Abrirán próximamente en Aracataca un museo que albergará su producción gráfica
Buscan rescatar la memoria y obra del fotógrafo Leo Matiz
En las rejas del bosque de Chapultepec se presenta una exposición con imágenes suyas de personajes de los años 40
México fue su obsesión, aunque tuvo que salir huyendo por problemas con Siqueiros, revela su hija
Aquí se digitalizará y organizará parte del acervo del artista
Ampliar la imagen Imagen captada por Leo Matiz de Siqueiros trabajando en el mural de Cuauhtémoc contra el mito, obra que centraría la disputa que distanciaría a ambos artistas. La foto no forma parte de la muestra de Chapultepec Foto: Tomada del catálogo Leo Matiz, de la galería Tatiana Tournemine, París
El fotógrafo Leo Matiz (1917-1998), nacido en el pueblito colombiano de Aracataca, donde también vio la luz Gabriel García Márquez, sintió una pasión obsesiva por México y por su gente, a la cual inmortalizó con su lente no obstante tener que salir huyendo de territorio mexicano por un terrible conflicto con el pintor David Alfaro Siqueiros.
Aracataca, que inspiró el mítico pueblo de Macondo inmortalizado en la novela Cien años de soledad, de García Márquez, es también el lugar en donde la Fundación Leo Matiz, que preside su hija Alejandra, busca perpetuar y difundir el abundante acervo del artista, el cual asciende a más de un millón de piezas, entre negativos y fotografías.
Por esto, en ese poblado colombiano, está próxima la apertura de un museo-centro cultural que albergará la importante obra y objetos de quien es considerado uno de los emblemáticos artistas de la lente del siglo XX, condecorado por el gobierno francés como Caballero de las Artes y las Letras.
La idea, explica Alejandra Matiz en entrevista con La Jornada, es que la mitad de este material se traiga a México y que la otra parte se quede en Colombia: “Digitalizar y organizar dicho acervo son las primeras acciones que se realizarían aquí para enriquecer la cultura. También servirá como material didáctico para los estudiantes de diversas escuelas y para trabajos de investigación”.
La hija del artista de la lente, única heredera del abundante acervo de Matiz, dijo que así como México fue una obsesión para su padre, también desea que las nuevas generaciones de mexicanos reconozcan el trabajo y la trayectoria del fotógrafo colombiano.
Matiz regresó a México antes de morir y, casi ciego, capturó con su cámara a los hombres del campo. Eso ocurrió tras 50 años de ausencia. Cuando se rencontró con este su país añorado “no percibió ningún cambio en el campo y tampoco en su gente.
“Para mi padre, México era su obsesión, su fantasía, su pasión. Tuvo grandes amigos, como Diego Rivera, Frida Kahlo, Agustín Lara, Luis Buñuel y trabajó con Gabriel Figueroa y Manuel Álvarez Bravo. También Marc Chagall, García Márquez y Álvaro Mutis convivieron con él, quien era un camaleón cuando de capturar imágenes se trataba.”
Siqueiros y la huida de Matiz
“Adoptó la identidad de preso para ingresar a las Islas Marías y evidenciar las atrocidades que sucedían en ese lugar; también se hizo pasar por mendigo para captar a esos personajes que Luis Buñuel, gracias al trabajo de Matiz, retomó y fueron su inspiración para filmar la película Los olvidados”, recuerda Alejandra.
Capítulo especial en la historia de Leo Matiz merece su relación con David Alfaro Siqueiros, quien tras un conflicto por no darle crédito en el mural Cuauhtémoc contra el mito obligó al colombiano a salir de México.
“Siqueiros amenazó de muerte a mi padre y lo obligó a salir de este país, en el que había permanecido durante 10 años, lo cual le dolió mucho porque quería quedarse a vivir aquí, sabía que en México iba a triunfar”, detalla Alejandra.
Añade que El Coronelazo le dijo a su padre “que lo iba a mandar matar, le quemó el estudio que tenía en avenida Juárez y le aseguró que si no salía de México iba a terminar igual que León Trotsky”.
Siqueiros politizó el incidente, acusó a Matiz de ser enemigo de la pintura mexicana y estar al servicio de Washington. Al mismo tiempo, contrató a Darío Vasconcelos –uno de los abogados más hábiles de México– para acusar al fotógrafo de difamación ante los tribunales.
“Intimidado por las constantes amenazas de parte de las ‘brigadas de choque’ de Siqueiros, que culminaron con un incendio en su estudio en avenida Juárez, Matiz se refugió en la embajada de Colombia y luego huyó a Estados Unidos.”
En las polémicas gráficas realizadas por ambos artistas entre 1945 y 1948 aparecen dos hombres retratados semidesnudos en diversas posiciones, recargados sobre árboles y en parajes desérticos. Las imágenes fueron expuestas en la galería francesa Tatiana Tournemine en 2001.
David Alfaro Siquieros fue modelo de su propia obra, captado por el colombiano en el proceso de realización del mural que recrea momentos de la Conquista y que actualmente se encuentra en El Tecpan, cerca de la zona arqueológica de Tlatelolco.
“Cuando mi padre salió intempestivamente de la República Mexicana, se fue a Nueva York; regresó medio siglo después a esta nación, casi ciego, sólo para retratar a la gente alrededor de todo el país. Un año después murió en Colombia.”
La fundación Leo Matiz, tiene una década de haberse establecido y “es un organismo de amor” dedicado a hacer perdurar la obra del artista colombiano y a conseguir recursos “para mantener también el handicap de la fotografía en América Latina. No tiene plata, vive de lo que consigo con la venta de fotografía, de derechos de reproducción, de derechos de autor y del alquiler de exposiciones”.
Actualmente, dice Alejandra Matiz, “hay dos exposiciones abiertas con obra de mi padre: una en las rejas del Bosque de Chapultepec, sobre Paseo de la Reforma y, la otra en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, en donde se exhibe fotografía abstracta”.
La primera muestra, organizada por la Secretaría de Cultura del Distrito Federal y titulada Leo Matiz y el México de los 40, itinerará durante dos años por territorio mexicano. En ella se aprecian los personajes que hicieron historia en aquella época: “Son 85 fotografías de 1.20 por un metro y muestran tanto al campesino, como al hombre de ciudad, así como a diversos personajes como Agustín Lara, María Félix, Lupe Marín y Jorge Negrete; además, hay dos gráficas que tomó mi padre en Pátzcuaro, Michoacán, en 1997, un poco antes de morir. Esta muestra es sólo una gota del material que existe sobre mi padre”, concluyó Alejandra Matiz.