México, “impreparado para estar en igualdad de condiciones con sus socios del TLCAN”
Los gobiernos recientes sólo han hundido al campo, afirma la Iglesia
Para el sector se requiere “una política más audaz, más nacionalista”, asegura
Ofrece a los agricultores del país espacio en los templos para que comercialicen productos sin intermediarios
La Iglesia católica aseguró que los tres últimos gobiernos, así como el actual, no sólo no han hecho nada por el campo mexicano, sino que cada vez más lo han hundido en la pobreza y en la marginación.
En el editorial del semanario informativo de la Arquidiócesis de México, Desde la Fe, se arremete contra la entrada en vigor del capítulo agropecuario del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y se señala que México no está preparado para ponerse en igualdad de condiciones con sus dos socios.
Sin embargo, indica, ahora, más que lamentarse por dicho acuerdo económico o tratar de cancelarlo o renegociarlo, se debe buscar un nuevo nivel de pacto, basado en acciones “más efectivas y reales”, porque ha llegado el momento de una ampliación y abordar lo que realmente interesa a nuestro país y a su vecino del norte: la regulación de la emigración mexicana hacia Estados Unidos y el desarrollo tecnológico de nuestro campo.
“Se requiere de una política más audaz y más nacionalista, en el auténtico sentido, de parte del gobierno mexicano. No podemos permitir más el maltrato de los millones de mexicanos que hacen posible la riqueza agropecuaria de nuestros vecinos, y no podemos seguir siendo un país de profundos contrastes entre el desarrollo urbano y la miseria rural” precisa el texto de Desde la Fe.
Describe muchos de los problemas del campo mexicano, como la falta de preparación y de tecnificación, la ausencia de subsidios, la emigración de la mano de obra, el abandono de las tierras, el sistema de ejidos inoperantes o los líderes campesinos corruptos, y subraya que, pese a todos estos problemas, desde hace cuatro sexenios ningún gobierno ha hecho nada por sacar el agro adelante.
“¿Qué han hecho los últimos tres gobiernos y el actual desde que comenzó el Tratado de Libre Comercio para evitar la falta de equilibro de una nación y otra, la falta de igualdad entre unos campesinos y otros? A juzgar por lo que está sucediendo, prácticamente no se ha hecho nada: mientras un campesino estadunidense es subsidiado con cerca de 20 mil dólares anuales, el mexicano recibe, en el mejor de los casos, alrededor de 700 dólares, tal vez muy disminuidos por las manos de los políticos y líderes corruptos que deben entregarlos”.
Apoya el lema de los opositores al TLCAN: “Sin maíz no hay país”, y pone de ejemplo el modelo económico desarrollado por la Unión Europea, que según la Iglesia no se basa únicamente en un intercambio de mercancías, sino en una preocupación por el desarrollo de todos los países involucrados.
“Si los tratados de libre comercio no se orientan hacia una mayor justicia interna y externa, no tienen ningún sentido”, afirma.
Por otro lado, tras la misa de ayer en la Catedral Metropolitana ofrecida por el obispo auxiliar Francisco Clavel Gil, el vocero de la Arquidiócesis de México, Hugo Valdemar Romero, dijo que la Iglesia católica está dispuesta a prestar sus atrios para que los campesinos comercialicen en ellos sus productos sin intermediarios.
“El gobierno, la Iglesia y la sociedad civil pueden adoptar medidas para ayudar a nuestros hermanos campesinos. Cáritas puede coordinar los programas de venta de productos en las iglesias para que los campesinos se vean beneficiados, y no el intermediario”, puntualizó.
Agregó que la entrada en vigor de dicho capítulo no sólo es un problema económico al incrementar la pobreza en el campo mexicano, sino que es también un problema “moral”, ya que conlleva la desintegración de las familias por el aumento de migración de nuestros connacionales, principalmente a Estados Unidos.
Asimismo criticó el alza escalonada de los precios de la canasta básica, y aseguró que esta medida va en detrimento de la economía familiar y que el gobierno debe vigilar que los comerciantes no cometan abusos y aumenten desorbitadamente los precios de los alimentos básicos para la población mexicana.