Usted está aquí: sábado 15 de diciembre de 2007 Disquero El sonido Gilmour

Disquero

El sonido Gilmour

Pablo Espinosa

De las más de cinco horas de música e imágenes de ensueño que contiene el par de discos del álbum titulado Remember that night, quedan en la memoria improntas apabullantes. Para empezar, los dos primeros pasajes solistas que se ejecuta cual semidiós el maestrísimo David Gilmour, creador de uno de los sonidos más originales, potentes, conmovedores, inconfundibles de que se tenga registro en toda la historia de la cultura rock. Eso lo hace al inicio del primero de estos dos devedés, que hace ignición con una secuencia, precisamente la inicial, de otra impronta, el álbum Dark side of the moon, de sus eminentes majestades los Pink Floyd.

El sonido de esa guitarra quedó ya registrado en la historia cultural de Occidente como la distintiva del sonido Floyd. Una vez desintegrado ese grupo formado por arquitectos (de su propio destino y de buena parte de la cultura-rock) y luego de la pelea conyugal entre Papá Roger Waters y Mamá David Gilmour (que incluyó disputas por el uso del nombre Pink Floyd, por supuesto), ambos líderes mundiales han realizado trayectorias solistas de las cuales el Disquero ha rendido cuenta paso a paso.

La aparición del nuevo disco en devedé de David Gilmour, resultante de la grabación del par de conciertos que realizó durante dos noches de mayo de 2007 en el Royal Albert Hall de Londres, amerita traer a colación el anterior, titulado On an island (cuya portada aparece en la esquina inferior izquierda de este Disquero) además porque en los conciertos aquí contenidos Gilmour hizo la presentación formal, en vivo, de esta grabación.

El segundo volumen de este álbum contiene un arsenal de exquisiteces, entre ellas un documental de 46 minutos de duración que registra la gira por pequeñas poblaciones (se fue puebleando el Gilmour) movidos en un pequeño autobús, precisamente presentando On an island y esgrimiendo el material histórico de Pink Floyd. Destaca entre los momentos de privilegio de este filme, dirigido por el especialista David Mallet (autor del filme de la gira de U2 ZooTV y el concierto de los irlandeses, PopMart en México, para vergüenza de las fuerzas guaruriles locales, que casi matan a golpes a un técnico de U2), un momento de la gira en el que, ¿casualmente? David Gilmour y Roger Waters se saludan en el estacionamiento de unos estudios de grabación donde ambos coincidieron en sesiones de trabajo pero en salones separados.

El material inédito no falta aquí. Destaca, también, la primera grabación fílmica, desde aquel portentoso documento cinematográfico titulado Pink Floyd Live at Pompei, de los 20 minutos que dura la versión original de ese rolononón de antología que se titula Echoes.

También aparece otro personaje legendario, el compositor y director de orquesta polaco Zbigniew Preisner, de quien recientemente reseñamos su flamente disco con Teresa Salgueiro.

Otra aparición de lujo: el mismísimo David Bowie, cantando a dúo con Gilmour la pieza germinal de Pink Floyd, Arnold Layne y después la obra sublime Confortably numb.

Entre los colaboradores distinguidos están los viejitos (pero cumplidores) David Crosby, con su pinta de santaclós canoro, y su compadre Graham Nash y en la guitarra está Phil Manzanera. Interminable el placer. Más de cinco horas de privilegio en devedé.

 
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