Su ingesta ocasiona problemas de salud y económicos: ONG
Tranacionales calbildean para que no se prohíba la comida chatarra, acusan
En México, las grandes empresas trasnacionales de comida chatarra realizan un fuerte cabildeo con los poderes Ejecutivo y Legislativo para frenar cualquier iniciativa de ley que intente prohibir esos productos en las escuelas o regular la publicidad respectiva, afirmó Alejandro Calvillo, director de la organización civil El poder del consumidor.
De acuerdo con Alejandro Calvillo, en México 26 por ciento de los niños de cinco a 11 años de edad tiene sobrepeso u obesidad, en tanto que este problema en jóvenes de 12 a 19 años alcanza 31.6 por ciento.
En México, la obesidad infantil, problema que ya está considerado por la Secretaría de Salud como epidemia, ha aumentado 40 por ciento en los siete últimos años y, según Calvillo, el sector más afectado por el deterioro de los hábitos alimentarios es la población más pobre.
“El consumo de refrescos en la población indígena es el doble del gasto que se invierte en leche. Como el refresco no es más que azúcar con agua, la población más pobre está pagando la mayor cantidad de dinero por comprar esta mezcla. En sopas instantáneas, que también se han impuesto en zonas rurales, se pagan entre 7 y 8 pesos por 30 gramos de pasta, precio que ni Carlos Slim paga por la mejor pasta italiana. Por ello, la comida chatarra no sólo está teniendo consecuencias negativas en la salud, sino también en la economía familiar”, afirmó Calvillo.
Este año, en Gran Bretaña se ha prohibido la publicidad televisiva de comida chatarra dirigida a niños, algo que cada vez más países regulan, explicó Calvillo, y agregó que en México la publicidad aún no se legisla porque la discusión sobre la obesidad y el sobrepeso de niños es muy reciente y también por el fuerte cabildeo de las multinacionales como Nestlé, Kellogg’s o Coca-Cola con los legisladores.
Añadió que en México, un niño expuesto a dos horas diarias de televisión ve, en promedio, 12 mil 700 anuncios de comida chatarra al año, según cálculos conservadores, pues otros pasan más horas frente al cinescopio, lo que constituye un bombardeo publicitario muy elevado.