vallejo, donde actualmente revalida el quinto semestre perdido.
“Me fui contenta porque hice lo que tenía en mente. Si no hubiera ido me habría quedado con la espinita, pero fue una sorpresa porque cuando llegué allá hubo cosas que no me cumplieron. En este caso, la escuela, que siempre puse de antemano.”
La deficiencia en los estudios, aunado a la soledad, fueron determinantes para su retorno, pero también la facilidad para responder a las convocatorias de la selección.
Charlyn considera que obtiene buenas calificaciones. “No me gusta hablar con los directores para pedirles chances y tener ventajas en la escuela, por los compañeros, que sí van diario. Prefiero con los maestros, porque cada uno tiene su trabajo y para saber qué puedo hacer si falto mucho”.
Sus padres y su hermano, considera, son el eje de sus logros. “Siempre están para apoyarme. Cuando me sentía tan mal en Estados Unidos, me animaban, y luego entendieron lo que pasaba. Nunca me han hecho ver las cosas como un fracaso, siempre hay una solución.
“Siempre me dicen que aproveche mi edad. A pesar de la presión que a veces he sentido, o cuando dejo de entrenar, son los primeros en decirme las verdades, aunque duelan. Es muy importante eso, porque me he dado cuenta de que algunas de mis compañeras no hablan mucho con sus papás y se me hace feo, porque ellos, cuando yo tengo tiempo libre, vienen a verme y me despejo.”
Disfrutar, afirma, es un elemento fundamental en su proceso. “Cuando dejé de disfrutar (el juego) fue cuando me saqué de onda, porque ya lo tomaba más como obligación que como algo que me gusta. Por eso me voy a la escuela y también me despejo. Estar aquí implica un poco de presión, pero también lo asumo con felicidad, porque sé que es un tiempo de preparación y la alegría llega con los triunfos.”
La escuela por delante
Charlyn afirma que a su corta edad ha vivido tanto en el futbol, que “si en este momento yo dijera adiós, sé que tengo algo bueno que contar; poco o mucho, pero es algo.
“Por eso, tengo pensado anteponer la escuela, porque es lo que me va a dar. Desgraciadamente el futbol todavía no está a nivel profesional, aunque nos duela, pero las mujeres no pueden todavía vivir del futbol.
“Los hombres sí. Veo a mi hermano, que es disciplinado en la escuela, pero la ve como algo que tiene que hacer, pero yo sí debo salir bien, con buen promedio, a la universidad.”
Sostiene que si en este momento tuviera que elegir entre el balompié y la escuela, elegiría los estudios. “Ahorita en prepa no tanto, pero si ya fuera la universidad y me dijeran que ya no puedo hacer las dos cosas, me voy a estudiar”, afirma Charlyn, quien tiene planeado inscribirse en mercadotecnia y aplicarla al deporte; para tal fin consideraría la oferta que le ha hecho una universidad privada, a la que representaría en el futbol.
La gremlin
Al compararla con un gremlin, una especie de pequeño monstruo en el que se transforma en la cancha, sobre todo si se le compara con la joven ubicada y de tierna voz que aparece en la charla, la jugadora no tiene más que atinar:
“Me has ubicado muy bien. Me da risa porque la gente que llega a verme, dice: ‘¿a poco tú eres Charlyn?’ Chaparrita, me veo tranquila, o sea, no me veo con mucho carácter, pero en la cancha sí me transformo, soy totalmente diferente. Me gusta llevarme con todas, no que me agarren de bajada, siempre darme a respetar.
“Pero en la cancha soy diferente. A mí no me da miedo, digo, en la mayor sí es un poco de conocerlas, pero les entro igual, y si por ahí me dan un llegue, pues igual, es competir y adaptarse de acuerdo con dónde estés.”
Dice estar consciente de su desventaja ante jugadoras de mayor estatura: canadienses, estadunidenses, alemanas, coreanas o jamaicanas, ante lo cual, afirma, “es muy difícil, pero siempre en un partido tienes una oportunidad, una de gol, un penal, y no hay que desaprovecharla”.
Este año, porque cree tener el tiempo y la capacidad suficientes, Charlyn podría alinear en las selecciones Sub-17 y Sub-20, que jugarán sus respectivos premundiales en mayo y agosto, además de la mayor, que tendrá prioridad, pues cada vez encaja más en ese cuadro que buscará el boleto a los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, en el que tiene el sueño de anotar los goles que den los triunfos, los pases a la siguiente ronda y llegar hasta las medallas.