Anticipan un panorama sombrío para Estados Unidos y débil para Europa
En 2008 continuarán efectos nocivos de la crisis hipotecaria, prevén expertos
Empresas de la UE se quejan de los daños que les provoca la debilidad del dólar
Ampliar la imagen Corredores de la bolsa de valores de Filipinas celebran el fin las actividades de 2007pese a que el principal indicador del mercado de Manila perdió ayer 1.26 por ciento Foto: Reuters
París, 28 de diciembre. El año que termina fue testigo de una cadena de malas sorpresas económicas que empujaron a Estados Unidos al borde de la recesión y frenaron el crecimiento europeo: de la crisis subprime al derrumbe del dólar y la disparada del petróleo y los metales, de los sacudones bursátiles al retorno de la inflación.
La explosión de los créditos inmobiliarios de riesgo en Estados Unidos (subprime) en el verano pasado –hipotecas para hogares pobres que no pudieron cumplir con sus compromisos e instrumentos financieros ligados a ellas– hizo mella en el dólar, sacudió las bolsas mundiales y desató una crisis crediticia mundial que afectó el crecimiento.
Los especuladores y fondos de inversión se protegieron de la incertidumbre y los vaivenes en las plazas financieras comprando petróleo y metales preciosos como oro, plata y platino, que registraron cotizaciones récord, aunque hasta el cobre se vio beneficiado por el impulso.
Los precios del petróleo, a menos de 50 dólares el barril en enero de 2007, alcanzaron un récord histórico de 99.29 dólares el 21 de noviembre pasado, en parte por el alza de la demanda, en parte por la sed de ganancias de especuladores y fondos de inversión que huyeron de las bolsas. “El 2008 será sombrío para Estados Unidos y débil para Europa”, pronosticó Nariman Behravesh, economista jefe de la consultora Global Insight.
Ahora el precio del barril de crudo oscila en torno a los 97 dólares tras el asesinato de la ex primera ministra de Pakistán y líder opositora Benazir Bhutto, y si se mantiene a este nivel “dada la vulnerabilidad de la economía, podría bastar para provocar una recesión” en Estados Unidos, primera economía mundial y primer consumidor de crudo, sostuvo Behravesh.
El mundo seguirá pagando el año que viene los platos rotos de 2007, “un año plagado de malas sorpresas”, indicaron analistas de Goldman Sachs en un informe. Tras la crisis “subprime”, el mundo ostenta “una acumulación inoportuna de todos los shocks”, resumió recientemente Gilles Moëc, economista del Bank of America.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) revisó a la baja a comienzos de diciembre su previsión de crecimiento para Estados Unidos a 2 por ciento, contra 2.5 por ciento en mayo. Para la zona euro calcula 1.9 por ciento, contra 2.3 por ciento en sus previsiones de mayo.
En la eurozona “sigue soplando un fuerte viento en contra”, advirtió Carlos Cáceres, de Morgan Stanley, al enumerar el alza del petróleo, la fortaleza del euro y los ecos de la crisis crediticia.
El presidente de la empresa europea de aeronáutica y defensa EADS, casa matriz de Airbus, Louis Gallois, no deja de repetir que la compañía pierde más de mil millones de euros cada vez que el dólar retrocede 10 céntimos, y espera trasladar una parte de su producción a una zona dólar.
Para muchos analistas, el euro podría alcanzar los 1.55 dólares de aquí a mediados de año. Actualmente, el récord del euro es de 1.4875 dólares, alcanzado el 22 de noviembre pasado.
El precio de los productos agrícolas también prosiguió su disparada en 2007, impulsado por el frenético crecimiento de países emergentes como China e India.
El alza de los precios de los alimentos y del transporte, el incremento de la demanda de los grandes países emergentes y de la especulación, hizo que la inflación se ubicara en torno a un 3 por ciento interanual en Estados Unidos y en la zona euro a fin de año.
Este nivel, que no se alcanzaba desde la primavera boreal de 2001, está por encima del tope de 2 por ciednto fijado por el Banco Central Europeo (BCE) y que la Reserva Federal estadunidense (Fed) está dispuesta a tolerar, pero para enfrentarla éstos deberían subir las tasas de interés en vez de reducirlas para estimular el crecimiento.