18 de diciembre de 2007     Número 3

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada


Producir más y mejor café

  • Desahuciados por los funcionarios, los pequeños productores resisten y proponen

Fernando Celis Callejas

Según el secretario de Agricultura, Alberto Cárdenas, los caficultores mexicanos “no han hecho la tarea” pues “no han aumentado la producción” a pesar de que en los pasados cinco años han recibido muchos apoyos. El funcionario sigue los pasos de su antecesor, Francisco Mayorga, quien sostenía que, en vez de inútiles políticas de fomento, a los caficultores campesinos había que buscarles “esquemas de salida”, es decir, que la mayoría debía abandonar el cultivo.

Un diagnóstico de la Secretaría de Agricultura dice que más de 440 mil productores, 90 por ciento del total de 490 mil con un promedio de 1.4 hectáreas cada uno, de plano no son competitivos. A los responsables de nuestra agricultura se les hace fácil desahuciar a 4 millones de mexicanos rurales que dependen del aromático, pues el único “esquema de salida” disponible es migrar, de preferencia a Estados Unidos, cosa que muchos han hecho en los recientes años. Y eso que, a diferencia de lo que sucede con el maíz y otros cereales, los tecnócratas nos decían que en café México tiene “ventajas comparativas”.

La caída de la producción tiene causas. Entre 2001 y 2004 los precios internacionales del café cayeron no menos de 50 por ciento y la sobrevaluación del peso ante el dólar redujo los ingresos de los exportadores. El resultado: una disminución de las cosechas cafetaleras; pasaron de 5.2 millones de sacos (de 60 kilos) a 3.7 millones. En algunos años la caída de los ingresos campesinos fue de hasta 70 por ciento, y en un solo año se agotó el total de los subsidios que pregona el secretario Cárdenas. Esto generó una crisis sin precedente en el sector, con fuerte deterioro de las condiciones de vida de las familias productoras y una gran migración.

La mejoría de los precios en los anteriores tres ciclos, aun cuando los caficultores consideran que no recuperan los gastos realizados, ha llevado a una cierta mejoría de la producción, que para la actual cosecha se calcula en 4.2 millones de sacos. Sin embargo, muchos dicen: “Ya no es lo mismo, antes podíamos vivir del café y ahora no”. Para sobrevivir, la gran mayoría de las familias ha diversificado su economía y el café ya sólo representa la cuarta parte de los ingresos; el resto proviene de otros cultivos, trabajo a jornal, remesas y subsidios. Y es que los campesinos no fácilmente se deciden a dedicar más trabajo e inversiones a sus huertas para aumentar la producción, debido a la incertidumbre de los precios y las dudas de que puedan cosechar con la pura familia, pues la imparable migración ha elevado considerablemente los costos de mano de obra para el corte.

¿Es posible cosechar más café? La experiencia de las tres décadas recientes indica que se ha dado un aumento de la producción de cuando menos 1.5 millones de sacos cuando se combinan, en lapsos de cuatro años, precios no menores a 140 dólares por quintal, un peso no sobrevaluado y apoyos fiscales para renovación de huertas.

Si los precios en los próximos dos años se mantuvieran en 125 dólares por quintal como mínimo y se aplicaran programas de apoyo a la producción, dentro de tres ciclos se podrían cosechar nuevamente 5.2 millones de sacos.

Con la gestión del Consejo Nacional de Organizaciones de Productores de Café (CNOPC) y el apoyo de la Comisión Especial del Café de la Cámara de Diputados, se logró etiquetar en el presupuesto público 2008 un total de mil 500 millones de pesos para la rama del aromático, esto es un aumento de 45 por ciento respecto de 2007. De ese monto, 870 millones de pesos son para “fomento productivo”, y de esto, 370 millones serían para un nuevo componente de “renovación de cafetales”. Ahora toca al sector público definir un programa viable y a los productores mejorar sus cafetales.

Importa aumentar la producción de los caficultores para mejorar su ingreso, pero también para cubrir el creciente consumo del grano, que aumentó 70 por ciento en sólo una década debido a la apertura de numerosas cafeterías que ofrecen preparaciones de mayor calidad, con lo que se está rompiendo el esquema de consumo interno manejado por grandes empresas y basado en el producto soluble y el mezclado con azúcar.

Para impulsar la producción es necesario que las políticas públicas se adapten a las estrategias prudentes de los campesinos, que no pueden ni quieren realizar de golpe fuertes inversiones en trabajo ni en dinero. Por eso la renovación de cafetales debe ser gradual y muy cuidadosa en lo tocante a la introducción de nuevas plantas y labores culturales, como la poda y la fertilización. Porque en cafetal pequeño y bien manejado, la cosecha y el beneficiado pueden realizarse con trabajo familiar. Es necesario también que los productores obtengan el mayor precio posible por cada kilo de café vendido: que se fortalezcan esquemas más favorables de comercialización, como Comercio Justo, Orgánico, de Origen y Alta Calidad; además, por supuesto, de la venta directa al consumidor de café tostado y molido o en taza.

Asesor general de la Coordinadora Nacional de Organizaciones Cafetaleras (CNOC) y miembro de la CNOPC
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