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Mejor solos que mal acompañados… Alicia Paniagua Contentos estaban los socios de las cooperativas de productores de café de la zona de la Reserva de El Triunfo, cuando en 2000 les ofrecieron la solución a sus más apremiantes problemas. Estas agrupaciones habían nacido en los años 90, después de la desaparición del Instituto Mexicano del Café, y enfrentaban precios bajos por su producto. A pesar de ofrecer grano orgánico de altura, no tenían canales de exportación ni clientes seguros y menos financiamiento para acopiar la cosecha de sus miembros. Los compradores locales se negaban a pagarles la calidad de su producto. Así que les cayó de maravilla la propuesta de la organización no gubernamental Conservation International (CI): un paquete de “buenas prácticas” para preservar los recursos naturales de la reserva y mejorar la calidad del café, con asesoría técnica y comercial, control de calidad, financiamiento y un mercado asegurado con buenos precios. Aceptaron la propuesta e iniciaron las tareas para obtener un “café de conservación”. Para cumplir con su parte del convenio, CI requirió toda la información sobre la organización de las cooperativas y los socios. Al poco tiempo “sabían todo de nosotros, dónde estaban nuestros puntos débiles” (como la falta de financiamiento y de mercado), dicen los productores, “pero nosotros no sabíamos nada de ellos: ni quiénes eran, ni quiénes eran sus donadores”. En 2001 apareció un nuevo comprador exclusivo del café de las cooperativas: Starbucks, el gigante mundial de las cafeterías gourmet. Con la mediación de CI, las organizaciones le vendieron, a precios muy superiores al mercado, café destinado a las preparaciones Shade Grown Coffee y de Comercio Justo. Para entonces, CI ya cobraba caro sus servicios profesionales: en 2003, una de las cooperativas desembolsó 20 mil dólares por este concepto. CI intervenía todas las áreas de las organizaciones, controlaba sus finanzas, co-firmaba sus cheques, todo en nombre de la transparencia. Al año siguiente apareció otro actor: AMSA, (Agroindustrias de México), también conocida como Omnicafé, la mayor casa de compra, beneficiado y exportación de café del país que, se estima (porque no hay datos oficiales), participa casi con la mitad de todo el café nacional que se exporta. Con el argumento de que las cooperativas no eran eficientes en la exportación, se les pidió que entregaran su café a AMSA, para que ésta lo exportara. En 2004 Starbucks, mediante CI, les hizo saber que no eran eficientes tampoco en el beneficiado (proceso que se da al café pergamino para transformarlo en oro para su exportación) y les exigió que lo entregaran en pergamino a AMSA para que ésta lo beneficiara y exportara. Además, decía CI, la organización ya no era necesaria: los productores podían entregar su café individualmente a AMSA. Las cooperativas analizaron la situación: habían sido reducidas al papel de simples productoras, como antes de existir como organizaciones. Dependían totalmente de CI y de Starbucks para su mercado y financiamiento. Si bien el precio que ofrecía Starbucks era bueno, iban a tener que descontar los servicios de AMSA, lo cual ya no hacía la operación tan interesante. Pero, ¿cómo romper la dependencia? ¿Cómo conseguir mercado y buenos precios? ¿De dónde sacar financiamiento? Existían ya, en otras regiones de Chiapas, cooperativas que vendían su café en el mercado del Comercio Justo, el cual enlaza a las cooperativas de productores del sur con consumidores del norte, y asegura precios mínimos garantizados, además de aportaciones a un fondo social y prefinanciamiento de la cosecha. Gracias al Comercio Justo, esas cooperativas se habían consolidado en medio de la crisis cafetalera y hasta habían logrado formar compañías sociales de comercialización. A la alianza de las corporaciones con CI, las cooperativas opusieron la solidaridad y el apoyo mutuo. Las organizaciones hermanas las animaron a acopiar café, les ayudaron a conseguir clientes en el Comercio Justo y las apoyaron con los trámites de exportación. Cuatro de las cooperativas de El Triunfo, Cesmach (Campesinos Ecológicos de la Sierra Madre de Chiapas), Finca Triunfo Verde, OPCAAC (Organización de Productores de Café de Ángel Albino Corzo) y Orpae (Organización Regional de Productores Agroecológicos), lograron así romper con Starbucks, AMSA y CI. No fue fácil; fue como empezar desde cero. Muchos socios que no estuvieron de acuerdo en perder el mercado y los precios que representaba Starbucks desertaron y el acopio de café bajó. Otras organizaciones no se atrevieron a romper la dependencia con las corporaciones. Actualmente, las cuatro cooperativas que se independizaron colocan el 100 por ciento del café que exportan en Comercio Justo; el ciclo pasado lograron precios para sus socios superiores a mil 250 pesos por quintal, contra los mil 70 de las organizaciones que siguen vendiendo a Starbucks mediante AMSA, intermediaria que repercute en los costos que carga a los productores el sobreprecio que Starbucks paga por calidad. Las cooperativas tienen bodegas y oficinas, vehículos, fondos propios, y proyectos sociales. Ante las tasas de usura de la banca comercial mexicana, obtienen financiamiento de organizaciones sociales y de fundaciones en el extranjero. Hacen parte de una coordinadora de organizaciones cafetaleras estatal y de otra nacional. La demanda por su café es tal que abren el mercado a otras organizaciones jóvenes. Sin embargo, la historia no acaba allí: AMSA presiona y en ciclos de precios altos en el mercado como los actuales, logra, gracias a su capacidad financiera y apoyos gubernamentales, acopiar una parte del café de los socios de las organizaciones, las cuales se ven así debilitadas. Para enfrentar esta presión, de nuevo juega la cooperación entre ellas. Las organizaciones están por inaugurar un beneficio de café seco que les permitirá bajar los costos de operación alrededor de 30 por ciento y les permitirá también ofrecer un mejor precio a sus socios y así seguirse consolidando. |