Por Christian Rea Tizcareño
“Hay una buena noticia: Para Dios no hay
imposibles. Él puede sanar a quien por su
voluntad desea dejar de sufrir por el problema
de Atracción Sexual a Personas del Mismo Sexo”
(eufemismo que se reduce luego a las asépticas
siglas ‘AMS’). Esa es la consigna de un largo fin de
semana. Alrededor de 100 personas, de diversos
puntos de México y el extranjero, se congregan en
un hotel cinco estrellas de la cristera Guadalajara,
Jalisco, para “curarse” de la temida homosexualidad
con el apoyo del Courage Latino.
Un modesto letrero —“Camino a la castidad.
Taller de Restauración Sexual y Relacional”
(sic)— recibe a los asistentes, que tienen que
mostrar el comprobante bancario del donativo
obligatorio de 800 pesos. Si no lo depositaste
no hay lío, sólo paga el sobreprecio de 100
pesos por el retardo. Después de las cuentas
claras, los organizadores, instalados detrás
de una mesa llena de mercancía —playeras,
recuerdos, libros, folletos, estampas, discos,
videos y demás souvenirs religiosos—, sonríen:
“Bienvenido. Dios te bendiga, hermano”.
Por todo el pasillo ya se escuchan las alabanzas.
Los líderes, ya “curados”, proporcionan
una carpeta con el programa. Algunos de los
18 temas son Masturbación: libre de adicciones,
Autoestima y Combate espiritual, Cómo vencer
las tentaciones. Los salones se identifican con
los nombres de los promiscuos dioses griegos,
pero nadie parece darse cuenta. En el Atenea
se realizan las ponencias magistrales; ahí será el
coffee break, animado por el coro de León. Pero
antes una voz masculina siembra expectativas:
“Van a ver la luz en medio de las tinieblas”.
Las garras del mundo gay
Entre los sonrientes parroquianos está Israel, un
tímido y desconfiado ex seminarista que truncó su
vocación sacerdotal cuando el señor obispo descubrió
su AMS. También participa Belén, una psicóloga
que además instruye el catecismo del Buen
Pastor a preescolares. Algunos lugares la separan
de Kuk, un yucateco que ya intentó superarlo más
de una vez, sin éxito, con “profesionales de la salud”
y con grupos de Neuróticos Anónimos. En asientos
contiguos, María y Juan, quienes no tienen el
“problema”, opinan que con los conocimientos
que adquieran podrán llevar el Courage a la
frontera norte. Un joven mira con extrañeza a su
alrededor, sus padres lo custodian.
A unos metros, Gabriela, maestra en Bioética
por la Universidad Anáhuac, reza por un hermano
de sangre que “cayó en las garras del
mundo gay”.
—Las relaciones anales entre hombres son
agresivas, violentas. Son aborrecidas por
Dios —dice Gabriela.
—¿Y las lesbianas?
—En el lesbianismo no hay sexo, son sólo caricias,
tocamientos. No hay penetración.
—¿Es malo ser homosexual?
—Hombre y mujer son complementarios.
Claro, hasta el matrimonio, eso dice la escritura
—No hay duda en su respuesta.
—¿También hay evangélicos aquí, verdad?
El ecumenismo de Juan Pablo II se hace
realidad, ¿no?
—Pero a diferencia de los cristianos, nosotros
tenemos de nuestro lado a la ciencia.
Según Gabriela, la ciencia no ha demostrado
fehacientemente que la homosexualidad
sea un hecho biológicamente natural, y por
ello, la AMS puede resolverse si la persona
“sana las heridas” que la infancia le dejó.
El moralismo que señala lo anormal
Abraham dirige la oración matutina: “Dios, te
pedimos que cortes toda tentación de este
lugar”. Después, aparece en escena el psicólogo
bautista Everardo Martínez, director de
la clínica VenSer —”Verdadera esperanza para
tu ser”, dedicada a dar talleres de “redención”
y “restauración sexual” en México y otros países
latinoamericanos. “Un sentimiento jamás
puede definir a alguien. Tú eres heterosexual.
¿Has tenido ganas de matar? ¿Eres asesino?
No, ¿verdad? Tienes AMS pero no eres gay.
Imagínate, yo siento que soy la Madre Teresa
de Calcuta y ahora todos me tienen que decir
así. O el otro que decía ‘yo soy el Presidente
Legítimo’. Es el festival de la esquizofrenia”.
Una analogía más de Martínez: “¿Usted recibe
a su hijo con labio leporino? ¿Dice ‘qué padre,
ya tiene un lugar para ponerle el popote, va a
ser el chavo más original de la prepa?’ No es
normal o moralmente aceptable”. El público
asiente entre risas y aplausos.
Para el predicador, “ser gay” es una gigantesca
máscara que pretende ocultar la infelicidad.
Los científicos y medios de comunicación la
avalan por presión política. La solitaria vida de
los homosexuales caduca a los cuarenta y está
marcada por un sentimiento de inferioridad.
Tras la condena, la redención: se puede erradicar
al detectarse sus causas. Un repaso básico.
Necesidad de amor masculino por la falta de la
figura paterna: “Las madres solteras son malas
para educar varones”. Abuso sexual placentero.
Roles enfermos de los padres: una matriarca y
un progenitor pasivo. Ser el hermano menor.
Tendencias artísticas: “Perfil de riesgo”. Convivir
con mujeres en la infancia, moda, pornografía,
rebeldía, venganza, problemas matrimoniales,
pecados generacionales, pactos “demoníacos”.
Un mensaje de esperanza para las almas
compungidas por la desviación de los otros, a
pregunta expresa de una rubia Legionaria de
Cristo: “Estamos orando para que Dios nos abra
las puertas en las escuelas”.
Los elegidos para sanar
Dos testigos inanimados moran en un salón,
el Santísimo Sacramento y la Virgen María. En
otro, un joven cuenta que autoridades tapatías
están interesadas en promover políticas públicas
inspiradas en las ideas de Courage. Se trata
de Lázaro, quien presume “pureza y castidad”
desde hace tres años. En la Arquidiócesis tapatía,
jurisdicción donde vive, “hay miedo a tratar
el tema. Tan sólo la semana pasada, un padre
de la Catedral corrió del confesionario a un
chavo con AMS. Eso no puede ser, se les tiene
que tratar con amor y misericordia”.
“Esos sacerdotes, al igual que los que
absuelven la AMS, darán cuentas al Señor
por ese hijo mal encauzado”, refiere Pedro,
un integrante de Courage en el DF, quien
sin recibir terapia ya siente atracción por
el sexo opuesto y, asegura, dejó de ser
afeminado.
En el grupo hay aspiración de exclusividad.
No se pretende agremiar masas. Existe
un perfil de ingreso, en el que no caben “los
rijosos”. Hay un filtro, una entrevista previa
con el coordinador. Si el aspirante profiere
calificativos como “retrógrada” o intenta
debatir el tema, simplemente reprueba:
“Quiere hacer a Dios a su medida”, censura
Pedro. Si es aceptado, se advierte que la
recuperación será larga, aunque eficaz. “98
por ciento es disposición espiritual, el resto
lo hace la terapia”, prometen. Otra psicóloga
de VenSer da más detalle: la sesión cuesta
300 pesos, a tratar, si el paciente tiene interés.
El tratamiento puede durar años.
Eso sí, faltaba más, se ofrece total discreción.
Un poco de caridad para las almas
confundidas que estén dispuestas a salvarse
por obra y gracia de la homofobia.
Qué es Courage Latino
Courage es un grupo fundado en 1980 en la Arquidiócesis de Nueva
York. Recibió la autorización del Pontificio Consejo para la Familia del
Vaticano en julio de 1994 y llegó al país apenas en 2005, cuando la
Conferencia del Episcopado Mexicano lo autorizó. En la Basílica de
Guadalupe, primer paso en su camino nacional, hoy día cuenta con
tres grandes centros, uno para mujeres, uno para hombres y otro
para familiares.
Respaldada por jerarcas como el Arzobispo de León, José
Guadalupe Martín Rábago, y el cardenal Norberto Rivera, de la
ciudad de México, su misión de brindar ayuda pastoral y psicológica
a los fieles que anhelan dejar en el pasado una “conducta
pecaminosa, torcida y lujuriosa”. El grupo —con fuerte presencia de
sectores evangélicos— se ha extendido a Guadalajara, Monterrey,
Cuernavaca, Culiacán, Puebla, Aguascalientes y Tijuana.
Según el difunto papa Juan Pablo II, “Courage está haciendo el trabajo
de Dios”. Sus principales objetivos son “educar” a los sacerdotes y
laicos en relación a la homosexualidad; formar grupos de apoyo mutuo
que pugnen por la castidad, la oración y el “compañerismo sano”, además
de dar “buen ejemplo” a la sociedad y orquestar conferencias para
“curar” la homosexualidad o para enfrentar a la “agenda pro gay”. |
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