Desfiladero
El obispo de Saltillo peligra
Lo hostigan por apoyar a víctimas del Ejército
Es urgente rodearlo de la mayor solidaridad
¡Que sea un nuevo año de alegría y de lucha!
Ampliar la imagen El obispo de Saltillo, Raúl Vera López, víctima de robo y amenazado de muerte por su defensa a mineros y sexoservidoras de Coahuila Foto: José Núñez
Un portal de Internet difunde con bombo y platillo que para los lectores de un próspero diario de ultraderecha los personajes del año en nuestro país resultaron ser la golfista Lorena Ochoa y… ¡Felipe Calderón! La nota es de una agencia española, una paraestatal del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero que desde el proceso electoral del año pasado, al parejo de los principales diarios ibéricos, se sumó de lleno, igual que el portal, a la campaña sucia en contra de Andrés Manuel López Obrador. Y de todos los demonios del conservadurismo local.
Sin rubor alguno, la agencia española llamó, por ejemplo, “alzados” a los militantes de la APPO, y hace ocho días, en una nota sobre la matanza de Acteal, con la evidente intención de ningunear a Las Abejas, escribió que “de acuerdo con” (sic) declaraciones de las víctimas, “el presidente Ernesto Zedillo era el comandante supremo de las fuerzas armadas” el 22 de diciembre de 1997, día de los sangrientos hechos.
Ojo: no de acuerdo con la Constitución, que es la que así lo señala desde 1917, sino con las opiniones (irrelevantes y descartables) de un puñado de indios que seguramente no saben de qué hablan, y a quienes nadie debe tomar en serio cuando exigen que Zedillo sea juzgado y castigado por su altísima responsabilidad en ese crimen. Es obvio que instrumentos como ese portal, la agencia, así como el diario más importante de España (que alabó la represión en Oaxaca) y otros, impulsarán muy pronto una andanada propagandística para convencernos de lo mucho que va a convenirnos la venta de Pemex a la petrolera española Repsol.
El domingo pasado, mientras tanto, el multimillonario obispo de Ecatepec, Onésimo Cepeda, protagonizó un espectáculo impropio de su investidura, pero digno de su naturaleza, al instalarse en el callejón de la Plaza de toros México como apoderado de un matador tapatío, de nombre Xavier Ocampo y de 28 años de edad. Era como si en otro ámbito hubiera subido al ring de una arena a untarle vaselina en las cejas a un boxeador.
Deseoso de elevar a su pupilo a las cimas de la mundana gloria, el obispo en realidad por poco lo lleva a la tumba. Ocurrió así: antes que saltara a la arena el último de la tarde, Onésimo le dijo al muchacho que se situara en el centro del ruedo y esperara de rodillas al animal para engañarlo con el capote. En ese momento, el prelado exhibió nula caridad cristiana y total falta de colmillo al emitir semejantes recomendaciones, porque los cinco toros previos habían sido pésimos, de manera que no tenía por qué esperar que el sexto fuera distinto.
Y no lo fue. Salió corriendo a todo trapo y pasó por encima de Xavier a punto de arrancarle la cabeza. No obstante, el muchacho se arrodilló de nuevo, ahora junto a las tablas, para volver a tratar de torearlo de hinojos, pero la bestia le hundió un cuerno en la axila derecha, lo aporreó contra la madera, se lo echó al lomo y le clavó el otro pitón en el muslo zurdo, antes de abrirle un boquete más en la frente y dejarlo como santocristo.
Con su inmenso crucifijo metálico sobre el pecho, el obispo lo acompañó a la enfermería, detrás de los monosabios que lo cargaban taponando como podían las tres hemorragias. A esa misma hora, pero en Coahuila, el obispo de Saltillo, Raúl Vera López, denunciaba que sus oficinas acababan de ser asaltadas por desconocidos que le robaron documentos, y señaló con todas sus letras que los autores de los hechos bien podrían ser miembros del Ejército Mexicano.
Esto, subrayó, en represalia por la resuelta defensa que ha hecho de los familiares de los mineros muertos en Pasta de Conchos y de un grupo de sexoservidoras de la localidad de Castaños, que en julio del año pasado fueron violadas tumultuariamente, durante largas horas, por un pelotón de soldados borrachos de alcohol y de drogas, que abandonaron las oficinas del IFE, donde “cuidaban” los votos del 2 de julio en la ciudad de Múzquiz, para irse de farra de tan mala y bestial manera.
Algunos de esos soldados fueron juzgados y condenados a varios años de cárcel, merced a una sentencia que monseñor Vera considera insuficiente, y tras la cual ha recibido toda clase de amenazas. A quienes leímos las crónicas del reciente encuentro de varios distinguidos intelectuales con el señor Marcos en la ciudad de San Cristóbal nos llamó la atención que nadie hiciera un llamado a la solidaridad para con el obispo de Saltillo, un hombre que una década atrás se jugó muchas veces la vida protegiendo a las comunidades indígenas de Chiapas.
A lo largo de ese encuentro, el señor Marcos explicó a sus visitantes que el pequeño movimiento que encabeza pretende reunir a toda la izquierda “antisistémica” en una lucha anticapitalista (no contra Felipe Calderón sino contra López Obrador, acoto yo). Sin embargo, omitió informarles que ese objetivo (el de aglutinar a todas las izquierdas), ya lo alcanzó el Frente Nacional Contra la Represión, que encabeza doña Rosario Ibarra de Piedra, y que se está convirtiendo en una coordinadora de todos los movimientos que resisten los embates de la dictadura del PRI, del PAN y de una parte del PRD, es decir, del salinismo.
Un espacio como ese, que responde a la violencia desatada por Calderón contra el descontento general, tendrá una gran importancia en la nueva fase que se inicia con 2008 por la defensa a toda costa del petróleo. Pero basta de cosas tristes por ahora, porque sigue colgada en la red y a la disposición de quien desee disfrutarla, la novela Adiós cara de trapo, que en sus primeras dos semanas de difusión cibernética ha recibido más de 2 mil 600 visitas (consúltela en www.adioscaradetrapo.blogspot.com).
Y ya que de hígados hablamos, Desfiladero se complace en anunciarles que, desde Buenos Aires, la chef Narda Lepes lanza al mundo una exquisita receta para hacer paté y compartirlo con ustedes la noche del 31. Es muy fácil, pero tienen que hacerla entre hoy y manaña a más tardar. Vean…
En un plato de leche remojen 200 gramos de hígado de pollo durante 30 minutos. Echen 100 gramos de tocino picado al fondo de un sartén caliente (sin aceite) para que se funda la grasa. Añadan, partida en trocitos, una pechuga de pollo hasta dorarla. Sáquenla y cubran ahora el sartén con una cebolla mediana, finamente cortada, hasta que cambie de color. Coloquen de nuevo la pechuga y, ahora sí, el hígado, más ramitas de tomillo, hojas de laurel, sal y pimienta.
Vigilen que no se cueza demasiado –el hígado tiene que estar rosa por dentro–, arrojen todo, así calientito, a una licuadora; agreguen mantequilla, crema y vino tinto hasta que todo se convierta en un muy espeso puré. Cubran el molde que escojan con plástico transparente, distribuyan el puré alisándolo por arriba con una pala, tápenlo con plástico también por arriba y déjenlo en el refrigerador por lo menos 24 horas hasta el momento de usarlo. Es mucho más sabroso si al servirlo lo adornan con una franja de mermelada de durazno o de manzana o de la que más les guste. ¡Y que sea un feliz año, pues como quiera que venga será de alegría y de lucha!