El infatigable artista cumplirá 90 años en febrero próximo y lo festejará trabajando
Mi obra responde a una necesidad puramente espiritual: Nishizawa
Nunca he tratado de imponer mi trabajo; prefiero que la gente tome de él lo que quiera, dice
Ha sabido combinar la vocación contemplativa de Japón y el vigor de México, señalan críticos
Ampliar la imagen El maestro Luis Nishizawa en su estudio de la ciudad de México Foto: Cristina Rodríguez
Para Luis Nishizawa, la pintura es su vida, una necesidad espiritual que lo ha llevado a explorar diversas ramas de las artes visuales, como el dibujo, el muralismo, la escultura y la cerámica. Su infatigable y prolífica labor plástica lo han convertido en uno de los artistas mexicanos contemporáneos con reconocimiento internacional. En febrero próximo celebrará sus 90 años.
El dibujo le ha permitido reflejar la naturaleza, la realidad cotidiana del país y un estilo que ha transitado por diferentes corrientes. “Prefiero que la gente me conozca por mi obra, que va de la pintura moderna al expresionismo; ahora he realizado una pintura muy personal, muy de México”, señala el pintor en entrevista, realizada en su casa de la ciudad de México.
Nishizawa también incursionó en el abstraccionismo y se apoyó en el manejo de los colores. Así construyó diferentes obras, pero definitivamente es el trabajo figurativo lo que ha distinguido su trayectoria.
Es reconocido también como uno de los principales paisajistas mexicanos, cuyo enfoque tradicional, de reducción y simplificación de formas lo vinculan con pintores como el Dr. Atl (Gerardo Murillo).
Admirado por sus panorámicas, en especial de volcanes, y por su sensibilidad al color que toma del arte japonés, la textura y sutileza se evidencian en los lienzos de Nishizawa, así como en sus trabajos en papel.
El Premio Nacional de Ciencias y Arte 1996 aclara: “pinto por una necesidad espiritual; la gente puede tomar de la obra lo que quiera, lo que le parezca interesante. No trato de imponer mi trabajo; yo pinto por una cuestión muy personal, espiritual”.
Desde sus comienzos, el maestro Nishizawa ha conjugado en su obra sus raíces mexicanas y japonesas, dos pueblos ancestrales y con una amplia tradición artística. Sus lienzos irradian belleza y transmiten emoción mediante formas y colorido.
Al rememorar su inquietud por la pintura, el artista expresa gran nostalgia: “mi formación se dio aquí, en la ciudad de México. Desde niño me gustó mucho dibujar, y cuando entré a la primaria todos los maestros me decían: ‘tú debes estudiar pintura, porque tienes facilidad para el dibujo’. Con el tiempo lo hice.
“Nací en una hacienda, pero mi padre nos llevó al pueblo de mi madre, y ahí siempre dibujé, fue donde nació mi vocación”.
Nishizawa nació el 2 de febrero de 1918 en San Mateo Ixtacalco, estado de México, y comenzó sus estudios de arte en la Academia de San Carlos, en 1942. Trabajó durante cinco años como asistente de los pintores Julio Castellanos, José Chávez Morado y Alfredo Zalce.
“Tuve maestros muy buenos, entre ellos uno que quise mucho: Luis Sahagún, una persona sencilla y gran amigo. Luego me enseñaron José Chávez Morado, Julio Castellanos y Alfredo Zalce; la verdad tuve mucha suerte.”
El pintor, ceramista, escultor y muralista agregó que aprendió de esos maestros que el dibujo es la base de toda obra. “Dibujando puedes hacer lo que quieras con la pintura; lo principal en esta carrera es el dibujo. El maestro Zalce me enseñó una gran técnica”.
En 2007, para conmemorar sus 89 años, el pintor realizó un mural en El Partenón de la Universidad Autónoma Chapingo. En las paredes de lo que será la sede del Consejo Universitario, Nishizawa pintó 14 frescos que narran de manera cíclica la historia de la agricultura en México.
Asimismo, en los muros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación realizó una obra muralística conjunta con los artistas Rafael Cauduro, Leopoldo Flores e Ismael Ramos.
Reconocimientos
El pintor fue distinguido en 1988 con el Premio Universidad Na-cional en el área de aportación artística y extensión de la cultura, y al año siguiente fue nombrado miembro de número de la Academia de las Artes.
En 1993, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes lo nombró creador artístico emérito; en 1996, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) le otorgó el doctorado honoris causa, y ese mismo año recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes, en el área de Bellas Artes.
Diversos críticos de arte opinan que Nishizawa es un artista en el que concurren admirables cualidades, producto de la herencia de dos grandes temperamentos: “la vocación contemplativa y mística del pueblo japonés y el vigor del mexicano”.
El artista se desempeña como docente en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM, tarea que inició en 1955. “Estoy muy contento como maestro de artes plásticas en Xochimilco; de eso vivo. Doy gracias a Dios que a los 90 años sigo trabajando.”