Llama el cubano Gilberto Valdés a articular luchas
En AL, la diversidad se vuelve movimiento político
Cuba, referente para los pueblos que luchan: Marcos
San Cristóbal de las Casas, Chis. 15 de diciembre. Tres retratos de Andrés Aubry, colgados por encima de los conferencistas invitados a un coloquio en su nombre y dirigido contra el sistema, parecen contemplar el salón lleno de personas, que escuchan y cada tanto encuentran su mirada con la suya. Que los tiempos han cambiado nadie lo duda. Pero no es frecuente un coloquio de alta carga intelectual en el que sea tan repetida la palabra “revolución” en un sentido muy diferente al que solía tener.
No hay que dejarse engañar por las cabelleras blancas de los pensadores que participan en estas conferencias colectivas ni por la juventud de buena parte del público (que en ocasiones ha rebasado los 700 asistentes), escuchando desde el patio o por circuito cerrado de televisión, pues en la sala ya no cabe nadie más.
Las ideas que se enhebran y las experiencias directas de lucha que se testifican son frescas, nuevas, lúcidas y, sobre todo, urgentes. A muchos de estos jóvenes indígenas y urbanos, de universidades locales o de distintos países, nadie les había dicho lo que escuchan de estas personas mayores, que a la luz de movimientos sociales como el EZLN y el Movimiento de los Sin Tierra le dan vuelta a la hoja del debate sobre la manera de hacer política y conducir las luchas populares en un sistema-mundo que las ilegaliza y criminaliza.
Fue reveladora la participación del cubano Gilberto Valdés, entusiasmado porque en Latinoamérica “la diversidad ha adquirido carácter de movimiento político” y ha ganado “visibilización epistemológica”. Viniendo de la revolución cubana, reconoció las nuevas “enseñanzas del multiculturalismo”. Con el subcomandante Marcos a un lado, este miembro del Taller sobre paradigmas emancipatorios expresó que quizá es el primer representante cubano que participa en una reunión convocada por el EZLN.
Y en referencia a la fama de bailadores que tienen los zapatistas, aseguró que Cuba también sobrevivirá, “porque su revolución sabe bailar, cantar, enamorarse”.
Ante las enseñanzas de Bolivia, Chiapas, Venezuela y Ecuador, el investigador cubano identificó como nuevos actores centrales en el hemisferio los movimientos, las emancipaciones libertarias y las luchas en defensa del territorio y las diferencias, y argumentó “la necesidad de que todo esto se involucre en los procesos de lucha política”. En todos los casos, se trata además de una resistencia a la mercantilización de la existencia. Celebró el fin del “estrategismo” de la izquierda latinoamericana.
Al soplo de vientos cubanos, el subcomandante Marcos habló con amplitud del verde caimán del Caribe: “su historia es una larga trenza de dolor y dignidad. Pero hay algo que hace que ese suelo brille. Se dice, no sin verdad, que es el primer territorio libre de América. ‘Socialismo’ ha llamado este pueblo a su camino y motor. Existe, es real, se puede medir en estadísticas, puntos porcentuales, índices de vida. Su impertinente rebeldía le ha costado bloqueo económico, invasiones militares, sabotajes industriales y climáticos, intentos de asesinato contra sus líderes, calumnias, mentiras y la más gigantesca campaña mediática de desprestigio”.
Su resistencia “no sólo requiere conocimiento y análisis, sino también respeto y apoyo”. Habría que recordar que ya se llevan 40 años de tratar de enterrar al Che Guevara; que a Fidel Castro lo han declarado muerto varias veces; que a la revolución cubana le han marcado decenas de calendarios de extinción; que en las geografías que se trazan en las estrategias actuales del capitalismo salvaje, Cuba no aparece, por más que se empeñen”. Marcos aseveró: “como zapatistas, pensamos que debemos tender la mirada, el oído y el corazón hacia este pueblo”. Cuba, dijo, “es un referente cuya experiencia será vital para los pueblos que luchan”.
En su turno, Jorge Alonso, académico del CIESAS de Occidente y director de la revista Desacatos, quien ha reflexionado largamente sobre los movimientos sociales latinoamericanos, reconoció la necesidad de desarrollar análisis teóricos que sean “híbridos”, de cierto modo elásticos. Comparte con Andrés Aubry la preocupación por transformar la ciencias sociales vigentes para ponerlas a la altura de las actuales sociedades en movimiento, las cuales, dijo, deben encontrar la convergencia.
Una triste coincidencia trajo a este coloquio la memoria de Fernando Michel. La noticia de su muerte, la noche del viernes, hizo que el subcomandante Marcos le dedicara su conferencia, como homenaje a uno de los artistas más desinteresados que han acompañado a las comunidades zapatistas. De esta manera, el recuerdo de Michel se unió a la renovada actitud del ejercicio artístico e intelectual que se trama estos días en la Universidad de la Tierra, en el camino viejo a San Juan Chamula.
Por afines que resulten los pensadores participantes en el coloquio, muchos no se conocían entre sí. No personalmente. Pero se han leído durante años, acompañándose sin saberlo. Es el caso de Naomi Klein y John Berger, que sólo se conocían por correo electrónico y se admiraban a la distancia. Y allí estuvieron hoy, platicándose.
La autora de No Logo, de formación anarquista y distinguido porte, una de las participantes más jóvenes del coloquio, preguntó a Berger, de 81 años, sobre su conferencia de este domingo. Berger agachó la cabeza, la cubrió con su fuerte mano de agricultor, como para extraerse las palabras, y tras unos instantes dijo que tal vez la mejor manera de expresarse en un coloquio de esta naturaleza era contando historias. Segundos después hablaban con emoción de Eduardo Galeano, que es lo que hace siempre. Klein lo recordó en Seattle contando a la multitud pequeñas historias. En portugués.
El coloquio está resultando un crucero donde los senderos no se bifurcan, sino se encuentran. Poco se habla de utopía. Ha de ser porque también las utopías han cambiado.
El texto completo de la tercera conferencia del subcomandante Marcos aparece en la edición electrónica de La Jornada.