Tratan de orientar a quienes se inician como coleccionistas de obras
Crean MART, libro-catálogo para promover a artistas emergentes
El libro/catálogo MART, selección de artistas emergentes para nuevos coleccionistas (Editorial Cuarta Pared), nació de la necesidad de contar con algún tipo de asesoría en la compra de obra de arte, expresa Marco Antonio Hernández Murrieta, presidente de Fábrica de Arte, de la Fundación Murrieta, y novel coleccionista.
Ya que las galerías de arte son espacios “muy cerrados”, hay que hacer cita y los precios “no están a la vista”, a Hernández se le ocurrió hacer una guía “como de coches, donde uno puede ver las diferentes marcas. Pero, además, saber dónde comprarlos y también lo que cuestan”.
Para esto, el promotor cultural llamó a la asesora de arte Mireya Escalante –ambos coordinaron la instalación masiva de desnudos de Spencer Tunick, en el Zócalo–. Se trató de que la selección de artistas fuera hecha por expertos, no por un grupo de amigos. También quisieron acabar un poco con “los favoritismos, los amiguismos, que existen mucho en el ambiente intelectual y artístico de México”. Había que hacer algo “acorde con los tiempos”: transparente, claro y objetivo, aunque Hernández Murrieta reconoce que esto último, en el arte, es lo más difícil.
Entonces, de abril a junio de 2006 lanzaron una convocatoria que resultó “limitada”, ya que “no pudimos llegar a muchas personas”, circunstancia que piensan corregir para la edición de 2008. De acuerdo con Escalante, la respuesta fue “buena”: 231 trabajos de diferentes puntos del país, que fueron entregados a un comité de preselección, integrado por Carlos Ashida, Mariana Munguía, Victoria Narro, Ercila Gómez Maqueo y Escalante, que descartó a los que no cumplieran con los requisitos de la convocatoria.
Quedaron 78 trabajos que fueron enviados al comité de selección, integrado por 12 especialistas, entre artistas, galeristas, coleccionistas, críticos y curadores. Lo distintivo fue que el jurado nunca se reunió, sino que cada quien hizo su evaluación en forma individual con base en un cuestionario “estandarizado con una escala del 1 al 10”:
Mientras, la consistencia, el impacto y la calidad de la obra tuvieron un valor cada uno de 20 por ciento; la solidez conceptual y la técnica fue de 15 por ciento, y el valor actual de la obra y la perspectiva del mercado, sólo contó 5 por ciento. Los resultados fueron muy homogéneos, dice Escalante.
Hubo 51 seleccionados, pero algunos no entregaron su material a tiempo, entonces no figuran en la guía, cuyo nombre juega con la “m” de mercado y la palabra arte. La edición de 3 mil ejemplares, única en su tipo en América Latina, costó entre 250 y 300 mil pesos, dinero que de haberse empleado en la compra de obra individual, hubiera tenido un alcance limitado.
Con el libro/catálogo, en cambio, “estamos difundiendo, abriéndoles a los artistas un mercado, y dándoles la oportunidad de que se mueven por su propio camino”, asegura Hernández Murrieta. Cada uno, en orden alfabético, cuenta con cuatro páginas, que incluyen su currículum, una descripción de su trabajo, cinco obras escogidas por él mismo, el precio de cada una –un punto muy discutido debido al “prejuicio” de no volver el arte un “asunto comercial”– , aunque sean referenciales, así como los datos de contacto.
Hernández hace hincapié en que “ninguno de los participantes somos representantes de los artistas ni ellos pagaron por estar aquí”. Incluso, el jurado firmó un código de ética, en donde se comprometen a, por ejemplo, “no poseer ningún lazo comercial o de negocios con ninguno de los artistas que calificaron”, ni ningún lazo familiar por consanguinidad o política hasta en tercer grado, ni “recibir ni aceptar durante todo el proceso que duró su pertenencia al panel de selección, ningún tipo de gratificación, regalo, obsequio, precio especial y en general cualquier condición favorable de parte de los artistas que calificaron”.