A la Mitad del Foro
A las once, una, y a la una, once
Recuentos de logros
Prostitutos y prostitutas
El Santo Niño de Atocha
Ampliar la imagen El presidente Felipe Calderón en imagen de archivo Foto: José Antonio López
La hora once es tema de la guerra fría, de juicios sumarios y confesiones voluntarias de militantes dispuestos a perder la vida para eludir la autodestrucción de la Revolución francesa. De llamadas a misa y del cortejo que gira en torno al Zócalo de la capital de los mexicas, el virreinato, dos imperios de opereta, la República restaurada, el porfiriato, la dictadura huertista y la Revolución mexicana que degeneró en gobierno y devolvió el poder a “los reaccionarios que también son mexicanos”.
Es la hora once para Felipe Calderón. Rodeado de niños y colaboradores urgidos de un tutor, el Presidente hace recuento de logros reales e imaginarios. La economía se arrastra, el crecimiento anual es inferior al de casi toda la América nuestra; la guerra contra el crimen organizado cobra las vidas que anticipó, pero también el costo del plan gemelo del Plan Colombia: el Capitolio aprobó los 70 mil millones de dólares que solicitó George W. Bush para proseguir su guerra y ahí se incluyen los millones destinados a armar y capacitar a nuestras policías en la guerra de Calderón.
Paz en la Tierra. En el Vaticano habla el Papa de la verdad incontestable del derecho natural, tal y como lo interprete la Iglesia católica apostólica y romana. La democracia misma resulta mentira para someter a los pueblos, si no obedece al derecho natural dictaminado por el Vaticano. Y aquí, Norberto Rivera cierra Catedral para emular a los obispos que cerraron los templos para culpar al gobierno jacobino de Calles; el cardenal visita a las mujeres recluidas en el penal y señala a los culpables libres, que no matan el cuerpo, pero sí la fama de preclaros pastores: periodistas que son “verdaderas prostitutas y prostitutos”.
Nadie se ponga el saco, dijo de inmediato el secretario de Gobernación de esta República federal y laica. Se llama Francisco Ramírez Acuña, segundo gobernador panista de Jalisco. Tres gobernadores panistas sucesivos han recibido el plácet del cardenal Sandoval. El primero fue Alberto Cárdenas, quien pasó al gabinetazo de Fox y de ahí a la Secretaría de Agricultura de Felipe Calderón. Más vale no mentar al tercero. Pero ya hubo quien le pusiera el saco y hay alcalde prófugo, indiciado de asesinato y nexos con el crimen organizado. Pero el hoy ministro del interior tuvo el tino de dar las primicias de la candidatura presidencial a la que aspiraba su amigo Felipe Calderón.
A pesar de la buena voluntad a que obligan los festejos navideños, no doy con el nombre de algún secretario de Gobernación nativo de Jalisco, que lo fuera después de como vino y se fue Victoriano Huerta. Cosas de la desmemoria tras el espejo; con los festejos de los no-cumpleaños de la transición y la alternancia, ya nadie sabe si es borracho o es cantinero.
Los tres líderes de las tres fracciones de los tres partidos dominantes de la Cámara de Diputados violentaron la norma constitucional, el plazo impuesto por ellos mismos para elegir dos consejeros y presidente del IFE. No hubo consenso, dijeron: hay violación, pero no sanción, hay jurisprudencia de la Corte. Emilio Gamboa, Héctor Larios y Javier González Garza optaron por una puesta en escena de los tres chiflados. Mientras tartajeaba Carlos Navarrete, el muy orondo líder de los perredistas en el Senado de la República: Hubiera sido “más peor”... Otras versiones dicen: “menos peor”.
Menos mal que entre los pastores y borregos de temporada hay coyotes y tigrillos a los que es imposible cambiar de manchas. Elba Esther Gordillo dio palmetazo de dómine a la secretaria de Educación y hubo cónclave en la dependencia. Manlio Fabio Beltrones y Carlos Salinas llegaron juntos a la boda de Humberto Moreira. Baile en Piedras Negras. Otros tiemblan con lo de Acteal.
Lo de a las once, una, y a la una, once, es dicho de bebedores zacatecanos, tierra de mineros, de campesinos duros que barbechan las tierras secas y les arrancan cosechas. Tierra del poeta mayor, del que conoció Palacio Nacional con su estatura de niño y de dedal, el que nos habló del santo olor de la panadería. Del pan que se come. En todo Zacatecas dicen con gusto lo de echarse “a las once, una; y a la una, once”. Salud y Feliz Navidad, debió haber dicho Ricardo Monreal desde la tribuna del Senado. Pero optó por un falaz lamento puritano. Dijo avergonzarse de que los señores senadores no tomaran en serio su función y a causa de los espíritus etílicos no lo dejaran concluir su discurso.
Y pensar que hace unos años Ricardo Monreal era de la campirana, militaba en el PRI y ni imaginaba invocar el puritanismo de izquierda; peor cuando fingido, cuando no nace de la desmesura tropical de Garrido Canabal, digamos, que cerró las iglesias y también las cantinas. Los del priato le negaron la ocasión de ser candidato a gobernador y Monreal ofreció irse al PRD con todo y organización de base. Ganó, fue gobernador y hoy es senador; quiso el liderazgo y tuvo que someterse al mando de Santiago Creel. Algo así como ponerse hábito franciscano y nopales sobre el pecho.
Pero Ricardo Monreal conserva la fe que lo llevó a convocar a sus paisanos a una peregrinación para pedirle al Santo Niño de Atocha que lloviera. No llovía desde hacía meses, tal vez años. Tiraban cohetes y hubo quien pagara aviones para sembrar químicos sobre las nubes fugitivas: nada. El flamante gobernador, candidato triunfante del materialismo histórico, convocó a su pueblo, se puso al frente de los romeros y a unas horas de marcha rumbo al templo de Atocha: llovió. Dicen sus paisanos que desde entonces, Monreal cree que él es el Santo Niño. Y se pone a prueba al lanzarse en pos del liderazgo del PRD y denunciar que Jesús Ortega y otros aspirantes violan impunemente las reglas de la contienda.
Reconoce, porque no hay cantinero ni borracho que coma lumbre, que es incontestable el liderazgo del rayito. Y resulta que Andrés Manuel López Obrador ya se declaró en favor de Alejandro Encinas. Y aunque lo que la conducción del legítimo cede en defensa del mandato y cuando pide a los diputados y senadores de su partido que no voten por alguna iniciativa del Ejecutivo, nadie le hace caso, para mí que no habrá milagro del Santo Niño. Dice Arturo Núñez, senador del PRD, antiguo priísta, responsable de la comisión técnica electoral del partido: la diputada Ruth Zavaleta está en su derecho de manifestarse en favor de Jesús Ortega; y también Andrés Manuel López Obrador de manifestarse por Alejandro Encinas. Derechos iguales, pero unos somos más iguales que otros.
Por eso deslumbran las estrellas del intelecto que han solicitado amparo porque las reformas al artículo 41 del Cofipe violan su libertad de expresión al impedirles participar con sus opiniones en los procesos electorales. Federico Reyes Heroles encabeza la lista de talentos. Admira que le han prohibido decir, opinar, juzgar, aprobar o desaprobar, donde la norma dice prohibido comprar. Y eso en los medios concesionarios de un bien público. Coinciden con los empresarios que al impulso de inesperada fiebre libertaria, no sólo han solicitado amparo sino que tramposamente incluyen en la prohibición a la prensa escrita.
La libertad de escribir, editar y divulgar libremente la palabra no es concesión sino derecho conquistado por quienes siempre supieron que la libertad de pensamiento es imposible sin la libertad de expresión.
¡Felicidades!