Usted está aquí: domingo 2 de diciembre de 2007 Opinión Desaprovechamiento

Ángeles González Gamio
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Desaprovechamiento

Hace unos días leíamos en la prensa que la Secretaría de Educación Pública (SEP) alquiló un edificio, en 860 mil pesos mensuales, para ubicar la Dirección General de Educación Indígena. Esa no era la noticia, ya que es cotidiano en la administración pública pagar millones de pesos en alquileres, cuando a la vez tienen muchos inmuebles en el abandono. Por poner un caso, desde hace alrededor de 15 años, la SEP adquirió un magnífico edificio en la calle de Uruguay 25, para alojar al Instituto Nacional de Educación Para Adultos. La construcción de cuatro pisos, de principios del siglo XX, tiene una hermosa fachada ecléctica de elegante cantera; el interior tiene una estructura de hierro, como la de la parisina Torre Eiffel, que sostiene plantas abiertas de 400 metros, el sueño ideal para los ahora de moda lofts.

Esta preciosidad se encuentra en total abandono desde su adquisición, deteriorándose cada día más y contribuyendo al mal aspecto de la calle, ahora con flamantes banquetas y pavimento y ya sin vendedores ambulantes. Los recientes secretarios de Educación han estado enterados de este caso, y aunque se manifestaron muy interesados e inclusive anotaron la dirección, nunca hicieron nada. Esto se repite por decenas, tanto en el gobierno federal como en el capitalino.

Otro caso es el de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que posee varios de los inmuebles más importantes del Centro Histórico, tanto desde el punto de vista histórico como arquitectónico, prácticamente todos bien restaurados; sin embargo, la mayoría se encuentran subutilizados y algunos de plano cerrados, como es el caso del soberbio edificio que alojó al Real Colegio de Minas, antecedente de la Facultad de Ingeniería, cuya recuperación la financió en gran parte la Sociedad de Egresados de la Facultad de Ingeniería (SEFI), que al enterarse de que el ilustre barón Von Humboldt trabajó aquí un año, durante su estancia en México, acudieron a la Embajada de Alemania, que generosamente donó 600 mil pesos. Con esto, con el apoyo de ex alumnos, contratistas y del entonces Departamento del Distrito Federal se llevó a cabo una profunda restauración, que incluyó la cimentación.

Ubicado en la calle de Guatemala, originalmente perteneció al Hospicio de San Nicolás, del cual aún se conservan en la vía otras dos esplendidas construcciones: una que medio ocupa el Colegio de Economistas y la otra que un tiempo fue la sede del Instituto Lucas Alamán y después de la Embajada de la República Dominicana. La idea original era instalar ahí el Museo de la Minería y realizar actividades del programa de Educación Continua de la SEFI, sin embargo, la realidad es que esta vacío, ocioso y totalmente desaprovechado.

Otros inmuebles como la antigua Escuela de Economía, casona porfirista ubicada en la calle de Cuba; la que fue Escuela de Jurisprudencia, situada en San Ildefonso y Argentina, que fue originalmente el convento de Santa Catalina de Siena, y el recientemente recuperado Palacio de la Autonomía, bautizado así debido a que ahí se firmó el trascendental decreto y que anteriormente alojó a la Facultad de Odontología, se encuentran, si acaso, a medio uso.

Nos enteramos con agrado del encuentro del jefe de Gobierno de la ciudad con el nuevo rector de la UNAM, para invitarlo a que participe en la revitalización del Centro Histórico, dando vida plena a los bellos edificios. Una forma es brindando espacio a asociaciones que tienen fines culturales y sociales, integradas por ciudadanos que se reúnen y realizan actividades positivas para la sociedad, sin fines de lucro y que tienen problemas para encontrarse, porque carecen de sede y la mayoría difícilmente tiene medios para pagar una renta.

Hace unos meses, cuando la Asociación de Cronistas de la Ciudad de México, que agrupa alrededor de 40 cronistas de todas las delegaciones, se quedó sin lugar de reunión al desaparecer el Consejo de la Crónica, que había creado hace 20 años el presidente Miguel de la Madrid, se solicitó a la UNAM, mediante Difusión Cultural, se le permitiera el uso de un lugar en alguno de los edificios del Centro Histórico y le fue negado, aduciendo que no “había espacios disponibles”. Esperamos que esta nueva administración universitaria tenga otra actitud y comprenda que esos bienes son del pueblo de México y le permita su disfrute y aprovechamiento.

Y ya que andamos con reminicencias universitarias, vamos al Salón Madrid, añeja cantina situada en la Plaza de Santo Domingo, en la esquina de los portales y Belisario Domínguez. Sitio favorito de los estudiantes de la antigua Escuela de Medicina que se encontraba ahí mismo, en donde estuvo el terrible tribunal de la inquisición. La llamaban la policlínica y todavía conserva placas que colocaron distintas generaciones. La botana es sabrosona, abundante y... ¡gratis!

 
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