Usted está aquí: domingo 13 de enero de 2008 Mundo Mejoran relaciones entre la Iglesia y el gobierno de la isla

Mejoran relaciones entre la Iglesia y el gobierno de la isla

Gerardo Arreola (Corresponsal)

La Habana, 12 de enero. Diez años después de la visita del papa Juan Pablo II, el Estado cubano está reconociendo que la actividad de la Iglesia Católica también se realiza fuera de los templos, dijo el cardenal Jaime Ortega, arzobispo de La Habana.

Las declaraciones de Ortega aparecerán en el número de enero de la revista Espacio laical, órgano del Consejo de Laicos de la Arquidiócesis de esta ciudad, que entregó el texto por adelantado a La Jornada.

“Los fieles católicos han comprendido, progresivamente, que la Iglesia tiene una misión inaplazable que realizar aquí, y el Estado, también progresivamente, ha ido aceptando y reconociendo la misión de la Iglesia, que no se limita al culto”, dijo.

El cardenal italiano Tarsicio Bertone, secretario de Estado del Vaticano, visitará Cuba el mes próximo, en un nuevo contacto de alto nivel entre La Habana y el Vaticano, que coincide con un ambiente de diálogo y distensión entre las autoridades y la jerarquía católica local.

Con la visita papal “la Iglesia se dio a conocer a nuestra sociedad y al mundo”, dijo el cardenal. “La Iglesia católica estaba ahí, estaba viva, junto a su pueblo”.

En 2006, los obispos cubanos lanzaron un Plan Global de Pastoral, con la meta de buscar en cinco años “nuevos espacios de presencia en la sociedad” y expandir la fe religiosa con prioridad entre los sectores más pobres y vulnerables y entre los jóvenes, “que han nacido y crecido durante los largos años de ateísmo estructural”.

Ortega dijo que el debate actual sobre posibles cambios económicos y sociales en el país “me da esperanzas, pues refleja una maduración de la conciencia ciudadana”.

Cambios necesarios

En un mensaje de Navidad, los obispos dijeron que esa discusión, iniciada en julio pasado, ha generado “expectativas acerca de cambios necesarios que puedan mejorar y transformar la vida nacional”, y que la Iglesia “participa de esta espera” con interés de que se hallen “soluciones reales y eficaces que favorezcan caminos de esperanza”.

Las relaciones de la jerarquía católica con el Estado cubano después del triunfo de la revolución de 1959 han tenido altibajos, con una época de expulsión de sacerdotes y ateísmo oficial, otra de reconocimiento de la libertad religiosa y etapas de diálogo con intervalos de tensión.

En la década pasada se eliminó la definición constitucional del Estado cubano como “ateo” y en 1997, un año antes de la visita de Juan Pablo II, se restableció el feriado de Navidad y se autorizaron procesiones religiosas en la vía pública.

Las diócesis católicas tienen publicaciones propias y ahora los obispos pueden difundir mensajes en las radios provinciales en algunas festividades religiosas, pero la jerarquía aspira a una mayor presencia en los medios de comunicación.

Otra persistente demanda es la reapertura de la educación confesional, clausurada hace casi medio siglo. Una antigua petición para que se agilice el ingreso de personal extranjero a la isla, sacerdotes y monjas, ha sido respondida favorablemente por las autoridades, según fuentes eclesiales.

No hay una investigación sólida y reciente sobre la dimensión del catolicismo en Cuba, pero expertos consideran que la mayoría de la población profesa algún tipo de sentimiento religioso.

 
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