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Diez propuestas para recuperar al campo
1. Cambiar el curso suicida en que nos metieron los anteriores gobiernos. Y para esto reconocer que el agrocidio implícito en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) fue calculado, y romper expresamente con esa línea que hoy es de Estado. No podemos conformarnos con ajustes menores, nos hace falta un nuevo modelo de desarrollo que rescate al campo y a los campesinos en términos de economía, sociedad, medio ambiente y cultura. No deseamos volver atrás, a las prácticas clientelares y la corrupción. Queremos un nuevo pacto social entre el México urbano y el rural, y en este contexto un nuevo trato entre el Estado y los campesinos. 2. Para restaurar el México rural hay que reconocer, ponderar y retribuir la multifuncionalidad de los campesinos. La base de los cambios que demandamos está en valorar las diversas funciones del campo en forma de aportaciones económicas, sociales, ambientales, culturales y democráticas. Porque los campesinos no piden limosnas, tienen compromisos con la nación y quieren cumplirlos, pero necesitan condiciones adecuadas, que hoy no existen. 3. Para reactivar e integrar las cadenas productivas hace falta fomentar la pequeña y mediana producción campesina y las agroindustrias y comercializadoras asociativas. Las funciones económicas del campo no se pueden medir sólo por el peso del sector agropecuario en el producto interno bruto. Si éste disminuye, no es tanto porque caigan sus volúmenes de producción como porque decrecen sus precios relativos. Los campesinos cada vez dan más y cada vez reciben menos. El círculo vicioso se origina en un mercado agropecuario asimétrico, politizado y controlado por trasnacionales que no tiene nada que ver con el “libre comercio”. Romperlo supone acciones de Estado para proteger del comercio desleal y abusivo a un sector de la producción que aun en términos económicos pesa más de lo que parece. 4. Para recuperar la soberanía alimentaria hay que fomentar la producción campesina de básicos. El valor de la producción agropecuaria no se mide sólo en volúmenes y precios, pues se trata en gran medida de comida de la que depende la subsistencia de la población. No cosechar suficientes alimentos nos pone en riesgo como nación. Garantizar la autosuficiencia en básicos y la seguridad alimentaria –como lo hacen las economías más poderosas– es indispensable para países pobres y dependientes, pues de otra manera estaremos de rodillas ante los dictados del imperio. 5. Para frenar el éxodo campesino y recuperar la soberanía laboral es urgente impulsar una agricultura doméstica y asociativa intensiva en trabajo y bien remunerada. En el campo vive uno de cada cuatro mexicanos y en la agricultura trabaja uno de cada cinco, de modo que continuar desmantelándolos es descobijar una cuarta parte de los connacionales que el resto de la economía no puede absorber. Reactivar la agricultura campesina es cuestión de soberanía y seguridad laborales,pues un país incapaz de emplear dignamente a la mayoría de sus ciudadanos y atenido a las circunstancias económicas y políticas de quien recibe a sus migrantes, es una nación minusválida. 6. Para contrarrestar la crisis ambiental habrá que impulsar una producción campesina amigable con la naturaleza. Rico en recursos naturales y diversidad biológica que se pierden aceleradamente, México está al borde de una gran crisis ambiental. El modelo de urbanización-industrialización es culpable, y también una estrategia agrícola predadora que dañó severamente tierra, agua, aire, flora y fauna. Pero despoblar el campo no es conservar la naturaleza, pues los ecosistemas se reproducen socialmente. Para restaurar los recursos y equilibrios perdidos hace falta restaurar también una economía campesina sustentable capaz de aprovechar sin destruir. 7. Para restablecer la convivencia hay que devolver a los campesinos la confianza en un futuro digno. La descomposición del tejido social es el saldo más doloroso de la crisis rural. La migración compulsiva, las estrategias de sobrevivencia antisociales vinculadas a la delincuencia organizada, la agudización de los conflictos, la proliferación de grupos guerrilleros, el descreimiento en las instituciones, la ingobernabilidad hormiga, son procesos perversos que no remitirán mientras el campo siga siendo cárcel y condena para las nuevas generaciones rurales. Hay que restaurar la economía y la naturaleza, pero también las ilusiones. 8. Para recuperar las raíces de nuestra identidad es indispensable darle viabilidad económica a la comunidad agraria, sustento mayor de nuestras culturas autóctonas y mestizas. En el campo están nuestros cimientos culturales. El México urbano perderá irremisiblemente su identidad si no se reconcilia con el México profundo que es en gran medida el México rural. Pero no se trata de preservar reliquias arqueológicas, se trata de restaurar la vitalidad socioeconómica del campo como sustento de su vitalidad cultural. No nos inspiran nostalgias reaccionarias; queremos un México moderno, plural y abierto al mundo, pero que sea también un México indígena y campesino. 9. Para impulsar la democracia participativa es indispensable reconocer los derechos autonómicos de los pueblos indios. Si al país todo le faltan tradiciones democráticas, el campo ha sido y es el México bronco, territorio privilegiado del autoritarismo, donde por norma general no se respetan las libertades civiles ni los derechos ciudadanos. La democracia es asignatura pendiente del México rural. Desde hace rato los hombres del campo están empeñados en transformar profundamente sus sistemas de convivencia gremial y ciudadana, y en particular los pueblos indios han puesto la muestra de lo que puede ser una nueva socialidad democrática, participante y autogestiva. Las autonomías de hecho están bien, pero es necesario que también las reconozca el derecho. 10. Los hombres del campo han dicho ¡basta! Ya no más ser caudal de votos, rebaño de acarreo, clientela caciquil, tema de oratoria, oportunidad de corruptos, objeto de asistencia y asunto folclórico. Los campesinos quieren seguir cosechando alimentos sanos para todos los mexicanos, generando empleo e ingreso para millones de compatriotas, cuidando los recursos naturales que nos dan aire puro, agua limpia, tierra fértil y diversidad biológica; quieren mantener y desarrollar nuestra cultura y nuestros usos y costumbres que son patrimonio de todos; quieren impulsar nuevas formas de convivencia democrática. Los campesinos quieren cumplirle a la nación, pero para esto es necesario que la nación les cumpla a los campesinos.
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