En su arremetida las acusó de despreciar y minusvalorar el papel de amas de casa
Critica el obispo Briseño a madres que trabajan fuera de sus hogares
Sostuvo que en aras de una vida confortable y de la realización personal hacen de lado a esposo e hijos
En la homilía dominical en catedral, el religioso también censuró a jóvenes
Ampliar la imagen El obispo auxiliar Carlos Briseño bien custodiado ayer en la catedral Foto: María Luisa Severiano
El obispo auxiliar de la ciudad de México, Carlos Briseño Arch, arremetió ayer contra las madres de familia que trabajan. Las acusó de despreciar y “minusvalorar” su papel de amas de casa, así como de abandonar el cuidado de una familia “en aras de una vida con más confort y de una realización personal al margen del esposo y los hijos”.
Durante la homilía que ofició en la Catedral Metropolitana, en sustitución del cardenal Norberto Rivera –quien, se explicó, se encontraba en esos momentos en Monterrey, Nuevo León, con su familia–, el prelado utilizó la figura del emperador romano Herodes para criticar a este grupo de mujeres y a los jóvenes, por considerar que influyen en la desintegración familiar.
En el segundo caso, señaló que muchos “fundamentan la relación de pareja sólo en un momento de deseo, sin compromisos y sin estabilidad, matando de antemano la posibilidad de crear familias integradas y estables”.
Además, citó al poder económico porque, afirmó, “se levanta como un nuevo Herodes, destruyendo vidas inocentes, en algunos casos antes de nacer, en otros no dando a los niños la posibilidad de desarrollarse; también afecta a los padres, pues les niega la posibilidad de obtener un empleo digno, teniendo que separarse de la familia y emigrar a grandes ciudades o al norte para poder sacar adelante a la familia”.
Indicó que “Herodes (también) se presenta en la mentalidad de muchas mujeres que desprecian o minusvaloran su papel de amas de casa y abandonan el cuidado de una familia en aras de una vida de más confort y de una realización personal al margen del esposo y los hijos”.
Pero también, de acuerdo con el obispo Briseño, se hace presente en “muchos esposos que viven la infidelidad como algo connatural en sus vidas, destruyendo el núcleo familiar”.
Indicó que hoy la familia tiene que “protegerse de todo lo que la amenaza” y, para ello, “primero tiene que detectar qué es lo que la desintegra, la desune”. Invitó a los feligreses a proteger y cuidar este núcleo y a los papás les pidió acompañar verdaderamente a sus hijos. Que éstos valoren más a sus padres y “vayan poniendo las bases para la familia que van a fundar el día de mañana”. Los conminó a no anteponer a ello el valor económico “porque ha hecho mucho daño a las familias”.