Usted está aquí: sábado 22 de diciembre de 2007 Capital Jóvenes convierten al grafiti de acto vandálico a forma de ganarse la vida

“Se trata de que nos dejen de ver como delincuentes; así llevamos el pan a la casa”

Jóvenes convierten al grafiti de acto vandálico a forma de ganarse la vida

Con apoyo del Codeco han tomado cursos de pintura y han hecho hasta murales

Alejandro Cruz Flores

Ampliar la imagen Gracias al grafiti, y con el apoyo de instancias públicas y privadas, muchos jóvenes han podido plasmar sus opiniones sobre diversos temas, como la corrupción, las drogas o el sida Gracias al grafiti, y con el apoyo de instancias públicas y privadas, muchos jóvenes han podido plasmar sus opiniones sobre diversos temas, como la corrupción, las drogas o el sida Foto: Alfredo Domínguez

Considerados como vándalos y perseguidos por la policía por “pintarrajear” las paredes, cientos de jóvenes grafiteros han logrado cambiar esa situación y hacer de esta actividad una forma de ganarse la vida.

Se trata de muchachos de entre 15 y 26 años que dejaron atrás el amparo de la noche cuando, con aerosol en mano, pintaban fachadas de casas, zaguanes o bardas de escuelas los nombres de su pandilla, los suyos propios o los apodos de los integrantes de la misma, y hasta declaraciones de amor.

Ahora, gracias al apoyo del Consejo de Desarrollo Comunitario (Codeco), asociación civil, con sede en Iztapalapa, se les ofrecen talleres de técnicas de dibujo y diseño, mientras que, con el apoyo de instancias públicas y privadas, se les procuran espacios donde puedan plasmar su visión sobre determinados temas como la corrupción, por ejemplo.

Pero aún más, estas acciones han permitido que su trabajo sea visto por más personas, al grado de que particulares o empresas los contratan para hacer murales en negocios, patios e inclusive hasta en interiores de casas-habitación.

“Se trata de que nos dejen de ver como delincuentes, porque no todo el grafiti es malo”, dice Alejandro, autor de uno de los murales que desde el jueves pasado se encuentran en la plaza Goitia, en el centro de Xochimilco, como parte de la campaña contra la corrupción, que lleva a cabo el Consejo Mexicano de la Comunicación.

“La gente piensa que los grafiteros somos viciosos, vándalos, –dice a su vez Roberto González, El Hope–, pero somos muchos los que hemos hecho del grafiti una forma de vida, de llevar el pan a nuestras casas, haciendo lo que nos gusta”.

El Hope no niega que su primera etapa como grafitero fue en compañía de “la banda”, y que la policía lo perseguía por pintar en la vía pública, pero, subraya, ese fue “el primer contacto con el graffiti y de manipular el aerosol, y cómo lo haces, pues poniendo tu nombre en la calle”.

Fue así como hace ocho años, Roberto llegó a Codeco, donde le enseñaron a pintar rostros y paisajes. “Empecé desde abajo, rellenando por aquí, pintando con la brocha por allá”. Ahora, El Hope pone su granito de arena y enseña a los más jóvenes las técnicas aprendidas en el deportivo Chavos Banda, donde tiene su sede la Codeco, la cual se financia con la presentación de proyectos a diversos organismos públicos, como la Secretaría de Desarrollo Social federal.

“No les cobramos ni un peso, ni tienen que comprar lápices o aerosoles, lo que queremos es que en un futuro el grafiti sea como en los países europeos, donde ya es una profesión”, asegura Roberto.

Al respecto, Mario Urbina López, director de Codeco, explica que este organismo tiene como objetivo reintegrar a los jóvenes de bajos recursos, marginados, para que mediante el grafiti puedan manifestar sus ideas y sus inquietudes, “que son personas comunes y corrientes, pero que no se les ha dado la oportunidad de desarrollarse”.

Gracias a esta organización, los grafiteros han podido llevar a cabo esta actividad no sólo en la ciudad de México, sino en todo el país, además de participar en certámenes realizados en Estados Unidos y Turquía.

Se trata de muchachos, añade Urbina López, que en algún momento de sus vidas han caído en la violencia o la drogadicción, pero que gracias a este apoyo, han revertido esa situación y encontrado en el grafiti un modo para ganarse la vida.

Codeco además se encarga, con el apoyo de instancias públicas y privadas, de buscar los espacios para que los jóvenes tengan un lugar en el cual puedan realizar su trabajo, como fue el concurso Arte en la calle y orgullo de Azcapotzalco, organizado por esa delegación, en el que luego de elegir los mejores bocetos, éstos fueron plasmados en los muros de las estaciones del Metro ubicadas en la demarcación.

Inclusive, agrega el director de Codeco, hay personas que se acercan a los grafiteros con la foto de algún familiar para que lo plasmen en una playera, en un casco, un auto, o gente que les pide que les hagan diseños para sus negocios o hasta hacer trabajos para películas, “por lo que han logrado hacer del grafiti su profesión”.

 
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