Número 138 | Jueves 10 de enero de 2008
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Directora general: CARMEN LIRA SAADE
Director: Alejandro Brito Lemus
NotieSe

Policías gays en la ciudad de México
Tan fajadas como cualquiera

Por primera vez, la Policía del DF habló de homosexualidad. Un taller de capacitación es el primer paso para que la seguridad pública comience a respetar los derechos de gays, lesbianas y transexuales de la ciudad y, tal vez, para que los gays y las lesbianas policías puedan salir del clóset sin temerle al escarnio.

Por Alejandro Brito

Policías capitalinos durante el taller de sensibilización para no discriminar por preferencias sexuales, realizado en diciembre pasado. Abajo, Víctor Argelaguet, de la organización catalana Gaylespol, quien impartió el taller junto con la policía lesbiana Núria Torres.
Al único policía gay mexicano que se atrevió a salir del clóset le fue mal. Su osadía de portar un cartel con la leyenda: “soy policía granadero y soy gay” en la marcha de la diversidad sexual de 2001 la pagó con una tremenda golpiza, propinada presumiblemente por elementos del propio cuerpo al que pertenecía. Y aunque no fue corrido de esa corporación, su carrera ahí acabó, fue marginado.

Los hechos los relata seis años después un compañero suyo en el taller de capacitación “Políticas de seguridad pública y no discriminación por preferencias sexuales” dado a policías capitalinos por policías gay españoles, evento inédito en nuestro país. Es 19 de diciembre, el segundo día del taller y el salón está repleto de patrulleros, de instructores de la carrera de formación policial y elementos de otras áreas de la Secretaría de Seguridad Pública del gobierno del DF.

Víctor Argelaguet, agente de la Guardia Urbana de Barcelona y presidente de la asociación de Gays y Lesbianas Policías (Gaylespol) de España, se esfuerza, junto con su compañera Núria Torres, cabo de la policía de Cataluña y vicepresidenta de la asociación, en explicar las ventajas de contar con una policía diversa, de tener elementos abiertamente gays en el cuerpo de policía. Si la fuerza policial de esta ciudad la componen 80 mil agentes, entonces por lo menos 8 mil son gays y lesbianas, suelta el dato el joven agente español y la discusión se abre.

La mayoría de los policías presentes conoce a un o a una compañera gay: “Son tan entronas, tan fajadas como cualquiera de nosotros”, pero dudan de la existencia de condiciones favorables al interior de sus corporaciones para que puedan salir del clóset —“yo tenía un compañero con preferencias homosexuales y por ese motivo yo sufrí burlas por parte de mis otros compañeros”—, o de la conveniencia de que lo hagan —“¿cómo nos van a tratar los medios?”, “¿qué imagen vamos a dar a la población?”.“El estigma se extenderá al conjunto de la policía”. Víctor Argelaguet explica pacientemente que gran parte de la homofobia se deriva de que a mucha gente le incomoda que los homosexuales sean visibles.

“No os avergoncéis. Usen a esos agentes fuera del armario para que les pasen información cuando se enfrenten a delitos motivados por la orientación sexual”, recomienda el agente catalán, quien ya cuenta con 12 años de servicio, pero sólo dos fuera del clóset. El agente Argelaguet aclara que no se trata de tener policías gay para atender a la comunidad gay, sino de que cualquier agente esté capacitado para atender a la ciudadanía sin distingos ni discriminaciones. Algunos de los policías presentes admiten no saber qué hacer en conflictos donde lesbianas, gays o transgéneros estén involucrados: “no se nos enseña cómo actuar en esas situaciones críticas; cómo debemos interrogar a la gente”. ¿Quién debe hacer el cateo a una persona con apariencia femenina, pero de sexo masculino?, se preguntan por ejemplo. ¿Un policía varón o una mujer policía? ¿O mitad y mitad? De acuerdo con la experiencia de la cabo Nuria Torres, en todo cuerpo de policía deben existir protocolos donde se indiquen los procedimientos correctos.

Esta discusión también resurgió al día siguiente con los agentes de la policía judicial: “Me tocó atender a un hombre vestido de mujer; tenía dudas de cómo tratarlo”, se sincera un agente del ministerio público, y la polémica arrecia en el auditorio Francisco Sodi de la Procuraduría General de Justicia del DF. Dado el caso, ¿dónde se recluye a una mujer transgénero? ¿A un centro de readaptación femenil o a uno varonil? Existe aquí un conflicto legal: yo puedo tratar a esa persona conforme a su imagen de género, pero por ley debo enviarla según el sexo que me indica su identidad oficial, alegan varios de los participantes al curso.


El lenguaje también importa y mucho al momento de las interrogaciones, ya se trate de un detenido o de un testigo. Por ello, un agente de la judicial pide a los ponentes facilitarle el caló o jerga que manejan los gays “Ya que si no hago la pregunta de forma adecuada, se cerrará la persona. Conocer ese caló facilita las cosas y crea empatía”, afirma.

Pero lo que más desean conocer los agentes judiciales son los mecanismos prácticos que les ayuden en sus pesquisas de asesinatos de homosexuales (a los que se rehúsan en llamar ‘crímenes de odio por homofobia’), sobre todo cuando carecen de líneas de investigación: “¿cómo investigar cuando matan a un homosexual que sabemos no tenía vínculo alguno con su familia?”, preguntan. Cuando no existe ese vínculo, los amigos se vuelven piezas clave en el esclarecimiento de esos crímenes. Pero aquí se tropiezan con otro problema: cómo romper con la desconfianza, casi terror, de gays y lesbianas a relacionarse con la policía.

Hace pocos años, perseguir a homosexuales era una de las funciones de la policía. Hoy esa práctica está completamente fuera de la ley, aunque continúe como forma de extorsión rutinaria, amparada en el desconocimiento de la ciudadanía gay. Y por lo menos los policías, patrulleros y agentes judiciales participantes en los talleres concluyen que es necesario un acercamiento a la comunidad lésbico, gay, bisexual y transgénero. “Así como vosotros se reúnen rutinariamente con juntas de vecinos para tratar problemas de seguridad en barrios y colonias, así también podrían reunirse con asociaciones de la comunidad gay para tratar problemas específicos”, recomienda el policía catalán Víctor Argelaguet. Un enlace con la comunidad gay sería de gran ayuda, afirma.

“Un integrante de la comunidad gay que nos ayude en las investigaciones facilitaría mucho las cosas. Nos ayudaría para que la víctima se anime a denunciar”, concluyen por su parte algunos de los policías participantes en los talleres organizados los días 17, 18 y 19 de diciembre por la asociación civil Letra S, Sida, Cultura y Vida Cotidiana, con el apoyo de la Secretaría de Desarrollo Social del gobierno del DF y la participación del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación.

Al final de estas actividades, en la conferencia de prensa, presidida por Martí Batres, secretario de Desarrollo Social del gobierno del DF, el presidente de Gaylespol anunció que se otorgarán dos becas para que policías capitalinos asistan a la Conferencia Europea de Policías Homosexuales, que se celebrará en Barcelona en julio de 2008. Y entonces sí, sin miedo a las represalias y con orgullo, podrán asumir abiertamente sus preferencias sexuales.