Desfiladero
Viene la dictadura-dura
Pronto, cualquier policía entrará a nuestras casas
Que devuelvan sus curules los diputados del PRD
A 10 años de Acteal, nace un blog conmemorativo
México vive de manera cada día más trágica la segunda parte del golpe de Estado de 2006, que ahora inicia la consolidación de la dictadura-dura mediante la supresión de algunas garantías individuales, entre ellas la que protege la inviolabilidad del domicilio. Pronto, cualquier policía, por el solo hecho de serlo o de parecerlo, podrá entrar en nuestra casa, registrarla a su antojo y robarse lo que le plazca. Ya no será necesaria para ello la orden escrita de un juez.
Bastará que los “representantes de la ley” declaren, al presentarnos (si nos presentan), que rompieron a patadas nuestra puerta y nos detuvieron mientras dormíamos en nuestra propia cama porque nos sorprendieron cometiendo un delito, el que sea, “en flagrancia”. Pero antes podrán mantenernos incomunicados durante 40 días, para inventarnos las acusaciones que les convengan, hasta forzarnos a darles la mordida que nos exijan a cambio de que nos devuelvan la “libertad”.
A partir de febrero próximo, si los ciudadanos no se movilizan para impedirlo, el régimen espurio de Felipe Calderón podrá actuar con la misma impunidad que la Gestapo en la Alemania de Hitler o la Stasi en la Alemania socialista –o cualquier otro símil que se le parezca, el Irán del sha, la Rumania de Ceaucescu, la Argentina de Videla, etcétera–, gracias a la reforma judicial que acaba de ser aprobada por el Poder Legislativo con los votos del PAN y del PRI y, lo más grave, con las dos terceras partes de los millones de votos que los simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador pusieron en manos de los ahora diputados del PRD.
Un rápido vistazo a la lista de los 44 legisladores perredistas que aprobaron el que la policía, cualquier policía, en cualquier momento, entre a cometer destrozos en las casas de los hombres y las mujeres que los elevaron al poder, muestra que son corresponsables de esta decisión absurda y monstruosa integrantes de todas las corrientes que coexisten dentro de ese partido, empezando por su coordinador parlamentario, Javier González Garza, y por la presidenta de la Cámara de Diputados hasta el jueves, Ruth Zavaleta Salgado. El primero es un cuadro de Cuauhtémoc Cárdenas, la segunda una típica exponente del grupo de los Chuchos, a quienes luego de aliarse con el arzobispo Norberto Rivera Carrera tras el episodio de la Catedral, ahora la gente les dice los Churchos.
¿Confabulación de cardenistas y Churchos contra López Obrador? No, en este caso no, porque entre quienes aprobaron esa reforma están también el ex senador Raymundo Cárdenas, cuadro de Amalia García en Zacatecas; el también ex senador Rutilio Escandón, cuadro de Juan Sabines en Chiapas; Mónica Fernández Balboa, cuadro de Raúl Ojeda en Tabasco; Juan N. Guerra, ex operador de Rosario Robles y ahora hombre de Pablo Gómez, pero también Andrés Lozano Lozano, cercano a Joel Ortega, jefe de la policía capitalina, Faustino Soto –ex jefe delegacional en Xochimilco, cuadro de Martí Batres–, David Mendoza Arellano –cuadro de René Arce–, Susana Monreal –Ávila –hermana de Ricardo Monreal–, Rubén Montalvo Rojas –brazo derecho de Ruth Zavaleta–, Miguel Ángel Navarro Quintero –cuadro de AMLO en Nayarit–, y Pablo Trejo Pérez, cuadro de René Bejarano y Dolores Padierna.
Si la participación resuelta de los dos partidos de la derecha golpista en esta maniobra que destruye la esencia de la Constitución mexicana confirma la existencia de un plan –aplicado desde Washington, para apuntalar a Calderón al precio que sea–, la colaboración de perredistas de todos los colores ofrece un síntoma del estupor que reina dentro de la clase política en su conjunto frente al caos que impera en el país. Luego de 25 años en que el crecimiento económico ha sido de 2 por ciento anual en promedio –o sea, nulo–, y mientras 75 por ciento de la riqueza está en manos de un grupúsculo que representa a menos de 0.5 por ciento de los habitantes del país, las perspectivas para el año entrante son absolutamente negras: la gran mayoría de la población está segura de que aumentará todo, el desempleo, el hambre, la carestía, la falta de vivienda y atención médica, la incertidumbre y, desde luego, la violencia y la ineptitud, ampliamente demostrada, del gobierno espurio.
Y a todo esto se agregará la reforma energética, es decir, la privatización de Pemex, para que el país termine de despanzurrarse de una vez, como hace dos días anunció el ex candidato presidencial priísta Francisco Labastida Ochoa. Si la semana pasada el hecho más escandaloso era el fallo de la Suprema Corte en favor de la pederastia, ahora el fracaso de la reforma electoral, donde los golpistas no consiguieron imponer a una nueva marioneta como Mauricio Merino en sustitución de Luis Carlos Ugalde al frente del IFE, abre una nueva crisis política a la que se suma la instauración del Estado policiaco con facultades ilimitadas para acabar de consolidar el régimen dictatorial que nos legó Vicente Fox.
En septiembre del año pasado, el entonces flamante coordinador de los diputados perredistas, Javier González Garza, dijo a los medios que iba a mantener una actitud de diálogo permanente con los líderes de las bancadas panista y priísta para que su gestión fuera “productiva” en el Congreso. ¿Ya podemos hablar de sus logros en materia de productividad? Porque la fracción a su mando, copada por Zavaleta y los Churchos, tuvo apenas dos triunfos: consiguió que se aplicara un fondo de 6 mil millones de pesos para beneficio de los viejitos de todo el país que residen en poblaciones de menos de 2 mil 500 personas –medida de obvia inspiración obradorista–, y que se le aumentara el presupuesto al Gobierno del Distrito Federal.
Lo demás fueron puras vergüenzas: aprobó una reforma fiscal al gusto del FMI que no sirve para nada; no impidió la nueva Ley del ISSSTE que es un obsequio de Calderón a Elba Esther Gordillo; no metió las manos en el presupuesto federal, ni siquiera para denunciar su carácter regresivo y represivo en términos financieros, y se prestó al retroceso de la reforma electoral que vuelve a prohibir las alianzas entre partidos chicos.
En el caso específico de la reforma judicial, los perredistas aportaron 80 por ciento de las ideas –como la de poner fin al secreto bancario, que era muy buena–, y de ningún modo la que le abre las puertas de nuestras casas a la policía, pero luego, como siempre les ocurre, no pudieron evitar que a la hora de la hora sus propuestas fueran desechadas y sólo quedaran las más siniestras, entre ellas la que instaura la dictadura-dura de verdad. Como se puede apreciar, González Garza y los Churchos se equivocaron al darle la espalda a López Obrador y al movimiento que votó por ellos. Ahora éste debe salir a la calle a defender sus garantías individuales y a exigir que renuncien a sus curules quienes lo traicionaron.
Pero entre tanto, a sólo una semana del décimo aniversario de la matanza de Acteal, esta columna inaugura un blog, www.adioscaradetrapo.blogspot.com, en el que quien guste podrá leer completa y sin costo alguno mi novela sobre la rebelión zapatista. Una sugerencia para quienes se irán con computadora, o no se irán, de vacaciones. Y hasta el sábado próximo, como siempre.