Sostiene que los movimientos en AL son inspiración para todos los luchadores sociales
La paz en el mundo y el capitalismo son incompatibles, afirma Naomi Klein
El subcomandante Marcos subraya que las guerras crean las mejores condiciones para que los poderosos hagan negocios millonarios
Reconocen trabajos de Pablo González Casanova
Ampliar la imagen La comandancia del EZLN asistió a la clausura del Coloquio Internacional en Memoria de Andrés Aubry Foto: Víctor Camacho
San Cristóbal de las Casas, Chis. 17 de diciembre. “La paz es anticapitalista”, dijo aquí Naomi Klein. “Es el capitalismo el que quiere la guerra”. En su descripción del “capitalismo del desastre”, que es el debate que la autora anima estos días, la experiencia de los pueblos latinoamericanos ofrece una salida. Aquí “la resistencia no ha cesado”.
En un ejercicio autocrítico de extremo rigor, la periodista habló de otro desastre: el del “movimiento de movimientos” que sacudió las ciudades de Estados Unidos y Europa a finales de la década pasada, de Seattle a Génova. Parecía ascender una nueva alternativa anticapitalista desde el centro del poder, pero se desbandó y extravió tras los ataques del 11 de septiembre de 2001, el “punto de crisis” de las esperanzas de que otro mundo era posible.
Agradeció a los zapatistas por “seguir resistiendo”, y reconoció que los movimientos de Latinoamérica son la mayor fuente de inspiración para los luchadores sociales del mundo. “No es coincidencia que los pueblos indígenas sean la base de las resistencias al desastre”. Sin cargar mucho la tinta en lo apocalíptico, Klein señaló: “nunca ha sido más importante la lucha por la tierra. El capitalismo nos lleva por un camino suicida. No se trata de una más de sus crisis. Nos puede llevar al colapso de la vida”.
En el mundo del mercado, “el último lujo en venta será la sobrevivencia”. Durante la sesión final del coloquio sobre movimientos antisistémicos, la “periodista infiltrada en los movimientos sociales”, como se define, cuestionó la súbita debilidad de la resistencia antiglobalización, que obliga a los activistas de Estados Unidos a ser “mineros de la inspiración” que necesitan buscarla, como sus antepasados lo hicieron con el oro y la plata, en las tierras del sur.
Los zapatistas y los Sin Tierra de Brasil poseen “la fuerza poderosa de la resistencia al shock” del capitalismo actual. Tienen memoria histórica y desconfianza en el Estado, y no experimentan la regresión, esa “otra arma del shock”. En Estados Unidos “pensamos que necesitamos el papá perdido hace tiempo”, tal como se promueve el precandidato republicano Rudi Guliani: “¿Te acuerdas de cuando era tu papito?”
Lejos de lo que Gore Vidal llamó “EUA: Estados Unidos de Amnesia”, los pueblos de Bolivia, Tailandia, México, Brasil e India sí recuerdan; no es la primera vez que sufren la embestida brutal de los imperios. “En Tabasco mucha gente no confía en que el Estado resolverá su problema”. Citó la respuesta popular a la crisis argentina, los bombazos de Madrid, el tsunami en Tailandia. Había memoria. “La resistencia empezó de inmediato”.
En su exposición, Klein recurrió constantemente al concepto de historias (stories). Los movimientos altermundistas se contaron historias de que podrían cambiar el mundo, y las creyeron. Vinieron los ataques terroristas, y mientras ellos “perdían confianza en sus historias”, el poder “nos contó nuevos cuentos: choque de civilizaciones, guerra al Islam, al terrorismo”, que “se diseminaron como virus” en Estados Unidos, Canadá y Europa. Espantaron con la tortura, con Guantánamo, “y nuestras coaliciones se desbandaron”.
La escritora expresó la necesidad “casi de pedir disculpas” a los zapatistas, “que no dejaron de resistir”. Tras identificarlos como la inspiración inicial del movimiento altermundista, Klein dijo que el EZLN llevó su mensaje más allá de las fronteras, pero “las resistencias no se exportan”, se construyen en cada lugar. Con base en su experiencia en Irak y en su propia tierra, Klein describió elocuentemente eso que enseguida Marcos definiría como el “cinismo” de las corporaciones y las potencias capitalistas. La guerra y los desastres como gran negocio. El aparente “fracaso” en Irak sólo sirve para cotizar a las empresas de seguridad, energía y guerra: el terremoto en Perú, la devastación de Nueva Orleáns, los incendios en California, el arrasamiento en Irak.
“La actual crisis del capitalismo no es su fin, sino el vehículo para que prosiga el avance corporativo”. Describió la zona verde de Bagdad como un modelo del futuro: los “paraísos” de los elegidos para después de la destrucción. Apuntó la fuerte unión entre capitalismo, imperialismo y las grandes religiones: todos venden el “escape de los elegidos” al paraíso de los “vueltos a nacer”, como el cristiano George W. Bush. Los pueblos indígenas no creen estas historias, “saben que no hay escape”, y tienen noción de su lugar. Por eso, dijo, “son sus historias las que todos necesitamos”.
Más tarde, en una conferencia de prensa con medios alternativos, Klein dijo que con los zapatistas, “you’re welcomed, but you don’t get a free ride”. (“Eres bienvenido, pero no te la ponen fácil”). Los reconoció como uno de los movimientos “más abiertos del mundo”, y “uno de los mas duros”, que “nos abrió la idea de un intercambio de solidaridad, de ida y vuelta”.
Durante la misma sesión se escuchó al doctor Pablo González Casanova y al subcomandante Marcos, quien coincidió con el análisis de Klein sobre el carácter belicista del capitalismo. “La guerra no es sólo una forma por la que se impone en la periferia. Paradójicamente, en la paz es más difícil hacer negocios”.
Según Marcos, el concepto de guerra en los análisis antisistémicos “puede ayudar a solidificar suelos todavía pantanosos”. Robert Fisk y Naomi Klein “han contribuido a descorrer el velo de la guerra, no desde un escritorio o frente a un monitor que administra la información, sino trasladándose al lugar de los hechos. Ambos llegan a las mismas conclusiones. No se está liberando a Irak de la tiranía, sencillamente se están haciendo negocios”. Sobre La doctrina del shock (2007) de Klein, dijo: “Es un libro muy peligroso”, pues “se entiende lo que dice”.
Expresó un reconocimiento a Pablo González Casanova, “otro de los que han avanzado en el desmonte de las viejas y nuevas realidades del capitalismo”, con “una mirada generosa y respetuosa de nuestro ir y venir como zapatistas”. Celebró la presencia de “dos generaciones de analistas del sistema capitalista, serios, brillantes, y con algo que suele olvidar el medio intelectual: son pedagógicos”. Finalmente, anunció que los zapatistas seguirán consolidando “el esfuerzo civil y pacífico de la otra campaña”, pero “las señales de guerra son claras. En palabras de Naomi Klein, debemos prepararnos para el shock”.