Usted está aquí: sábado 29 de diciembre de 2007 Cultura Dos improntas culturales

Disquero

Dos improntas culturales

Pablo Espinosa

Ampliar la imagen

Ampliar la imagen

Ampliar la imagen El Bonzo Bonham aporrea, en éxtasis, los tambores calcinados. Le sigue en el viaje el bajista John Paul Jones. Arriba, Jimi Hendrix y más arriba, en el Hades de esta página, con su banda, The Experience. Una espesa neblina morada los cobija a todos El Bonzo Bonham aporrea, en éxtasis, los tambores calcinados. Le sigue en el viaje el bajista John Paul Jones. Arriba, Jimi Hendrix y más arriba, en el Hades de esta página, con su banda, The Experience. Una espesa neblina morada los cobija a todos

La aparición entre las novedades discográficas de dos álbumes cuyo contenido data del siglo pasado mueve a júbilo y a reflexión.

En ambos casos se trata de música de cuatro décadas de edad y los dos se erigen improntas de la historia cultural en Occidente.

Mothership (Nave nodriza) es una de estas joyas. The Jimi Hendrix Experience Live at Monterey, es la otra.

La primera tiene subtítulo: The Very Best of Led Zeppelin y viene en varias versiones. El Disquero consiguió comprar un ejemplar de la edición limitada, de lujo, que además de los dos cidís incluye un devedé con cerca de dos horas de pietaje conocido en parte y algunos tramos inéditos.

La segunda es una redición, remasterizada al igual que la primera, y también existe en distintas versiones.

Destaca la edición visual, en devedé, que documenta uno de los momentos emblemáticos, mágicos y definitivos de toda la historia de la cultura-rock: el debut en su patria natal del guitarrista zurdo con su banda, The Jimi Hendrix Experience, y la gesta histórica en que consistió tal retorno, que incluyó esa escena espectacular, metafóricamente definitiva, del arcángel negro prendiendo fuego al final a su hermosa guitarra, en una suerte de ritual antiguo como el que trajo a la modernidad Igor Stravinsky con su Consagración de la Primavera.

El 18 de junio de 1967, en efecto, Johny Allen Hendrix, mejor conocido como James Marshal Hendrix (su padre le cambió por éste su nombre anterior porque dudaba, el padre, de ser el padre, es decir, de haber sido el artífice de la fecundación), mejor conocido como Jimi Hendrix, no ofreció resistencia a Pete Townshend, líder de The Who, en cuanto al lugar de honor en la sesión que les asignaron a los músicos ingleses en Monterey (con una ere, pues se trata de la ciudad californiana), pues como que ya sabía que su lugar definitivo siempre sería el supremo luego de hacer su trabajo.

Hendrix llevaba nueve años de exilio en Londres. Su retorno fue una idea de Paul McCartney, quien propuso que The Who y la banda hendrixiana fueran los representantes de la música inglesa en The Monterey International Pop Festival, y así fue como llegó con Mitch Mitchell y Noel Reddinng, es decir, con Los Experience, a convertirse en profetas en su tierra y a cambiar el rumbo de los acontecimientos por venir, porque lo que sonó esa noche sigue retumbando en las entendederas de las generaciones y las generaciones.

Porque basta con escuchar la manera como Johny-James-Jimi pulsa la guitarra, la hace gemir/ llorar/ gritar/ susurrar/ cantar/ reír/ alumbrar el firmamento, para refrendarlo como el guitarrista de guitarristas en la historia. Vedlo: ahora toca con los dientes. Ya se puso la guitarra sobre los hombros. Ya la hace sonar desde arriba de su nuca. Ahora la mece como a una sirena cuando reposa –el agua tibia gotea desde sus muslos– en los brazos de un hombre que la rescató de en medio del estanque donde se ahogó una noche, hace milenios, el poeta Li-Po, porque su leyenda de santo bebedor decía que habría de morir como poeta: vio que en medio del estanque, un lago profundo en medio del bosque, se había posado la Luna y caminó hacia ella, en pos de ella, y la alcanzó una vez que traspasó el umbral hacia la otra vida, coronada de burbujas su cabeza de ángel ahogado.

Otra noche, miles y miles de noches después, otro poeta, Johny James Jimi Hendrix, caminó también hacia el centro del lago, pero esta vez prendió fuego y tuvo entre sus brazos a la misma sirena, ésta sí con piernas y de sus muslos escurrían las gotas calcinadas que eran solfas, corcheas, anacrusas y en medio de ellas, en el éxtasis amoroso, Juanito Jaime Yimi entonó uno de los versos que lo consagraron como poeta. Alzó a la sirena en sus brazos, la hizo soltar un gemido de placer orgásmico y se dirigió al público, respetuoso y elegante: “Permítanme/ voy a besar el cielo” (Excuse me/ while I kiss the sky) y tituló a ese lago, a esa noche y a esa sirena con un nombre sereno: Purple Haze.

En cuanto a la otra joya discográfica que hoy es novedad, se trata de la más reciente antología curada por Jimmy Page, en esta ocasión con la colaboración de John Paul Jones y Robert Plant, tres mosqueteros que rinden homenaje a su D’Artagnan, el héroe mítico John El Bonzo Bonham, sacrificado en las leyendas trágicas que nutren la historia, con una muerte en juventud, que lo inmortaliza.

Han transcurrido 27 años desde que El Bonzo se incineró en metáfora. Han transcurrido cuatro décadas desde que Jimi Hendrix por un carril y Led Zeppelin por el otro, encabalgaron dos aurigas que ascendieron hasta la mismísima cima del Olimpo. Desde allí lanzan, junto al barbudo Zeus, la hermosa Helena y la terrible Palas Atenea, luces centelleantes, las que uno parece divisar cuando introduce estos discos poderosos en el aparato reproductor y el mundo adquiere tonos lapislázuli, dorados, rojos y una nave, la Mothership, espejea hacia las testas de los mortales una densa, cálida, nutricia Neblina Morada.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.